lunes, 18 de noviembre de 2024

RECOMENDACIONES 

ABRAZO DE MADRE

EL CORDÓN UMBILICAL COMO AGUIJÓN DEL SOMETIMIENTO A LA AUTORIDAD MATERNA

“El terror normal muestra, el buen terror sugiere y sorprende, pero el mejor terror narra, sugestiona e influye”.

Santiago Buonasena

en Peliplat


Desde la docencia audiovisual hemos recomendado más de una vez revisar la breve cuan inquietante obra del bastante poco conocido realizador argentino Cristian Ponce, que empieza a demostrar su interés por el misterio y las leyendas urbanas a partir de la serie animada La Frecuencia Kirlian (2017: https://www.youtube.com/watch?v=dlwg4ErbV-o), para luego volcarse de lleno al terreno de lo sobrenatural y el terror cósmico con Historia de lo Oculto (2020: https://www.youtube.com/watch?v=DZKQ85OXwcM), una película que combina la conspiración mediática y la política teñida de ocultismo en la Argentina de los años 80.

El film que nos ocupa parte de hechos reales. Río de Janeiro tiene un historial de múltiples tormentas tropicales que azotaron a su población en diferentes épocas. Una de las más devastadoras ocurrió el 2 de enero de 1966 y sirvió como inspiración para esta obra alojada en la plataforma Netflix.

Si bien la película ficcionaliza tales circunstancias, lo ocurrido en la famosa ciudad brasilera fue digno de cualquier historia de terror, ya que causó imparables inundaciones, daños irreparables y cientos de muertes. 

Ese clima de humedad y agobio campea a lo largo de una trama en la que el equipo de bomberos y salvataje que lidera Ana (Marjorie Estiano), debe evacuar un asilo en ruinas, en donde quienes lo habitan ocultan un secreto que excede la comprensión humana. A medida que la tempestad arrecia, el ambiente se torna más claustrofóbico y los rescatistas descubren que también deberán luchar contra una fuerza acechante y oscura. 

Lxs amantes del género seguramente recuerden que buena parte de la crítica literaria atribuía a uno de sus mentores - el mítico Howard Phillips Lovecraft - más que méritos estilísticos, una inusual capacidad para describir ambientes pringosos y opresivos. Pues el de esta historia, en la que se respira un aire tóxico, haciendo honor al oscuro bibliotecario de Providence, todo se sugiere y nada se explica. Su eficacia parte de cumplir con la máxima aspiración de aquel maestro, consistente en introducirnos en un mundo donde nuestra especie carece de control. ¡Felicitaciones, por ende, para el colega Ponce! - 


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https://mitorrent.mx/peliculas/abrazo-de-madre-2024/

lunes, 11 de noviembre de 2024

RECOMENDACIONES 

TESTAMENT

UNA COMEDIA QUE REFLEJA CON IMPLACABLE LUCIDEZ EL PENSAMIENTO DE LA ÉPOCA

“Hermano mío,

enviadme libros con finales felices,

que el avión pueda aterrizar sin novedad,

el médico salga sonriente del quirófano,

se abran los ojos del niño ciego,

se salve el muchacho al que mandan fusilar,

vuelvan las criaturas a encontrarse las unas con las otras,

y se den fiestas, se celebren bodas.

¡Que la sed encuentre al agua,

el pan a la libertad!”


Nazim Hikmet

Poeta revolucionario turco.

 

Promediando la segunda década del Siglo XXI, el mundo que nos toca hace mucho que no es el de Jean-Michel Bouchard (un impagable Rémy Girard) - quien asiste atónito al descarte de libros que ya nadie lee, destinados a convertirse en papel de embalaje -, un hombre sin hijos que jamás se enamoró, ya pasa los 70 años, es un analfabeto digital voluntario, y más que a disfrutar la vida se dedica a esperar que esta culmine. En la residencia de ancianos donde vive, Suzanne, la directora (una ajustada Sophie Lorain), comenzará a ser hostigada por cierto activismo progresista que exige la destrucción de un fresco exhibido allí, el cual les resulta ofensivo de las culturas originarias. En tal contexto, el protagonista se irá acercando a esa gruñona funcionaria que dirige la institución, gastando los últimos cartuchos que le quedan en hacerle la vida más llevadera a alguien y, a la vez, a sí mismo. 

Estamos ante el relato narrado en over desde el punto de vista de ese adulto mayor canadiense que transcurre toda la trama reflexionando sobre el sentido de la existencia, y advirtiendo que nadie la atraviesa en el anonimato absoluto, ya que es inherente a nuestra especie pasar por ella plasmando la mano en la pared de la caverna humana.

A lo largo de esta sencilla y entrañable historia irán desfilando los más variopintos personajes, representando arquetipos de una cultura woke (galardones que solo consagran a lxs exponentes de la diversidad sexual; militantes comprometidos con las causas de moda desde el más evidente sustitutivismo cultural y totalmente ajenos a los pesares de sus defendidos; sacrificados adherentes a las mil y una variantes de la vida sana, que pese a su empeño masoquista no consiguen burlar a la muerte; y así…) hoy tan cuestionada por los aires conservadores que campean a nivel global

Cabe destacar que el guionista - su propio director - vierte aquí algunas frases magistrales sobre el derecho a la esperanza o al descreimiento absoluto, como "A esta altura de la vida es importante cometer algunos actos gratuitos que ennoblecen", o "entre dos es más fácil soportar la estupidez de este mundo".

