domingo, 2 de marzo de 2025

TEMAS 

LAS PELIS OSCARIZABLES QUE VIMOS HASTA AHORA

Para abordar este tema que año a año desvela a buena parte de la cinefilia, necesariamente - y a fin de no defraudar a nadie - debemos expresar, en primer lugar, que el nuestro es un espacio más diletante que erudito. Vale decir, más afecto a desplegar pasiones, ora por afinidad con alguna trama, ora por habernos extasiado a fuerza de goce visual. Y, en segundo lugar, que procuramos ser más ecuánimes que objetivos, pero plasmando siempre nuestra visión humanista y dotada de un ánimo constructivo, aún a riesgo de incomodar al público. En síntesis, que disfrutamos tanto del cine crítico como del pasatista, siempre y cuando cuente con 1) ingenio narrativo, 2) buen gusto estético, y 3) cualidades dramáticas. Esos serán, una vez más, los parámetros a los que nos ceñiremos a continuación, sin ánimo alguno de aspirar a la universalidad de nuestro juicio ni, como ya puede advertirse a partir del título de esta nota, a un rastrillaje exhaustivo de todos los films en competencia. En resumidas cuentas, que no nos desgarramos las vestiduras por seguir al detalle la entrega de premios de la Academia, ni aspiramos a que estas consideraciones tengan valor de recomendación. Solo tratamos de sumar al juicio del eventual público lector nuestra singular mirada de amantes del Séptimo Arte. Dicho esto, “vamos al ajo”.



Anora

Este film de Sean Baker narra la historia de una atractiva jovencita de Brooklyn, la del título, interpretada por la exótica Mikey Madison, quien tuviera a su cargo el rol de Sadie, una de las integrantes del Clan Manson, en Érase una vez en Hollywood, esa verdadera catedral cinematográfica de Quentin Tarantino. Madison se revela aquí como una talentosísima actriz que merecía la oportunidad de un protagónico.

Su personaje se autodefine como bailarina sexy, resistiéndose empeñosamente a ser considerada prostituta. Oportunamente, se le presentará la posibilidad de vivir una historia del tipo Pretty Woman (1990, Garry Marshall) cuando conozca al hijo malcriado de un oligarca ruso con turbios antecedentes, e impulsivamente se case con él. Bastará que la noticia llegue a Rusia, para que sus ilusiones de acceder a una vida sin privación alguna corran peligro, ya que los padres de su esposo viajarán a Nueva York para intentar conseguir la anulación del matrimonio a como dé lugar. Incluso apelando a métodos non sanctos. Durante su primera mitad, el film respeta los códigos de la comedia romántica, pero en la segunda, con la incursión de una panda de torpes matones armenios contratados por el padre de ese “nene de mamá”, la historia desmadra hacia la comedia dramática, con ribetes de humor negro al estilo Hermanos Cohen, para rematar en un conmovedor desenlace.

Referentes del medio, a los que admiramos mucho, cifraron grandes expectativas en este film, que no ha recogido pocos reconocimientos, pero nos resulta un tanto sobrevalorado: 

Premios Oscar: 6 nominaciones, incluyendo Mejor película

Festival de Cannes: Palma de Oro: Mejor película

Premios BAFTA: Mejor actriz protagonista y mejor casting

Premios Globos de Oro: 5 nominaciones

Hasta el cierre de nuestra edición, acaso en un exceeso de generosidad, ganó Óscar a Mejor película, Mejor edición, Mejor guion original, Mejor dirección para Sean Baker, Mejor actriz para Mikey Madison, y Mejor actor de reparto para Yura Borisov



Cónclave

Dirigido por Edward Berger, este atrapante thriller religioso llega en un momento en que el Vaticano en particular y el mundo en general, más allá de toda feligresía, vive horas angustiosas, pendiente de la evolución de la salud del Santo Padre. 

Su trama propone que, al cabo de la inesperada muerte del Sumo Pontífice, corresponde al cardenal Lawrence (un atribulado como descollante Ralph Fiennes) hacerse cargo de liderar uno de los rituales más secretos y antiguos del mundo: la elección de un nuevo Papa. Cuando los líderes más poderosos de la Iglesia Católica se reúnen en los salones del Vaticano, Lawrence se ve atrapado dentro de una compleja conspiración entre progresistas y conservadores, a la vez que descubre un secreto que podría sacudir los cimientos de la Iglesia.  

