lunes, 27 de noviembre de 2023

El desafío de la imaginación en su competencia con la realidad

UNA FICCIÓN CADA VEZ MÁS PRÓXIMA A LA CIENCIA

"Después de trabajar en las paradojas de los viajes en el tiempo durante los últimos tres años, cada vez estoy más convencido de que los viajes en el tiempo podrían ser posibles, pero solo si nuestro universo puede permitir la coexistencia de múltiples historias".

Barak Shoshany,

profesor adjunto de Física de la Universidad de Brock (Canadá)

 

5 - ¿Por qué resignarse a vivir SOLO el presente?

Steven Spielberg se jacta de haber consultado al científico Stephen Hawking si sería posible viajar ben el tiempo, y consigna que el brillante físico le respondió algo así como “es absolutamente posible viajar al futuro, pero no se puede volver al pasado”, descartando de plano el planteo de la saga “Volver al futuro” (1985 - 1990, Robert Zemeckis), de la que su interlocutor fue productor.

En El ruido de un trueno, cuento de ciencia ficción del escritor estadounidense Ray Bradbury, publicado por primera vez en la revista Collier's en 1952 y alguna vez convertido en telefilme, el gran poeta de la ciencia ficción esboza una de las paradojas sobre las que especulan los films de Zemeckis. La historia se desarrolla en 2055. Un cazador se prepara para hacer un viaje de vuelta al pasado en un safari para matar a un Tiranosaurio Rex. Mientras se espera para la partida, los voluntarios comentan las recientes elecciones presidenciales, en las cuales un candidato fascista ha sido derrotado por otro más moderado, para alivio de muchas personas. Después de que el grupo llega al pasado, el guía y su asistente advierten al protagonista y los otros cazadores acerca de la necesidad de minimizar los efectos del viaje sobre los acontecimientos cuando vuelvan, una vez que pequeños cambios en el pasado distante pueden alterar el curso de la historia de manera catastrófica. Los viajeros deben permanecer en una pasarela para no perturbar el ambiente y solamente matar aquellos animales que van a morir naturalmente, conforme a las indicaciones de los guías. A pesar de su ansiedad antes de la cacería, el personaje principal pierde su valor al avistar al Tiranosaurio Rex. Entonces el guía le advierte que no abandone la pasarela, pero aquel entra en pánico y se marcha, caminando por algunos metros. Los dos guías matan al dinosaurio y, poco después, el árbol que habría matado al dinosaurio en ausencia de intervención humana cae sobre el cadáver. El guía se enfurece cuando detecta las botas embarradas del protagonista, lo que demuestra que desoyó la consigna principal, por lo que el primero amenaza con dejarlo en el pasado, a menos que remueva las balas del cuerpo del dinosaurio, pues la situación no debe quedar así. Al regresar al presente, el cazador percibe cambios sutiles. Las personas actúan de manera diferente, y lo peor de todo es que el candidato fascista ganó las elecciones, derrotando al moderado. Hurgando en el barro de sus botas, hombre encuentra una mariposa aplastada, cuya muerte fue, aparentemente, a causa de los cambios. A continuación, pide al guía que lo devuelva al pasado para deshacer el daño. Pero este se niega, apunta su arma hacia él y dispara, provocando el sonido al que alude el título del relato. 

Haciendo caso omiso de la premisa del sabio Hawking, el film Terminator (1984, James Cameron) imagina la posibilidad de que el futuro pueda modificarse, ya que su trama propone que un ciborg viaja al pasado con el objeto de abortar una Revolución.

Pero la fantasía de viajar en el tiempo solo es una excusa para explorar la naturaleza humana y de qué modo nos relacionamos entre nosotrxs, como en el caso de Looper (2012, Rian Johnson), donde un asesino a sueldo viaja al futuro con la misión de eliminarse a sí mismo.

Actualmente ningún realizador que se precie de riguroso, divaga sobre el tema ignorando los avances científicos en la materia. Tal fue el caso de Christopher Nolan al rodar Interestelar (2014), recurriendo a la pluma del físico Kip Thorne, laureado con un Premio Nobel: La dilatación del tiempo hacia adelante, por ejemplo, está absolutamente comprobada. Hay un concepto científico denominado la Paradoja de los Gemelos, que explica que, si tu hermano viaja al espacio a una velocidad próxima a la de la luz, cuando regrese a la Tierra, tu gemelo será más joven que tú. 