Muchos conocimos al ya octogenario director canadiense Denys Arcand a partir de su imperdible Jesús de Montreal (1989), aquella memorable elegía sobre la crisis de la fe, y de la tan comentada Las Invasiones Bárbaras (2003), donde discurría sobre el derecho al buen morir. Visto el film que acabamos de reseñar estamos en condiciones de confirmar que el hombre no ha dejado de volar alto, exaltando lo mejor de la condición humana. - 

 

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lunes, 4 de noviembre de 2024

RECOMENDACIONES 

MEGALÓPOLIS

EL ESTRENO MÁS ESPERADO DEL FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA 2024

Suponiendo que nuestros dossiers y recomendaciones tuvieran alguna recepción, acaso no haga demasiada falta aclarar que lo que se hallará en dichos textos es cinefilia pura, por lo general ajena a estrenos y primicias, al mainstream, o al cine calificado como artie. Amamos pues a todo el cine capaz de conmovernos o apenas de distraernos con buenas artes (incluso - por qué no - algunos productos un tanto trash) De modo que frecuentemente nuestras publicaciones prescinden completamente de “sentido de la oportunidad”, lo que podría motivar comentarios del tipo de “recién ahora se expiden sobre ese film”.

Pues bien, hecha esta salvedad, confesaremos que hace mucho tiempo que deseábamos encontrar algún pretexto para referirnos a Francis Ford Cóppola, esa especie de Rey Midas capaz de incursionar en cualquier género legándonos un film de culto. Sobran ejemplos: La Conversación (1974), La Ley de la Calle (1983), la saga de El Padrino (1972/90), Apocalypse Now! (1979), Bram Stoker’s Drácula (1992) Sus clásicos son tantos y tales que permiten perdonarle bodrios olvidables como Tetro (2009) y alguno que otro más.

El hombre pues es un animal de cine, un desaforado, una leyenda viviente que en más de una oportunidad arriesgó todo su patrimonio personal por darse el gusto de materializar un sueño, dejando para la historia del Séptimo Arte un puñado de títulos memorables.

El que nos ocupa en esta ocasión acaso confirma la condición desmesurada de este italoamericano que no se rinde, y que - estrenando tanto su viudez como sus 85 años - ha vuelto a jugarse el todo por el todo. 

El resultado final de su última apuesta reúne tantos exégetas como detractores, pero confirma que el hombre está lejos de su canto de cisne. 

Vale la pena refrescar que, en 1977, Coppola tuvo la idea de hacer una película que estableciera paralelismos entre la caída de la República romana y el futuro de los Estados Unidos, recurriendo a la conspiración de Catilina en la Nueva York actual. Pero, aunque comenzó a planificar la película en 1983, el proyecto pasó décadas en un callejón sin salida.

La trama esencialmente actualiza una famosa lucha de poder romana del año 63 A. C., centrándose en la figura de un arquitecto y diseñador que anhela transformar la Nueva Roma en una deslumbrante utopía futurista, alguno de cuyos presupuestos estéticos recuerda a los de Antonio Gaudí y Le Corbusier.

En esta ucronía, César Catilina inventa un material de construcción al que bautiza Megalón, el cual fluye como un líquido y tiene un brillo dorado. 

El sujeto está enfrascado en una feroz rivalidad con Franklyn Cicerón, el alcalde corrupto de Nueva Roma, urbe que luce como una Nueva York vagamente futurista y ambientada en los llamativos interiores de la Torre Trump. 

Pero Megalópolis no se contenta con presentar una lucha por el poder bañada de referencias a Shakespeare, sino que también construye dos historias de amor signadas por la adversidad: la que protagonizan César y la hija de Cicerón, lo que podría interpretarse como una relectura de Romeo y Julieta, aquí sin final trágico; y la que todavía une a César con su esposa fallecida (un hilo narrativo que remite al mito de Orfeo y Eurídice, y a su vez a la Rebecca de Alfred Hitchcock) Este cóctel narrativo aparece alineado por un sinfín de citas a poetas y filósofos, de Petrarca a Safo, de Marco Aurelio a Rousseau, de Ovidio a Emerson.

Los diálogos emulan al último cine del maestro Jean-Luc Godard, con el que la película también comparte la preocupación por la crisis de una cultura occidental golpeada por la barbarie y el culto a la ignorancia. Desde su atalaya creativa y financiera, Coppola nos muestra la peligrosa deriva autodestructiva del mundo contemporáneo e intenta insuflar algo de luz con su espíritu visionario.