Exquisita ambientación excelentemente fotografiada, descollantes actuaciones (subrayamos la del italiano Sergio Castellito), e intriga a toda prueba. Aunque no agregue demasiado, podríamos decir que es el film que más nos ha interesado de esta gala. 

Y vino acumulando una alta valoración de la crítica:

Premios Oscar: 8 nominaciones, incluyendo Mejor película

Premios BAFTA: Mejor película, mejor film británico, guion ad. y montaje

Premios Globos de Oro: Mejor guion. 6 nominaciones

Festival de San Sebastián: Nominada a Concha de Oro: Mejor Película.

Premios del Cine Europeo (EFA): Nominada a Mejor actor.

Premios del Sindicato de Actores (SAG): Mejor reparto (Largometraje)

Hasta el cierre de nuestra edición, ganó un Óscar a Mejor guion adaptado 



El Brutalista

De cara a los Óscar 2025, este ha venido siendo el film predilecto de una crítica fundamentalmente anclada en el Norte Global, y sumamente atravesada por esa corrección política que ha hecho del Holocausto el momento histórico de máximo despliegue de crueldad y sufrimiento por parte de la humanidad (ya ha ocurrido con La Lista de Schindler, La Vida es Bella, o El Pianista), como si no hubiera existido una sanguinaria conquista hispana de Nuestra América que costó a los pueblos originarios 60 millones de víctimas, un Hiroshima-Nagasaki del que aún quedan secuelas, o un genocidio en curso en la Franja de Gaza.

Dicho eso - que seguramente nos granjeará la animadversión de algunxs lectores -, agregaremos que aquí Brady Corbet - cineasta descollante que hace gala de los mejores recursos estético - narrativos de la historia del cine -, da cuenta de un personaje ficticio pero basado en unos cuantos arquitectos contemporáneos al período que aborda el film. Huyendo de la Europa de la posguerra, el visionario egresado de la Bauhaus László Toth (descomunal interpretación del no siempre tan expresivo Adrien Brody) llega a Estados Unidos para reconstruir su vida, su obra y su matrimonio con su esposa Erzsébet, tras verse obligados a separarse durante la guerra a causa de los cambios de fronteras y regímenes. Solo y en un nuevo país totalmente desconocido para él, László se establece en Pensilvania, donde el adinerado y prominente empresario industrial Harrison Lee Van Buren (mayúsculo desempeño de un Guy Pearce como nunca vimos) reconoce su talento para la arquitectura, aunque establece con él una relación contradictoria, que oscila entre devoto mecenas y potentado xenófobo. 

Inusualmente rodada en 70 mm. Vistavisión - formato que cuenta con grandes fotogramas que transcurren en forma horizontal ante el objetivo de la cámara -, despliega un alarde visual monumentalista e infrecuente, y un paciente timing narrativo, a contramano del que hoy se estila, pero capaz de hacer las delicias de los amantes del gran cine clásico. 

Su formato no es la única excepción. Dura, además, casi cuatro horas, por cierto, MUY llevaderas, segmentadas por una obertura, una primera y una segunda parte, y un epílogo. Estamos en condiciones de garantizarle a quien pueda inhibirse frente al dato de su duración, que no tiene desperdicio. Amar al cine y no ver El Brutalista resultan cosas incompatibles.

Esta obra mayúscula llegó precedida por numerosos créditos: 

Premios Oscar: 10 nominaciones, incluyendo Mejor película

Premios Globos de Oro: Mejor película, dirección y actor (Brody)

Premios BAFTA: Mejor dirección, actor, fotografía y bso

Festival de Venecia: Mejor dirección y Premio FIPRESCI

Premios Independent Spirit Awards: Nominada a Mejor dirección.

Festival de Valladolid - Seminci: Nominada a Mejor Película - Espiga de Oro.

Hasta el cierre de nuestra edición, ganó Óscar a la Mejor cinematografía, mejor música original, Mejor actor para Adrien Brody, y Mejor actor de reparto para Guy Pearce 



La Sustancia

Para referirnos a este desopilante y provocador film de la francesa Coralie Fargeat, debemos reconocer que integramos las lides de quienes no consideran al de terror como un género menor, y agregar que, quien así lo ve, no sabe lo que se pierde. 