Realmente, antes de la novela de H. G. Wells La Máquina del Tiempo (publicada en 1895, año de la primera exhibición pública del Cinematógrafo Lumiere) - adaptada al cine por George Pal en 1960, y con un remake de 2002 a cargo de Simón Wells, nieto de aquel autor británico - la ficción no había especulado demasiado sobre el tema.

Robert H. Heinlein fue otro autor contemporáneo que discurrió sobre la cuestión en repetidas ocasiones, a veces adaptadas al cine, como en Predestinación (2014, Peter Spierig), filme en el que un personaje transexual que nace mujer y decide cambiar de sexo, viaja al pasado como varón, se enamora de su yo femenino, y conciben un hijo que de algún modo es ambos. En 1959, la Revista Play Boy, horrorizada ante la historia original, dedicó una edición a denostarla.

En las delirantes aventuras de Bill y Ted (1989, Stephen Herek; 1991 Peter Hewitt; y 2020, Dean Parisot), divertidísima saga nerd, dos estudiantes de secundaria consiguen viajar al pasado para aprobar Historia siendo testigos directos de la misma, y así evitar la amenaza de sus padres de enviarlos a la Academia Militar en caso de ser reprobados.

Recordemos que el filme de culto titulado El Día de la Marmota (1993, Harold Ramis) fue, a su vez, el que popularizó la hoy trillada temática de los bucles temporales.

Acaso el fenómeno más longevo en la materia sea la saga televisiva británica Dr. Who (1963/2018, Sydney NewmanDonald Wilson), que ya contabiliza 60 años (!) en pantalla, y que - so pretexto de que su protagonista cuenta con la capacidad de re constituirse - ha venido siendo encarnado por sucesivos intérpretes. La trama presenta a un alienígena, siempre acompañado por un asistente humano, capaz de viajar en el tiempo dentro de una cabina telefónica (mucho más grande por dentro que por fuera), a fin de advertirnos sobre posibles riesgos de nuestra conducta. 

 

Imperdible referencia: https://www.youtube.com/watch?v=yG4Gr_S9Zdo

 

Y hasta aquí llega - por ahora - esta serie de notas. Si ha sido de vuestro agrado, agradeceremos que se tomen el TIEMPO de seguirnos y de compartir nuestros contenidos.

lunes, 20 de noviembre de 2023

DOSSIERS 

FEDERICO FELLINI

LA IMAGINACIÓN SIN CADENAS

Tercera - y (por ahora) última - semblanza de un gigante: Cuenta la leyenda que Fellini, como fue ocurriendo con otros colegas suyos (antes Pier Paolo Pasolini y Luigi Comencini, después Mateo Garrone), estaba obsesionado con filmar su versión de Pinocchio, la fábula moral de Carlo Collodi. Y que alguna vez, en las postrimerías de su vida y falto de fuerzas para cumplir aquel sueño, le habría encargado al protagonista de su film póstumo, Roberto Benigni, que lo concretara en su nombre, cosa que el bufo napolitano finalmente hizo, con un éxito muy relativo. 

El director de La Vita e bella (1997) sostenía que, si algo fastidiaba al Mago de Rímini, era explicar a la prensa sus películas. Más bien, como gran admirador de Carl Jung, prefería acercar al espectador hasta el borde del abismo, para que este continuara la travesía por su cuenta. 

Supersticioso al fin, o acaso creyente, a menudo el artista refería que había realizado un viaje astral, entre dormido y despierto. Muchos de sus films reflejan esa atmósfera de duermevela. 