En tal tesitura, el prestigioso director convierte la vida de las clases acomodadas neoyorquinas en un verdadero circo romano, un esperpento que culmina en la celebración de la boda entre Craso y una joven periodista que en realidad está enamorada de César. Esa bacanal que transforma en Coliseo al Madison Square Garden, adonde se llevará a cabo un singular remate de vírgenes, remite a las  fiestas de la rancia aristocracia que aparecen en La gran belleza (2013, Paolo Sorrentino), las cuales indudablemente se inspiran en la dramaturgia coral y grandilocuente desplegada por el inolvidable Federico Fellini, tanto como al gusto por la barroca exaltación del cine de Terry Gilliam, con quien Coppola comparte aquí una vocación quijotesca que neutraliza todo sentido de la mesura o el pudor, por ejemplo en la recorrida nocturna por la gran ciudad, donde el protagonista imaginará esculturas colosales como una Justicia agobiada, o una Libertad que deja caer unas Tablas de la Ley que se hacen trizas.

Procurando poner patas arriba un mundo dominado por el capitalismo salvaje o la demagogia de poca monta, el autor de la saga de El padrino traza lo que sería el último suspiro de un imperio ficticio de sorprendente parecido con el Circo Máximo contemporáneo y desmoronado de Estados Unidos, tributando - voluntariamente o no - a la demoledora impugnación del poder sostenida por Pier Paolo Pasolini, cuyo frustrado sueño mayor - Porno Teo Colosal (alguno de cuyos pasajes recreó Abel Ferrara para su film Pasolini de 2014) - hubiera compartido la megalomanía profética que reboza el film de Coppola.

Estamos entonces ante un proyecto de ensueño conceptual que Coppola ha perseguido durante casi la mitad de su vida. Y en 2024, esta película personal, profunda y contumazmente optimista, que convoca a no renunciar a la utopía, con un presupuesto autofinanciado de 120 millones de dólares, constituye un verdadero unicornio. 

Como pocas veces solemos hacerlo, aquí vale la pena subrayar varios aciertos de un logradísimo casting: 

César Catilina, el citado arquitecto de esa ciudad futura, que posee además la capacidad de modificar las leyes de la física, es un ajustado Adam Driver capaz de soltar a su amante (la muy ponderada Aubrey Plaza) frases como "si vas de bueno, el mundo no te toma en serio".

Nathalie Emmanuel como Julia, la hija de Cicerón, posee un resplandor digno de la inolvidable Sean Young de Blade Runner (1982, Ridley Scott) 

Lawrence Fishburne, hace las veces de asistente de Catilina y filósofo de ocasión.

El talentoso Giancarlo Espósito - que algunos descubriéramos como inconmovible villano en la saga Breaking Bad… aunque Coppola le había echado el ojo mucho antes - brilla encarnando al ubicuo alcalde Cicerón.

El veterano John Voight da vida a un decadente Hamilton Craso.

Shia LaBeouf encarna a Craso Jr., personaje que cuesta no asociar con el magnate Donald Trump. 

Y Talia Shire interpreta a la demandante madre de César, cumplimentando la infaltable presencia en escena de la familia Coppola. 

(conste que además hay un intrascendente cameo ni más ni menos que de ¡Dustin Hoffman!) 

Realizador, productor, y guionista, una de las figuras clave de aquel Nuevo Hollywood que potenció a los directores frente a los productores, Parnaso que comparte con otros grandes cineastas como Steven Spielberg, George Lucas, Martin Scorsese o Brian de Palma, suponiendo que este fuera su film póstumo, correspondería decir que se retira por la puerta grande, con un discurso equivalente al del falso führer de El Gran Dictador (1940, Charles Chaplin) "El ser humano debe ser considerado un milagro. Estamos hechos de la materia de los sueños", dirá Driver sobre los cimientos de su monumental creación y frente a una multitud que lo ovaciona, hacia el epílogo del film, ya devenido en alter ego de Coppola. -


Tráiler subtitulado: https://www.youtube.com/watch?v=PhvNnYZxslg

 

 

 

lunes, 28 de octubre de 2024

RECOMENDACIONES 

FLY ME TO THE MOON

LA VERDAD ES VERDAD, AUNQUE NADIE SE LA CREA

Por su coqueteo con lo romántico - sin descuidar el tono de comedia dramática - y su acompañamiento musical, estamos ante un filme con aire de clásico hollywoodense de los años 50… aunque su presente narrativo se sitúe a fines de los 60s.

Esto último - la ambientación - constituye un viaje al pasado tan delicioso como el que propuso Tarantino con su imperdible Érase una vez en Hollywood (2019) 

Aquí, Scarlett Johansson, luciendo más esbelta y bonita que de costumbre en su rol de publicista buscavidas con oscuro pasado, funciona como intérprete y productora a la vez, elevando su perfomance actoral por encima de desempeños en los que ya luciera su talento dramático, como en Perdidos en Tokio (2003, Sofia Cóppola), Under my skin (2013, Jonathan Glazer), o Lucy (2014, Luc Besson), solo por citar unos pocos títulos. 

La acompañan un ajustado Channing Tatum como director de vuelos de la NASA y, encarnando a un oscuro emisario de la Casa Blanca que se hace llamar Moe, el fascinante Woody Harrelson, quien brillara en inolvidables filmes como Asesinos por Naturaleza (1994, Oliver Stone), Wag the dog (1998, Barry Levinson), o la ya mítica primera temporada de la serie True Detective (2014, Cary Joji Fukunaga), de la que sigue siendo productor asociado. 