Resulta sumamente inusual que goce de tan buena reputación en este tipo de premiación una obra absolutamente encuadrable en el subgénero de body horror cronembergiano, que incluye momentos tan divertidos como gore. Pero aquí está, y ello habla muy bien de la Academia, usualmente tacaña con productos por el estilo.

La trama remite a una diva mediática algo entrada en años - la aún espléndida y aquí sobresaliente Demi Moore -, quien será desplazada por unos productores que buscan promover a una estrellita más joven. Con esa premisa, el film lleva hasta las últimas consecuencias el imperativo de la eterna juventud y la belleza absoluta, que tanto estresa a incontables mujeres en la sociedad actual. Cuando todo parece hundirse para la protagonista, esta da con la misteriosa publicidad de un producto revolucionario basado en la división celular, que crea un alter ego más joven, más bello, más perfecto. Tentada por la oportunidad, Elisabeth Sparkle, esa celebridad en decadencia, consume este suero que consigue en el mercado negro, creando una versión rejuvenecida de sí misma, Sue (la ascendente Margaret Qualley, que también brillara en el último gran filme de Tarantino) con efectos tan inesperados como aterradores. Eso último será mostrado con tanto desprejuicio como ferocidad por una realizadora audaz, que no duda en recurrir a efectos especiales de carácter artesanal para llevar su mensaje al paroxismo. 

Este originalísimo y vitriólico film, que también cuenta con el versátil Dennis Quaid encarnando a un grotesco presentador de espectáculos, saludablemente también dispone de gran beneplácito de la crítica: 

Premios Oscar: 5 nominaciones, incluyendo Mejor película

Premios Globos de Oro: Mejor actriz (Demi Moore). 5 noms

Premios BAFTA: Mejor maquillaje y peluquería

Festival de Cannes: Mejor guion

Premios César (Francia): Nominada a Mejor film extranjero.

Festival de San Sebastián: Nominada a Premio del Público.

Hasta el cierre de nuestra edición, ganó un Óscar a Mejor maquillaje, y otro a Mejor peinado



Un completo desconocido

Este celebrado film del eficaz James Mangold suma un título más a la saga de biopics sobre grandes de la música popular (La Rosa; Johnny y June; So long, Marianne; Bohemian Rapsody; Back to black, etc.)  Ambientado en la influyente escena musical neoyorkina de principios de los años 60, en la que brillaron talentos que veremos en su salsa, como Pete Seeger (aquí entrañablemente encarnado por Edward Norton), Joan Báez (Mónica Barbaro), o Johnny Cash (Boyd Holbrook) - ¡¡¡Qué momento del arte... qué momento de todo!!! -, cuenta la historia del meteórico ascenso del músico de Minnesota Bob Dylan (nombre artístico de Robert Allen Zimmerman), un cantante de folk de 19 años interpretado por el cada vez más requerido Timothée Chalamet - quien también oficia de productor -, que escala hasta las salas de conciertos y lo más alto de las listas de éxitos. Sus canciones y su mística, se convirtieron en un fenómeno mundial que culminó en 1965 con su transgresor tránsito al rock electrónico en el Newport Folk Festival. De hecho, el film se basa en el libro de Elijah Wald Dylan goes electric, de modo que ese clivaje en su carrera se constituye en centro de gravedad de este relato, que incluye grandes hallazgos.

Uno de ellos es su punto de partida, en la habitación de hospital donde agoniza el Maestro Woody Guthrie, insumiso pionero del folk de protesta, que nadie debiera desconocer (encarnado por un conmovedor Scott Mc Nairy) Ese será también el ámbito donde la historia culmine, representando la despedida del protagonista de aquella música que alguna vez lo inspiró a lanzarse a la canción.

Otra secuencia tan sutil como destacable es la que da cuenta de la Crisis de los Misiles - momento de suma tensión entre EEUU y Cuba, durante la presidencia de John Fitgerald Kennedy -, y que el director encara mediante un montaje paralelo que va hilvanando la preocupación política común de Dylan, Seeger y Báez. 