Nicola Piovani, uno de los músicos que sucedió al fallecido Nino Rota - autor de casi todas las partituras fellinianas - una madrugada, desorientado al volante respecto del rumbo a casa del cineasta, le consultó “Federico, y si nos perdiéramos”. Cuenta que la respuesta de su acompañante fue “ojalá…”

A Fellini le fascinaba el misterio de las madrugadas. Si bien declaraba no reconocer referente alguno, admiraba con devoción al sicoanalista Ernst Bernhard, de quien tenía un retrato tras el escritorio de su estudio, como si se tratara de su Ángel de la Guarda. A propósito de ese encuentro tan trascendente en la vida del realizador, cuentan sus allegados que sin las sesiones que tomó con Bernhard, su film 8 ½ no existiría. Y, quien conozca la obra felliniana - en la medida en que a partir de entonces comienza un período más introyectivo en la obra del realizador - coincidirá en que este funciona como frontera de la etapa precedente, de tono farsesco siempre pero mayor exterioridad.

“No hay nada más sincero que el sueño”, solía repetir el realizador desde entonces. A partir de su pasado como caricaturista, alguna vez diseñó su propio “Libro de los sueños”, plasmando en él todo su mundo onírico. Así, el psicoanálisis lo condujo al I Ching, que consultaba cotidianamente como un oráculo. Y de ahí saltó al espiritismo, asistiendo a sesiones en las que también participaba su esposa Giulietta. Lucia Alberti, una maga de su confianza, sostenía que dicha práctica afectaba mucho al realizador, porque este era Mago Blanco, y tenía la capacidad de concentrar todas las energías negativas en circulación. Fellini siempre se sintió cautivado por lo oculto, lo paranormal. También incursionó en el Tarot, cuya iconografía lo fascinaba. El realizador alguna vez también experimentó con LSD. De hecho, algunos críticos interpretan su film Giulietta degli Spiriti (1965) como el más lisérgico que hizo. Una asistente suya, incluso, refiere la cercanía de Fellini con el mentalista Gustavo Rol, a quien definía como una antología de lo paranormal, y cuya amistad cultivaba con fruición. Es más, en su círculo íntimo se comentaba que aquel hombre era capaz de pintar un cuadro teledirigiendo los pinceles sin tocarlos. Fellini incursionó a su vez en la antroposofía y en la filosofía Rosacruz, empeñado en demostrarse que existe algo más que la realidad. Algo de eso se refleja en el soliloquio de Ivo Salvini ante los nichos de sus familiares, en La voce della luna (1990), su film póstumo. Pero en tal dirección iban los dos proyectos que se le truncaron: Viaje a Tulum y El Viaje de G. Mastorna, los que el tal Rol le desaconsejó rodar, advirtiéndole que si los concretaba la desgracia caería sobre su vida. Vale apuntar aquí que Fellini afirmaba comprender sus films a través de las composiciones de Nino Rota, su musicalizador de cabecera, quien, para más dato, era el más grande coleccionista de literatura esotérica en toda Italia. 

Pese a su carácter por naturaleza jocundo, Fellini no soportaba la invalidez, y en su última internación comprendió visionariamente que estaba acabado. Y se dejó morir. 

Poco tiempo después, su esposa también fallecía en un hospital de Roma. Cuando llegaron sus hermanas a retirar el cuerpo, una interna que se acercó a dar sus condolencias reveló que la noche anterior había soñado con la visita de Fellini a Giulietta. Lo curioso es que en el sueño el realizador cargaba a un bebé. Por entonces no existían las redes sociales, y la pobre mujer ignoraba por completo que el célebre matrimonio había perdido a su único hijo, que alcanzó a vivir un mes.

 

Imperdible referencia: https://www.youtube.com/watch?v=gC-eB2JOTrw

 

lunes, 13 de noviembre de 2023

RESEÑAS

POSDATA SOBRE GODARD


“Hay una familia de tiburones contemplando un buque hundido.

El padre dice a sus hijos:

_ A no olvidarse, ‘las mujeres y los niños primero’ “.

 

Jean Luc Godard

 

Ese anciano algo excéntrico y ermitaño, recluido en su hogar de Suiza, adonde prácticamente ya no recibía ni a la prensa, alguna vez había adherido al maoísmo fundando el Grupo Dziga Vertov de cine experimental con su camarada Jean Pierre Gorin y brillado como referente de la Nouvelle Vague, para culminar sus días como documentalista casi autónomo, con la esporádica colaboración de algunxs milennials, acaso fuera uno de los últimos monstruos sagrados del Séptimo Arte. 