La trama es muy sencilla. EEUU se halla al filo de perder ante la URRSS la carrera por descender en La Luna, y el gobierno convoca a una hábil comunicadora sin escrúpulos para desarrollar un Plan B por si la arriesgada misión aeroespacial de la nave Apolo 11 fracasara, a los efectos de ocultarle al mundo semejante revés. 

Secundada pues por una fiel escudera de origen latino, feminista y enemiga de la gestión Nixon, la protagonista aceptará el desafío de "vender la luna" a una opinión pública descreída por fracasos anteriores y mejor predispuesta a que las autoridades inviertan en seguridad social. Y lo hará animada por convicciones como la siguiente: "Cuando descubrí la publicidad comprendí que era como los timos que me enseñaba mi madre. Pero legal".

Entretenimiento inteligente y alejado del melodrama empalagoso, que asegura 132 minutos de nostálgico disfrute. -

 

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https://dontorrent.date/pelicula/27787/Fly-Me-to-the-Moon

 

lunes, 21 de octubre de 2024

RECOMENDACIONES 

Robots

UN OTRO QUE TAMBIÉN SOY

A los ojos presurosos del cinéfilo voraz, esta bien puede parecer otra comedia liviana.

Pero, si se trata de alguien que alguna vez disfrutó de la abundante biblioteca fantacientífica de la Editorial Minotauro, advertir que se basa en el cuento The robot who looks like me, escrito por el gran Robert Sheckley bastará para darle una oportunidad.

Y lo cierto es que este filme co dirigido en 2023, por Casper ChristensenAnthony Hines, pese a su aire a primera vista mainstream… no defrauda.

Pero vayamos por parte. ¿Quién es entonces el tal Sheckley y porqué merece tomarse en serio?

Nacido en Brooklyn, Nueva York un 16 de julio de 1928 y fallecido en Poughkeepsie, Nueva York el 9 de diciembre de 2005, el susodicho fue un autor de ciencia ficción estadounidense de la generación de los Harlan Ellison, Ray Bradbury o Isaac Asimov (que, desde luego, también integraron la ya citada colección) En los años 50 colaboró regularmente con la revista Galaxy, escribió más de cien novelas y cuentos. Solía utilizar diversos seudónimos, como por ejemplo Phillips Barbee, Ned Lang o Finn O'Donnevan. Vale la pena destacar que una de sus novelas más conocidas, La Séptima Víctima (The Seventh Victim, 1953) fue adaptada al cine por el legendario Elio Petri con título homónimo (La décima vittima) También ha sido llevada al cine su novela The Prize of Peril, adaptada por Yves Boisset. El hombre también escribió en colaboración, como por ejemplo con otro alto exponente de la ficción científica como Roger Zelazny, autor de Las armas de Avalón.

Ahora sí, a lo nuestro. Corre el año 2032 y el Senador Underwood (homónimo del personaje de Kevin Spacey en House of Cards) presenta la actualizada muralla entre México y EEUU oportunamente promovida por Donald Trump, asegurando que esta cuenta con recaudos tecnológicos para evitar por siempre el tránsito ilegal de los “espaldas mojadas”. Ese prólogo basta para tomar nota de que, de ahí en más, todo lo que se narre contará con una pátina de crítica social. A continuación, conoceremos a Charles, mujeriego empedernido pero indispuesto a hacer el trabajo de seducción, faena que delega a su clon cibernético, quien suele entregarle sus conquistas “a punto de caramelo”. Mientras que Elaine, con quien tarde o temprano habrá de cruzarse, es una aprovechadora que se vale del mismo recurso para que su doble fascine a ingenuos galanes, obteniendo de ellos las joyas, carteras y calzados más lujosos, relevándola de tener que aguantar a un pesado. Lo que se dice, dos arquetipos pragmáticos de los tiempos que corren, a quienes el azar reunirá proponiéndoles la odisea de perseguir a sus respectivos clones que, enamorados de verdad, se dan a la fuga. Y, ya que nadie vuelve igual a sí mismo de los viajes, en el camino ambos recibirán una inesperada lección de humanidad.  Perlita: La factoría que produce esos símiles humanos se denomina Industrias Cameron (¿velado homenaje al creador de Terminator?)

En conclusión, como en Marionetas S.A., aquel cuento breve de Bradbury contenido en la imprescindible saga de El Hombre Ilustrado (1951), aquí los humanos también dejaremos mucho que desear. -

 

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domingo, 13 de octubre de 2024

DOSSIERS 

A propósito del Nosferatu de Robert Eggers y el Frankenstein de Guillermo Del Toro