Hay que creer o reventar que existen personalidades capaces de condensar el sentir de una época. Y en esa estuvo Dylan. 

Merece un profundo agradecimiento a los Hermanos Lumiere por parte de los devotos del cine, el habernos permitido, merced a este film, estar también allí y en ese entonces.

Un completo desconocido ha disfrutado de un amplio favor de la crítica: 

Premios Oscar: 8 nominaciones, incluyendo Mejor película

Globos de Oro: 3 nominaciones, incluyendo Mejor película (drama)

Premios BAFTA: 6 nominaciones, incluyendo Mejor película

Premios del Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a Mejor guion adaptado.

Premios del Sindicato de Actores (SAG): Mejor actor (Largometraje). 4 nominaciones

Premios del Sindicato de Productores (PGA): Nominada a Mejor película.

Hasta el cierre de nuestra edición, imperdonablemente, no ganó ningún Óscar.




Wicked 

A la inexplicable moda de reinterpretar clásicos Disney en plan terrorífico (ha venido ocurriendo por lo menos con Winnie Pooh, Mickey, Bambi, y Peter Pan), se suma la tendencia a imaginar precuelas de los cuentos de hadas. Maléfica es una de ellas, y Wicked - film de Jon M. Chu que adapta a la pantalla grande los acontecimientos del primer acto del celebrado musical de Broadway basado en el célebre Mago de Oz de Frank L. Baum - es otra.

La trama, ambientada en la Tierra de Oz, mucho antes de la llegada de Dorothy Gale desde Kansas, centra su atención en la genealogía de Elphaba (destacadamente encarnada por la talentosa - y cada vez más estilizada - cantante Cynthia Erivo), joven discriminada por su inusual color verde, quien aún no ha descubierto su verdadero poder, don que - injustamente (hay que decirlo, aunque suene a spoiler) - ha de convertirla en la temida Bruja del Oeste. Glinda (suerte de Barbie a la que da vida la también cantante y compositora Ariana Grande), su futura antagonista, es una popular joven marcada por sus privilegios y su ambición, que aún no ha descubierto su verdadera pasión, y es a su vez el personaje que evolucionará hasta ocupar el engañoso rol de “bruja buena”. Las dos se conocen como estudiantes de la hogwartiana Universidad Shiz, sita en el Palacio de la Esmeralda - donde reina un ambiguo como sospechoso Mago de Oz, interpretado por el veterano Jeff Goldblum -, y forjan una contradictoria, pero profunda amistad.

Cabe destacar que, desde la rentré de Donald Trump a la Primera Magistratura del Gran País del Norte, la producción de este film teme por el destino de su segunda parte, dado que su abordaje entra dentro del imaginario que la nueva derecha viene denominando woke, y - para más dato - aquí el personaje del célebre mago resulta tan arbitrario como el hombre fuerte de los EEUU, con quien no será difícil compararlo, cuando se lo escuche decir, por ejemplo: “Inventar un enemigo facilita el ejercicio del poder”. 

Afortunadamente, este espectáculo de gran despliegue coral y esmerada dirección de arte, vino pisando fuerte en materia de reconocimientos: 

Premios Oscar: 10 nominaciones, incluyendo Mejor película

Premios BAFTA: Mejor diseño de producción y Mejor vestuario

Premios Globos de Oro: Logro en taquilla. 4 nominaciones

National Board of Review (NBR): 3 premios, incluyendo Película del año

Premios del Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a Mejor guion adaptado.

Premios del Sindicato de Actores (SAG): 5 nominaciones

Hasta el cierre de nuestra edición, ganó Óscar al Mejor diseño de producción, y Mejor diseño de vestuario


Y hasta acá lo nuestro, por ahora, ya que hemos venido privilegiando los títulos de nuestro máximo interés, lo que no significa que no vayamos a ocuparnos también del resto. Esperamos que lo expresado sirva cuanto menos como guía para un posible visionado de obras sobre las que solo circula la interesada promoción que cada productora brinda a la que le corresponde defender. Porque no hay que olvidar que business are business. -

 

domingo, 23 de febrero de 2025

RECOMENDACIONES 

So long, Marianne

TODO EL MUNDO SABE QUE EL AMOR 

Y LA FAMA NO SE LLEVAN DE PERLAS

"El dolor es inevitable.