En su melancólico Autorretrato de Diciembre (1995), Jean Luc Godard afirma que la cultura es una cuestión de reglas, y el arte una de excepciones. Y agrega que todxs hablamos de reglas y nadie de excepciones. “Es parte de las reglas desear la muerte de la excepción” (…) El arte es como el fuego. Nace de lo que quema (…) Vivo en el lenguaje, y en él me vuelvo universal”; concluye.

En ese, acaso su film más autorreferencial, JLG recibe la visita de inspectores del Filmcenter que revisan policialmente toda su obra, procedimiento durante el cual, el director de Pierrot El Loco (1965), haciendo gala de su transgresora creatividad, recibirá y contratará a una editora ciega.

El veterano de la cámara y la transgresión pasó el último tramo de su estancia terrena discurriendo sobre la vida y los lenguajes. 

La mayor parte de la gente carece de recursos para conjurar la angustia existencial. En su ocaso, Godard - lejos ya de la compañía de Anna Karina o de Anne Wiazemsky - los encontró en el uso total, absoluto, full life de su cámara, registrando las embravecidas aguas del lago Léman anunciando tormenta, la imagen de su perro exaltada hasta la sacralidad, la caída de una colilla de ceniza desde su proverbial habano hasta pulverizarse en un cenicero, externalizando de tal modo buena parte de su actividad síquica mediante la puesta en común de imágenes - pensamiento sustentadas por un soliloquio que hasta su último aliento no dejó de indagar en los grandes interrogantes que aquejan a la condición humana.

En buena medida, la fina cinefilia del realizador suizo queda de manifiesto en Pasaporte hacia lo Real, juicio sumario en el que Godard desmonta y expone las formas de hacer cine de otros directores y cómo éstas se encuentran vinculadas a un discurso verdadero o manipulador y profundamente falseador, realizado para la exposición Voyages en utopías, Jean-Luc Godard, 1946-2006, organizada por el Centro Pompidou de París. 

A lo largo de su prolífica carrera, este artista longevo e incansable se movió cómodamente entre la expresión y la comunicación, entre las excéntricas propuestas formuladas desde la Nouvelle Vague y las ficciones y documentales decididamente políticos, mediante los que nunca dejó de meter el dedo en la llaga del sentido común occidental. 

Su ingenio sin descanso sobrescribió imágenes preexistentes, las superpuso con otras de similar o diferente cuño dotándolas de nuevos sentidos, llevando a cabo un procedimiento a contra reloj que acaso guardara cierta secreta comunión con cuanto transmite aquella dramática estrofa de Rafael Alberti que reza: Ahora sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste, / lo desgraciado y muerto que tiene una garganta / cuando desde el abismo de su idioma quisiera / gritar lo que no puede por imposible, y calla”. 

El 13 de septiembre de 2022, Jean-Luc Godard falleció por suicidio asistido, rodeado de sus allegados en Rolle (Suiza) Ese fue su final cut.

“Si hay algo de verdad en la voz de los poetas, viviré”, sentenció en 1995.- 

 

Para aproximarse a este autor:

https://www.youtube.com/watch?v=GXha8NQkEio

lunes, 6 de noviembre de 2023

DOSSIERS 

El desafío de la imaginación en su competencia con la realidad

UNA FICCIÓN CADA VEZ MÁS PRÓXIMA A LA CIENCIA

 












“El éxito en la creación de IA sería el evento más grande en la historia de la humanidad. Desafortunadamente, también podría ser el último, a menos que aprendamos a evitar los riesgos”.

Stephen Hawking 


 











Cuarta entrega: A imagen y semejanza 

La ciencia ficción visita recurrentemente el tema de una inteligencia artificial que se descontrola: The Terminator (1984, James Cameron) es un buen ejemplo de ello. 