EL RETORNO DE LOS MONSTRUOS MAYORES

Como es de público conocimiento, el aclamado director Robert Eggers (La Bruja, El Faro, Northman) está listo para traer de vuelta a la pantalla al icónico conde vampírico con su nueva versión de Nosferatu, un clásico del cine de terror y sin duda uno de los proyectos más esperados en lo que queda de 2024. De hecho, la película se hará esperar casi hasta fin de año, pues se estrenará el 25 de diciembre tanto en Estados Unidos como en el mundo hispano. Según se ha informado a la prensa, cuenta con un elenco estelar que incluye a Nicholas Hoult, Lily-Rose Depp, Willem Dafoe y Bill Skarsgård. Por su parte, Frankenstein también ha vuelto a la vida, a cargo del oscarizado Guillermo del Toro (Cronos, El espinazo del diablo, El laberinto del fauno) La producción, inspirada en el relato de Mary Shelley, finalizó su rodaje con otro destacado elenco: Mia Goth (MaXXXine), Oscar Isaac (Moon Knight), Christoph Waltz (Bastardos sin gloria) y Charles Dance (Game of Thrones) Esta nota se interroga acerca de las causas por las que ambos mitos, el del no muerto y el del resucitado, se empeñan en volver a ser narrados, con el beneplácito de un público que se va renovando.


Monstruo: adj. Contrario al orden de la naturaleza. anormal, aberrante, deforme, contrahecho, grotesco, horrible, horripilante. 

Diccionario de la Real Academia Española. 


Lo monstruoso como exasperación de la diversidad 

Desde el año 1998 hasta 2014, el Instituto de Estudios de Género perteneciente a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires desarrolló las Jornadas Monstruos y Monstruosidades, proponiendo estimular la puesta al día de movimientos y desplazamientos de los discursos culturales ligados con lo monstruoso. La idea central que los orientó consistió en que los monstruos sostienen, solicitan e inspiran un haz de diferencias bajo la forma de amenazas culturales que acechan los límites de lo humano y circulan por distintos momentos históricos, a partir de diferencias de índole cultural, política, racial, económica y sexual, que siempre arrastran modos del exceso, el horror y la deformación.

Tomando en cuenta dichos presupuestos, es evidente que las artes en general han ido evolucionando a lo largo del tiempo desde aquel esquema primigenio que asociara toda fealdad con una maldad potencial, para complejizarlo conjeturando contemporáneamente sobre las causas que asocian tales aspectos con determinadas conductas consideradas como amenazantes.

Así como numerosos relatos infantiles canonizaron la imagen de la bruja como representación de un mal absoluto, asociado a la vez con la vejez y la soledad (Hansel y Gretel, por ejemplo), y el feminismo ha propuesto una relectura del tema, demostrando el estigma que pesara en épocas de oscurantismo sobre aquellas mujeres capaces de ejercer una sexualidad libre no asociada a los cánones de la iglesia, o de detentar saberes ancestrales no legitimados por la ciencia, y ser castigadas por no atenerse a la norma de la época, otros relatos - como La Bella y la Bestia - se han atrevido a proponer que incluso detrás de un aspecto intimidatorio también puede esconderse un sentimiento noble. 

No obstante, abundan historias de monstruos enamorados que, muy a pesar de la pureza de sus sentimientos (tal el caso del Quasimodo de Víctor Hugo) se han visto condenados al ostracismo debido a la diversidad de su aspecto. 

Dentro de esa galería multicausal de lo espantoso, los arquetipos que abordan sendos personajes de los films escogidos son, en todo caso, el del monstruo seductor que prorroga su existencia a base de absorber el flujo vital de los mortales, y el del monstruo furioso, que no pidió volver a la vida ni acepta ser convertido en un experimento científico destinado a prestigiar a su creador, y es capaz de cualquier cosa con tal de tener una vida como la del común de la gente.

En ambos casos se verifica un ansia de vida llevada al paroxismo, que, por requisito de existencia o revancha, conduce a la destrucción del prójimo, y - por ende - a la impugnación social por parte de la comunidad amenazada. 

Si el primero está imposibilitado por naturaleza de vivir en sociedad sin arrastrar a sus elegidos al mundo de las sombras, el segundo ha sido el cobayo de una iniciativa que solo aspiró a funcionar exitosamente sin prever un futuro vivible para él. 

Ambos factores los convierten en peligrosos y los sentencian a ser destruidos por subvertir el orden establecido en cada caso.


Universal Pictures: Los dueños del cánon

Si bien la cuna de los personajes que nos ocupan fue la literatura victoriana del Siglo XIX, aun habiendo antecedentes cinematográficos más remotos, puede considerarse que la fama y resiliencia que detentan en la gran pantalla se debe a la legendaria factoría que desde los años 20s viniera estremeciendo al público con las irrepetibles caracterizaciones del pionero Lon Chaney como El Jorobado de Notre Dame (1923, Wallace Worsley) o El Fantasma de la Ópera (1925, Rupert Julian), y en la década siguiente universalizó el empolvado y gardeliano semblante del Drácula (1931, Tod Browning) encarnado por el húngaro Bela Lugosi, la irremplazable figura del Frankenstein (1931, James Whale) modelada sobre el anguloso rostro de Boris Karloff por el eximio Jack Pierce, o el hirsuto semblante inmortalizado por Lon Chaney Jr. en su interpretación del licántropo Larry Talbot para El Hombre Lobo (1941, George Waggner) 

Múltiples intentos posteriores de innovar respecto a la pálida y sofisticada fisonomía del chupasangre, o de modificar la cabeza rectangular del hombre hecho a base de cuerpos muertos, no pudieron evitar que, hasta los nacidos en el Siglo XXI, a la hora de dibujarlos o disfrazarse como ellos emulen tanto a Lugosi como a Karloff.