El sufrimiento es opcional".


Charmian Clift

Escritora australiana,

en "So long, Marianne"

  

Todo el mundo sabe que el título de escritor y el de cantautor no gozan del mismo prestigio. Sin embargo, y pese a ello, algunos de estos últimos merecerían disfrutar del parnaso de los grandes hombres de letras. Mencionaremos tan solo a unos pocos: Georges Brassens, Fabrizio De André, Tom Waits, Silvio Rodríguez, y el propio Leonard Cohen.

So Long, Marianne es una mini serie coproducida entre Canadá y Noruega, dado que Marianne Ihlen, la mujer de la que se enamoró perdidamente Cohen, era originaria de ese país escandinavoDe hecho, uno de los principales productores de la historia es la NRK, la televisión pública de la nación nórdica, en la que ya se emitió durante el año pasado. Se compone de ocho episodios de unos 45 minutos de duración, y está disponible desde principios del año en curso en la plataforma Movistar Plus+. Su título es el de la canción que el legendario artista le dedicó a aquella musa inspiradora.

La trama descubre al bardo canadiense a sus 26 años, cuando abandona sus estudios universitarios y huye a Londres harto de trabajar en la fábrica textil de su tío en Montreal. Sin embargo, la capital británica y su clima siempre gris lo hunden en la tristeza. Un día se encuentra con un sujeto bronceado y sonriente. Al preguntarle cómo podía estar tan feliz en esa brumosa ciudad, el hombre le explica que acaba de regresar de la isla griega de Hydra, la niña bonita de las Islas Sarónicas en mitad del impenetrable azul del Egeo. Sin pensarlo dos veces, Cohen invierte todo su capital en un pasaje de ida a tan promisorio destino. Allí encontrará a Marianne, quien poco después ha de convertirse en el amor de su vida. En ese mismo periodo, Cohen escribió la colección de poesías Flowers for Hitler (1964) y las novelas The Favourite Game (1963) y Beautiful Losers (1966), y pasó de aspirante a novelista a trovador de repercusión internacional. Poco después debutó como cantautor con Songs of Leonard Cohen, cancionero escrito en compañía de Ihlen. 

El romance en cuestión tuvo todos los condimentos novelescos imaginables, desde la pasión más ardorosa hasta el dolor más insoportable, lo cual amerita su traslado a la pantalla. Y aquí corresponde decir que no es la primera vez que eso ocurre. 

De hecho, en 2019 se estrenó un documental dirigido por Nick Broomfield que también da cuenta de ese período de particular inspiración creativa que constituyó el despegue profesional del célebre cantautor. Se trata de Marianne & Leonard: Palabras de amor. Esa historia, hecha de convivencias y abandonos, de una larga estancia en la ya mencionada isla griega y fugas a Montreal, de donjuanismo irrefrenable y fidelidades más durables que el tiempo mismo, finalizó recién cuando la vida de ambos estaba a punto de extinguirse. Eso sucedió en 2016, con una diferencia de tres meses que parece haberlos puesto a la par hasta en la muerte. Visto que el material de archivo es abundante, contando con registros caseros de la familia Cohen que muestran al pequeño Leonard a los 2 o 3 años, y en tanto su realizador tuvo un romance con Ihlen, el documental reboza de información de primera mano. 

A lo largo de su metraje puede verse evolucionar al portador del impermeable más famoso del mundo, desde un bigotito inicial hasta el rape casi absoluto de su estadía de cinco años en el templo budista de Baldy Mountain. Y de allí al sombrero que no se sacó de encima durante su última década de vida. Junto con esos detalles mundanos crece también el escritor de los inicios, con una novela acusada entre otras cosas de “onanismo verbal” (Beautiful Losers) al cantante debutante que, en 1967, amadrinado por Judy Collins, tiembla de pánico escénico antes de presentar su primer éxito (Suzanne) Al cabo de su consagración, tentará suerte infructuosamente con una banda eléctrica que lo obliga a desgañitarse en el escenario, y la aún más insólita ocurrencia de poner en manos de Phil Spector la producción de su álbum Death of a Ladiesman (1977), donde el creador de la “pared de sonido” lo hunde entre arreglos orquestales dignos de Tom Jones.