2001. Odisea del espacio fue un avance extraordinario para el género. Cuando se estrenó, aún no había súper computadoras. Las existentes se programaban mediante tarjetas perforadas. De modo que HAL 9000, cuyo nombre es un acrónimo en inglés de Heuristically Programmed Algorithmic Computer (Computador algorítmico programado heurísticamente), es un superordenador ficticio de tipo mainframe. Dicho film también aventura las pantallas de TV instaladas en el respaldo de los aviones, ahora tan comunes. Por otra parte, al nombre del iPod lo sugirió el señor Vinnie Chieco, un escritor publicitario de San Francisco. Chieco trabajó con Apple como parte de un pequeño grupo cuya tarea era la de diseñar la mejor manera de presentación del equipo al público en general. Cuando le mostraron un iPod con su frontal plástico, dijo: “Tan pronto ví el iPod blanco pensé en la película 2001″, y recordó una frase del film: “! ¡Open the pod Bay door, HAL!”.  Y agregándole el tradicional prefijo “i” (como el de iMac), dieron entonces el nombre al iPod, cuya existencia también aventura la obra de Kubrick.

Durante la década del 50, en los magazines del género los robots eran representados como amenazas fuera del control de sus creadores. Hasta que el gran Isaac Asimov - pieza clave de la ciencia ficción moderna - formuló tres leyes que deberían regir la conducta de dichas máquinas. Estas fueron introducidas en su cuento de 1942 "Runaround", aunque también fueran presagiadas en algunas historias anteriores: 

1.    Un robot no puede dañar a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daños. 

2.    Un robot debe obedecer las órdenes que le den los seres humanos, excepto cuando tales órdenes entren en conflicto con la Primera Ley.

3.    Un robot debe proteger su propia existencia siempre que dicha protección no entre en conflicto con la Primera o Segunda Ley.

Series como WestWorld (2016 - 2020, Jonathan Nolan y Lisa Joy), por ejemplo, exploran la vigencia o incumplimiento de dicha normativa. 

De este, modo, entre la emulación de Laurel y Hardy que podemos advertir en el dúo cibernético R2D2 y C3PO de Star Wars (1977, George Lucas) y la seductora Inteligencia Artificial a la que brinda su voz Scarlett Johansson para Her (2014, Spike Jonze), así de diversas vienen siendo las representaciones cinematográficas de nuestros asistentes no humanos. Particularmente ese último ejemplo, honra el cometido de esta serie de notas, porque lejos de hacer futurología, nos habla de un presente absoluto.

Y, sin ir más lejos, la hoy errática pero siempre inquietante serie Black Mirror (2011 - 2023, Charlie Brooker), no hace otra cosa que exasperar apenas los riesgos de la vertiginosa innovación tecnológica en curso. 

En todo caso, el film Resistencia (2023, Gareth Edwards), redobla esa apuesta proponiendo lo que ya para muchos científicos constituye “el infierno más temido”: una futura guerra entre la raza humana y las fuerzas de la inteligencia artificial. 

Conste que el origen de la palabra checa “robot” le asigna el sentido de esclavo.

Un existencialista trágico como Philip K. Dick le asignó a lxs replicantes de Blade Runner (1982, Ridley Scott) una conciencia fatalista de tal condición, de su ausencia de genealogía, y de la brevedad de su existencia.

Al respecto, el propio Scott, sostiene que, si la ciencia ha de crear un humano sintético, su principal preocupación debería ser privarlo de emociones. Para evitar las consecuencias fatales que son capacees de producir las nuestras. 

Es oportuno aquí rendir tributo a uno de los momentos más poéticos que ha brindado hasta la fecha el cine sobre androides, y vale sobradamente la pena dedicárselo al actor holandés que interpretó al replicante Roy Batty, el gigantesco Rutger Hauer, ya que, al culminar la jornada de rodaje correspondiente a la muerte de su personaje… fue él quien escribió su inolvidable parlamento póstumo.

 

Imperdible referencia: https://youtu.be/FfJYxUuQxJU

 

(Culmina en próxima entrega…)

RECOMENDACIONES BRIAN Y CHARLES UN AMIGO HECHO DE TRASTOS (O EL ARTE DE NO RETENER A QUIEN SE AMA) He aquí una hermosa fábula sobr...