Se trata pues de referencias inalterables: Si la imagen de Pinocho será siempre la animada por Disney, la de Frankenstein será siempre la adoptada por el gran Boris. 


La universalidad del conde rumano y el Moderno Prometeo 

El mítico no muerto de Transilvania nació en 1897 de la fértil imaginación de Bram Stoker, pero tras el Drácula literario subyace un ser histórico no menos temible, en el que se inspiró el esotérico novelista irlandés: Vladislaus III Draculea, voivoda o príncipe de Valaquia.

Uno de los temas principales de la novela es la lucha entre el mundo racional de la ciencia y la tecnología, encarnado en el ideal de la sociedad inglesa victoriana, y el mundo sobrenatural y desconocido de las supersticiones y la naturaleza indomable, proveniente en este caso de la campiña centroeuropea.

En Drácula, la ciencia moderna atraviesa el discurso y la vida de los personajes: Jonathan y Mina utilizan la taquigrafía como método de escritura para sus diarios, y el Dr. Seward registra su voz con un fonógrafo. Cuando Lucy enferma, Van Helsing le realiza transfusiones de sangre acudiendo a métodos modernos de la ciencia, y cuando los personajes atacan a Drácula, están armados con linternas eléctricas, toda una novedad para la época. Además, los personajes utilizan el telegrama como una forma de comunicación rápida y efectiva. 

Sin embargo, toda la ciencia y sus progresos se muestran insuficientes por sí solos para contrarrestar el poder de Drácula, y los personajes deben hacer uso también del conocimiento folklórico y de las supersticiones. La figura de Van Helsing es la que posibilita una fusión entre la ciencia y otros tipos de conocimiento que la mente victoriana hubiera descartado (como puede observarse en la figura del Dr. Seward) Van Helsing es un científico racional, pero también un estudiante de todo lo oculto. Las transfusiones de sangre que realiza, productos de la disciplina moderna, ayudan a obtener tiempo para Lucy, y los métodos de la ciencia, la observación, la experimentación y el análisis son fundamentales en la estrategia de Van Helsing. Combinado con sus herramientas, el doctor neerlandés utiliza también las viejas supersticiones y la fe cristiana: los crucifijos, el ajo y las hostias consagradas se transforman pues en potentes armas en la lucha contra el vampiro. 

Toda la novela se construye en función del contraste entre el moderno Occidente racional y el extraño Oriente desconocido. A medida que Jonathan se interna en el Este, escribe: “Recibí la impresión de estar saliendo de Occidente”. La idea del Este es un tema complejo e interesante que se manifiesta de diferentes maneras a lo largo del texto. En primer lugar, destaca por su aparente atraso en materia científica y cultural: a ojos de Jonathan y Mina, los campesinos del Este son más toscos y sus formas de vida son más simples, menos sofisticadas que las de Occidente. A su vez, el Este es la cuna de todo lo extraño y atrasado: los ciudadanos allí creen en cuanta superstición exista y no muestran tener un pensamiento lógico y racional. 

Tales presupuestos constituyen el lugar común de numerosos relatos de la época.

Sin embargo, toda la racionalidad y la ciencia de Occidente no servirán para enfrentarse a Drácula, y los personajes deberán recurrir al conocimiento de las supersticiones del Este para encontrar en ellas las herramientas necesarias para luchar contra el vampiro. Esta fusión entre Oriente y Occidente es facilitada por Van Helsing, cuya nacionalidad es ya un símbolo de la combinación de diferentes formas de pensamiento: es de Ámsterdam, una ciudad localizada geográficamente entre Inglaterra y Transilvania. Van Helsing utiliza una síntesis de los conocimientos tanto de Oriente como de Occidente, y aunque muchas de las armas que se usan para combatir a Drácula provienen de los saberes del Este, hay todavía en los personajes una representación siniestra y oscura de lo que esta parte del mundo significa: para los ingleses, el “Este” es lo que está al oriente de Austria, y simboliza todo lo desconocido o poco familiar. 

La locura es otro tema importante durante toda la novela: los personajes experimentan un miedo constante y creciente a volverse locos. Este miedo incluso se transforma en un elemento estructural de la obra, propio de los relatos fantásticos: los personajes cuestionan continuamente lo que perciben sus sentidos y se preguntan todo el tiempo si no estarán enloqueciendo. Esta puesta en duda de la realidad que los sentidos perciben produce un vaivén constante entre lo que es real y lo que podría ser imaginado, generando así una vacilación que confunde al lector y que presenta lo sobrenatural como una posible distorsión de la realidad debido a la alteración de los sentidos y la conciencia. 

Tras los eventos traumáticos vividos en el castillo, Jonathan desarrolla una fiebre cerebral; se vuelve loco literalmente, delirando y siendo incapaz de recordar todas sus experiencias. La locura de Jonathan puede deberse a que todo su sistema de creencias es puesto en duda frente a los eventos extraordinarios vividos en el castillo de Drácula. En su caso, la locura real puede ser una protección contra los espantos que ha presenciado. 