Todo ese periplo que para el iniciado no será nuevo, aunque no deja de ser apasionante y tremendamente sesentista, también se ve contrapunteado por la historia personal de ella. Más allá de los extravíos propios de la época, Marianne surge como una mujer amorosa, resistente a los infinitos abandonos del hombre de su vida y con una tragedia personal no menor.

Además, en 2023 se estrenó un largometraje ficcional dirigido por Pablo Wiffen, que lleva por título el mismo de la serie que nos ocupa, y fue estelarizado por Josefine Frida Pettersen como Marianne y el músico Joe Vetch en el papel de Leonard. 

Cabe destacar que, ni la nórdica rubiez de Ihlen, ni sus bikinis griegas, ni su sonrisa indefectible pudieron competir con el hombre de voz cavernosa de los últimos años. El que frente a miles de personas se atrevió a susurrar al micrófono, solo con una guitarra. El que se apartó del mundo durante un lustro. El autor de If it is your will, Hallelujah, o Pequeño Vals Vienés, su exquisita adaptación de Lorca.

De modo que resulta tremendamente pertinente la traslación a la pantalla - ya casi da igual pequeña que grande - planteada ahora por Bronwen Hughes y Øystein Karlsen, directores de So long Marianne, la nueva biopic que, al estilo de la reciente película Un completo desconocido (2024, James Mangold) sobre Bob Dylan, cuenta con un intérprete que compensa con talento dramático su no demasiada semejanza física con el protagonista real de la historia, y además se atreve a cantar sus canciones.

Alex Wolff, conocido por protagonizar la exitosa película de terror Hereditary (2018, Ari Aster) y otros éxitos del mainstream como Un lugar tranquilo (2018, John Krasinski) y Oppenheimer (2023, Christopher Nolan), es el temerario actor que ha aceptado el reto de encarnar a Cohen en su etapa pre-musical, cuando únicamente escribía poesía y novelas. Thea Sofie Loch Næss (The Last Kingdom, La Palma) es la encargada de dar vida a Marianne, aquella joven noruega que se siente atrapada en una maternidad sobrevenida con el hombre equivocado y que, en su intento de romper cadenas, se topa con el libérrimo cantautor canadiense en su momento más bohemio y aventurero, y comparte más de una década de vida, hasta 1972, cuando nació un niño fruto de la relación de él con Suzanne Elrod. Acabaron, no obstante, guardándose un respeto y admiración mutuos hasta que los dos murieron en 2016, con tres meses de diferencia. “Estoy un poco detrás de ti, lo bastante cerca para tomarte la mano”, escribió el artista para las lecturas de homenaje en el funeral de su amor de juventud. “Este viejo cuerpo se ha rendido, como el tuyo también. Nunca he olvidado tu amor y tu belleza. Pero eso ya lo sabes. No tengo que decir nada más. Buen viaje, vieja amiga. Nos vemos en el camino. Amor y gratitud sin fin”. 

Para quien aún no ha tenido la fortuna de conocer a este poeta descomunal, aquí va un concierto suyo, a fin de disfrutarlo en todo su esplendor (https://www.youtube.com/watch?v=251Blni2AE4&list=PL506280F23640AF81&index=7), y a continuación la traducción de una de sus canciones más memorables:

 