La locura es un tema muy adecuado para una novela de vampiros. Quizás, el mayor horror que produce el vampiro es que no mata simplemente: sus víctimas pierden sus identidades y se vuelven no-muertos. Y también en la locura hay una gran pérdida de la propia identidad. Al lidiar con vampiros y con la locura, el mayor miedo no es ser asesinado por un monstruo, sino convertirse en uno de ellos. 

El tema de la amenaza de la locura se presenta y desarrolla de diferentes maneras a lo largo de la novela: la ansiedad por la posibilidad de enloquecer hace que los personajes duden constantemente de sus propias percepciones o de las de aquellos en quienes confían. Además, los personajes van a planear su contraataque en el asilo psiquiátrico del Dr. Seward, donde la locura, aunque contenida, los rodea. A lo largo de todo el libro, lo supernatural y lo demencial amenazan con invadir el orden de las vidas “sanas”. Las dos fuerzas amenazan por igual la estabilidad de las vidas inglesas de los personajes. 

Por otra parte, la relación entre el miedo y el deseo también es uno de los temas de la novela. Frente a los vampiros, el terror que experimentan los personajes se mezcla con un deseo de naturaleza sexual que estas figuras sensuales y lascivas despiertan. Cuando Jonathan se encuentra con las tres vampiresas, por ejemplo, su terror se mezcla con la lujuria, y es incapaz de oponer su voluntad al "beso" (la forma que utilizan las vampiresas para designar la mordida) de una de ellas, que es evitado solo gracias al crucifijo que Jonathan lleva en su cuello. Más tarde, Lucy también experimentará, frente a Drácula, un terror profundo a la vez que una atracción inevitable.

La relación entre el miedo y el deseo que generan los vampiros vincula la idea del pecado a la de la sexualidad: la maldad y la lujuria se encuentran unidas, lo que es una evidente declaración moralizante sobre el deseo sexual. Esto ilustra muy bien los valores de abstinencia, recato y, en última instancia, represión de la sexualidad propia de la sociedad victoriana. 

Paradójicamente, aunque Stoker deja claro que la lujuria de los vampiros es maligna y decadente, el atractivo de su poder erótico ha sido una de las razones del éxito de la novela desde su publicación hasta el presente.

El tema de la amistad, particularmente entre hombres, es también uno de los más importantes de la novela: la amistad constituye el mayor poder frente al terror que desata Drácula. Muchas escenas presentan a los personajes masculinos haciendo promesas de amistad recíproca y prometiendo su lealtad a Lucy y a Mina. La unidad que se establece entre Van Helsing, Arthur Holmwood, el Dr. Seward, Jonathan Harker y Quincey Morris será uno de los elementos más importantes y poderosos para enfrentarse a Drácula, quien, por su parte, está solo y es incapaz de asociarse con otras personas. 

La amistad entre los hombres se sella por diversos pactos. El primero de ellos es mediante la transfusión de sangre a Lucy: Van Helsing, Arthur, Seward y Quincey han dado su sangre a Lucy, y en ese gesto se han hermanado; los cuatro saben lo que la joven ha sufrido, y haberle entregado su sangre genera entre ellos un pacto de lealtad: los cuatro amigos quedan unidos por las circunstancias, por su honor y por lo que han vivido juntos.

La amistad está acompañada de la lealtad y la confianza, todos valores fundamentales a la hora de enfrentarse a los hechos sobrenaturales y tan difíciles de creer. En muchos casos, los personajes siguen adelante solo por la lealtad que sienten hacia Van Helsing y la confianza que le tienen. Así, la amistad se manifiesta como el lazo más fuerte de unión entre los héroes, y una de las principales cualidades que pueden oponerle a Drácula. 

A su vez, la idea de un destino prefijado, o de la mano de Dios actuando directamente sobre los acontecimientos terrenales, está presente como tema en toda la novela. Van Helsing, a pesar de ser un científico, habla mucho de Dios y de su intervención sobre los hechos mundanos, al punto incluso de declarar, en más de una ocasión, que Mina fue creada por Dios para un gran propósito, y la conexión entre ella y Lucy no parece ser puro azar.

Mina también cuestiona los designios divinos y, frente a todo el dolor que le toca experimentar, se pregunta si Dios la eligió para sufrir y completar su trabajo en la Tierra.

Por otra parte, los planes de Drácula serán frustrados por la elección que este hizo de su víctima, y en ello también vuelve a aparecer la noción del destino: Drácula escoge a alguien que tiene una conexión con Jonathan, que es también amiga de un amigo de Van Helsing. Estas fuerzas se combinan para impedir que el vampiro pueda “invadir” Inglaterra exitosamente. Harker pudo sobrevivir, de alguna manera, y escaparse del castillo, mientras que la llegada de Van Helsing a la acción es fundamental para la derrota de Drácula. El destino parece jugar un papel importante al reunir a la gente correcta y necesaria para hacerse cargo de la amenaza que se cierne sobre Occidente.

Por último, Stoker también desarrolla la redención cristiana como un tema importante en su novela. Incluso los vampiros, criaturas envilecidas y alejadas de Dios, pueden lograr la salvación cuando mueren. Lucy no está condenada por los actos que comete siendo una no-muerta, y cuando Arthur clava una estaca en su corazón, el alma de la joven logra salvarse. Esto se comprueba físicamente: tras la verdadera muerte, Lucy recupera sus rasgos reales y, por sus facciones, se hace evidente que ahora descansa en paz. Van Helsing asegura que cualquier vampiro que sea destruido regresa a Dios, lo que indica que incluso los agentes del mal pueden encontrar la gracia de la salvación.

Incluso el alma de Drácula puede ser salvada, y así lo manifiesta Mina: cuando Jonathan habla de destruir al monstruo como una venganza por todo el sufrimiento que les causó, Mina se muestra misericordiosa y habla de la redención del alma del Conde. No hay que destruir al vampiro por venganza, plantea ella, sino para salvar su alma. Efectivamente, cuando Jonathan le corta la cabeza al Conde, en la escena final, Mina observa cómo las facciones de Drácula muestran, antes de desaparecer, una paz que indica que su alma se ha salvado. 

Poco importa aquí que, en el caso que nos ocupa - tributo de Eggers a la adaptación original realizada en 1922 por F. W. Murnau - la identidad del aristocrático bebedor de sangre haya sido modificada por la de Conde Orlok, en la pretensión de evitar el pago de los derechos de autor, todavía vigentes, o que su fisonomía cinematográfica exaspere rasgos siniestros ausentes en la que exhibiera Lugosi. 

Hasta donde se sabe, el inminente estreno de marras se propone restituir el sitial de dignidad y horror que los vampiros merecen, desnaturalizado por numerosos productos teenagers como la saga Crepúsculo y demás. Y la oscuridad que campea en su trailer parece confirmarlo: 

https://www.youtube.com/watch?v=mgFczv9qEhc



En el caso de Frankenstein, como se sabe, la novela también comienza con una serie de cartas escritas por el explorador Robert Walton a su hermana en Inglaterra, narrando su expedición al Ártico. Durante el viaje, Walton rescata a Víctor Frankenstein, un científico suizo que cuenta su historia: obsesionado con descubrir el secreto de la vida, crea una criatura a partir de partes de cuerpos descompuestos. Al darse cuenta de la abominación que ha traído al mundo, la rechaza y huye, desatando una cadena de eventos catastróficos. La novela se estructura como una narración enmarcada, donde la historia de Víctor se cuenta a través de las cartas de Walton, proporcionando una perspectiva múltiple sobre los acontecimientos.

A lo largo de su trama entran en juego el conocimiento y la libertad responsable ante él; la intromisión de la ciencia en el orden natural; el ser humano que, ante la desdicha, se enfrenta a su padre y creador; y - fundamentalmente - el rechazo al diferente y el prejuicio frente a su apariencia.

Frankenstein compara su fascinación con la reanimación con un río de montaña: como este, tiene una fuente única (los libros de alquimia y la desaprobación de su padre) y sigue una corriente que lo ha arrastrado hacia su destino.

"Se cuenta que sir Isaac Newton decía que se sentía como un niño cogiendo conchas junto al inmenso e inexplorado océano de la verdad"; dirá en alguna oportunidad, usando este símil para expresar el sentimiento de curiosidad infantil, humildad y capacidad de sorpresa que (según Newton) acompaña el aprendizaje de pequeñas verdades acerca del vasto universo a través de la ciencia.

En el Capítulo IV se puede leer, "Lo que había sido el objeto de estudio y de deseo de los hombres más sabios desde la creación del mundo, estaba ahora en mis manos. No es que tuviese todo de pronto ante mí, como en un escenario mágico: más que revelarme el objeto en sí de mi investigación, la información que había obtenido podía guiar mis esfuerzos tan pronto como los orientase hacia él. Yo era como el árabe al que enterraron con los muertos, y encontró un acceso hacia la vida con la ayuda tan solo de una luz parpadeante y sin importancia aparente". 

Según Frankenstein, su búsqueda de conocimiento acerca de la creación de la vida fue lenta, gradual y tediosa, como si fuera un hombre atravesando un oscuro túnel usando una luz minúscula.

Pero esa pulsión se tornará tan poderosa que no le permitirá medir las consecuencias de su experimento, que habrán de ser funestas para todo su entorno afectivo. 

Según adelanta el propio Del Toro, su adaptación para Netflix - plataforma en la que ya estrenó la historia animada de otro resucitado: el muñeco de leño creado por Gepetto - se centrará en la soledad y el dolor de aquella torturada criatura que nunca solicitó volver a la vida, para que toda la sociedad le hiciera a un lado.


Reduciendo a su mínima expresión los causales de que ambas historias se empeñen en volver a ser narradas como si no lo hubieran sido jamás, podría decirse que su denominador común gira en torno a la inexorabilidad de la muerte, eterno dilema de nuestra especie irresuelto hasta por la más aguda reflexión filosófica, ya que si algo sobresale con gran potencia en los dos casos es la envidia de los vivos, en tanto ambos monstruos sucumben debido a esa pulsión. -

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