Todo el mundo sabe 

Todo el mundo sabe

que los dados están cargados

Todo el mundo rueda

con los dedos cruzados

Todo el mundo sabe

que la guerra ha terminado

Todo el mundo sabe

que la pelea está arreglada

Los pobres permanecen pobres,

los ricos se hacen ricos

así es como todo el mundo sabe

que el barco está goteando

Todo el mundo sabe

que el capitán mintió

Todo el mundo tiene

esta sensación rota

como su padre o su perro

acaba de morir

Todo el mundo habla

con sus bolsillos

Todo el mundo quiere

una caja de chocolates

y una rosa de tallo largo

Todo el mundo sabe

que me amas bebé

Todo el mundo sabe

que realmente lo hace

Todo el mundo sabe

que lo hace

Has sido fiel

Ah, dar o tomar una o dos noches

Todo el mundo sabe

que has sido discreto

pero había tanta gente

que tenías que conocer

sin tu ropa

y todo el mundo sabe,

todo el mundo sabe

así todo el mundo sabe

todo el mundo sabe

todo el mundo sabe,

todo el mundo sabe

así es como va todo el mundo

Y todo el mundo sabe

que es ahora o nunca

todo el mundo sabe

que somos yo o tú y

todo el mundo sabe

que vives para siempre

Ah cuando has hecho una fila o dos

Todo el mundo sabe

que el trato es podrido

que el viejo Black Joe todavía

está recogiendo algodón

para tus cintas y lazos

y todo el mundo sabe

y todo el mundo sabe

que la Plaga

Todo el mundo sabe

que se mueve rápido

Todo el mundo sabe

que el hombre y la mujer desnudos

son sólo un artefacto brillante del pasado

Todo el mundo sabe

que la escena está muerta

pero va a haber un metro en tu cama

que revelará lo que todo el mundo sabe

y todo el mundo sabe

que estás en problemas

Todo el mundo sabe

qué has pasado

desde la maldita cruz

en la cima del Calvario

hasta la playa de Malibú

Todo el mundo sabe

que se está desmoronando

Echa un último vistazo

a este Sagrado Corazón

antes de que explote

y todo el mundo sabe

todo el mundo sabe,

todo el mundo sabe

así es como todo el mundo sabe,

todo el mundo sabe

Todo el mundo sabe. -

 

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domingo, 16 de febrero de 2025

RECOMENDACIONES 

PARTHENOPE

EL GRAN CINE ITALIANO

DE HOY Y DE SIEMPRE

Los rusos han hecho películas de martirio. Los americanos han hecho películas publicitarias. Los ingleses han hecho lo que hacen siempre en el cine, nada. Alemania no tenía cine, no tuvo más cine. Y los franceses hicieron Sylvie et le Fantôme. Los polacos hicieron dos películas de expiación, Passazerska y Ostatni etap, y un film de recuerdos, Kanal, y después han acabado por acoger a Spielberg, con lo que, ‘nunca más eso’, se ha convertido en ‘siempre eso’ (…) Con Roma, città aperta, Italia simplemente ha reconquistado el derecho de una nación de mirarse a la cara. Y entonces llegó la asombrosa cosecha del gran cine italiano”.

Jean Luc Godard

Histoire(s) du Cinema,

Capítulo 3, “La moneda de lo absoluto”.

 

¡Qué no se ha escrito ya del último filme de Paolo Sorrentino...! Sin embargo, nuestro afán nunca será el de disputar el lugar de la primicia, de manera que - humildemente - consideramos que lo expresado aún no ha sido suficiente.

La más reciente oferta de su Productora 10, así llamada en homenaje al imborrable recuerdo que dejó en el sur de la península Diego Armando Maradona, toma el nombre de una sirena de la mitología griega. Según la leyenda, Parthenope se arrojó al mar tras no conseguir hechizar a Ulises con su canto. Su cuerpo llegó a la costa donde se fundó la antigua ciudad de Parténope, que luego se convirtió en Nápoles, ciudad de la que el director es oriundo, y musa inspiradora de toda su obra.

Esta bellísima y melancólica odisea de una mujer deseable y deseante a la que el amor le es esquivo, se nos introduce mediante un montaje por corte, compuesto por varios planos del cautivante paisaje meridional prescindentes de toda voz humana, y sostenidos por lentos travellings descriptivos de cuño felliniano, que nos muestran un Nápoles en todo su esplendor.

Como ya es característico en su director, el film ha sido facturado con una enorme exquisitez visual. Es particularmente destacable la panorámica rodada desde un dron que se dirige hacia la playa surfeando sobre una ola gigante. 

La historia está segmentada por algunos años claves para los italianos: 1950 (pleno apogeo del neorrealismo), 1968 (año de gran auge estudiantil), 1973, 1975, 1982 (considerados Años de Plomo, debido a la confrontación de organizaciones armadas de distinto signo), y un 2023 que funcionará como presente desangelado de la protagonista.

Nacida "in acqua" y luego tan deseada por su pretendiente como por su hermano, Parthenope - que así se llama también la heroína de esta aventura, interpretada por una magnética Celeste Dalla Porta - es una vestal casi inaccesible, a la que hubieran adorado los Fedeli D'Amore (*) como Dante, Petrarca, o Ariosto. Posee una mirada dotada de una luz que encandila cuando suelta una sonrisa y cuando se oscurece da ganas de rebalsar el océano a puro llanto. Solo un close up suyo justificaría un Óscar para quien haya dado con una actriz debutante dotada de semejante sex appeal.

De ahí en más, junto a nostálgicas y hermosas canciones de Ricardo Cocciante, Valerio Piccolo, Marino Marini, o Gino Paoli, el rumor del mar nos acompañará hasta en los créditos finales del film. 

El elenco incluye otras perlitas, como Gary Oldman interpretando a un crepuscular John Cheever, escritor estadounidense del que la protagonista es lectora, y que fuera bautizado como “el Chéjov de los suburbios”.​ 

Aquí la zarabanda felliniana que caracterizaba a La Grande Bellezza, se regodea mostrándonos incontables arquetipos humanos de ese sur plebeyo, desairados por una diva emigrada y de visita, con frases como "Queridos y horrendos napolitanos, pueblo de desgraciados, vuelvo al norte". A esta altura cabe señalar que, en la historia del país en cuestión, ambas latitudes - como suele ocurrir en tantos enclaves del planeta - han tenido un desarrollo sumamente desigual, de resultas que los septentrionales llaman despectivamente “terroni” a los meridionales, y estos lo replican con el apelativo “tedeschi”.

Sorrentino contrarresta ese agravio con la gira nocturna por los bajos fondos que la protagonista será invitada a realizar junto al actor Roberto Críscuolo (Marlon Joubert) - idolatrado por las putas y generoso como El Diego con el pobrerío del que proviene -, quien demostrará a su acompañante que la "barbarie" tiene mucho que enseñarle a la "civilización". 

En dicho trance seremos testigos de La Grande Fusione, celebración del desopilante acople nupcial público de una joven pareja local, presenciado por parientes y vecinos. 

Promediando sus estudios de Antropología, Parthenope conocerá a su mentor - primero académico y más tarde espiritual - (un conmovedor Silvio Orlando), quien luego de desaprobarla en algún examen se congraciará con ella proponiéndole un pacto: "Tú no me juzgarás y yo no te juzgaré". Tal vez la escena en que conoce al hijo del catedrático concentre TODO lo que el arte puede expresar sobre la ternura y el amor humano.

Otra de las memorables secuencias de este film de visión imprescindible para almas sensibles es la del Milagro de San Genaro, sobre la que nos limitaremos a afirmar que, inesperadamente, incluye uno de los momentos más eróticos de la historia del cine. "El mundo de nuestra infancia terminó", dirá el fatigado obispo magistralmente interpretado por Peppe Lanzetta, lo que dispara en nuestra cinefilia el cálido recuerdo de El Artículo de las Luciérnagas, mediante el que ese radar de las mutaciones antropológicas que fuera Pier Paolo Pasolini oportunamente dio cuenta de la agonía del mundo campesino y el tránsito hacia un consumismo desenfrenado.

En fin, desfilaron por ahí los Totó, las Magnani, los Sordi, las Lollobrígida, los Gassman, las Mangano, los Manfredi, los Tognazzi… sobre la Sandrelli no diremos nada, porque es el tesoro que nos reserva el film para confirmar que el Gran Cine Italiano sigue brillando por todo lo alto.

Encarnando aquí a una Parthenope adulta y exclusivamente consagrada a la vida académica, recapitulará sobre su aventura existencial diciendo "Recuerdo aquellos veranos perfectos. Fue maravilloso ser jóvenes. Duró poco". 

Ese final con los entusiastas tifosi del Nápoli festejando una victoria es el premio que semejante actriz se merecía.

Muchísimas gracias, Paolo Sorrentino, por confirmar que el futuro del Séptimo Arte no se reduce a Marvel o a la adaptación de videojuegos. -

 

(*): Se consideraban seguidores de Eros, antigua divinidad griega del Amor, y en todos sus poemas lo personifican como una entidad con inteligencia y voluntad propia, con potestad para regir e inspirar sus actos, sentimientos y pensamientos.  

 

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