lunes, 31 de octubre de 2022

DOSSIERS

 

"Un gran poder requiere de una gran responsabilidad": Estudio de casos

MARVEL TRAS LA MÁSCARA DEL HEROISMO










El autor de esta nota basó el 80% de su formación intelectual en la temprana lectura de cómics, admirando - e identificándose con - superhéroes como Bat Man o los X Men, por lo que desestima de antemano cualquier prejuicio que lo imagine como un bibliófilo amargado e incapaz de disfrutar de la industria del entretenimiento, en la convicción de que una sana actitud pochoclera no debiera anular el pensamiento crítico respecto a cualquier producto cultural (especialmente los de consumo masivo) Hay referentes canónicos cuya imaginación ha divertido y emocionado a varias generaciones. Disney es un buen ejemplo, y Stan Lee otro tanto. Pero ya que “lo cortés no quita lo valiente”, digamos que sus significativos aportes a la cultura de masas no obstan que el primero haya facilitado la figura del perro Pluto como emblema del avión que culminando la Segunda Guerra Mundial soltó las bombas atómicas que devastaron Hiroshima y Nagasaki, o que el segundo haya pergeñado al Capitán América para librar una cruzada desde los cómics contra todo enemigo del “Mundo Libre”.

 

EL INCREÍBLE HULK (O LA FURIA DESATADA DEL NORTE GLOBAL) 

Hace tiempo ya que la crisis universal del relato viene volcando la atención de los productores hollywoodenses de éxitos fáciles hacia el universo del Noveno Arte. Quien esto señala no es ajeno al tema, ya que de pequeño aprendió a leer hojeando historietas, y de grande impulsó una carrera universitaria de Diseño de Historietas. 

En su filme El Protegido (2000), el realizador y guionista de origen hindú M. Night Shyamalan lleva hasta las últimas consecuencias la idea de que, como ocurre con múltiples manifestaciones de la cultura de masas, las historietas son el reflejo de pulsiones propias de las sociedades que las generan. Como podrá apreciarse, ocurre lo propio en el cine. Y últimamente - así se ha puesto el mundo - más que nunca.

Consideremos por caso el filme Hulk (2003), de Ang Lee, realizador de origen taiwanés que tuviera a su cargo la celebrada súper producción de artes marciales El Tigre y el dragón (2000) 

La historia se basa en el personaje de historietas creado en 1962 por el genial guionista Stan Lee (gran renovador de la figura del súper héroe y padre de la mayoría de las criaturas que Marvel viene trasladando al cine, tales como Spiderman, Daredevil o los X Men), y que la pantalla chica versionó entre 1978 y 1982 recurriendo a la ya célebre dupla actoral Bill Bixbi/Lou Ferrigno. 

El filme recoge la historia original de un científico que, a causa de un accidente, absorbe una fuerte dosis de rayos gamma que lo convierten, en situaciones de tensión, en un hiperviolento monstruo de hasta cuatro metros de altura, aquí bastante más poderoso, torpe, veloz e inocente que en cualquier versión anterior. 

Algunos detalles a destacar sobre este filme son la presencia del Diseñador de Producción Rick Heinrichs, que trabajó para Tim Burton en la encantadora Batman Vuelve (1992); los efectos especiales de Industrial Light and Magic,  factoría fundada por George Lucas; el indisimulable homenaje al entrañable King Kong (1933) de Merian C. Cooper; el ocurrente diseño de pantalla a modo de página de cómic, apelando a múltiples encuadres autónomos; y el inexplicable desatino de no emular suficientemente el movimiento humano al dar vida a la gigantesca criatura verde, lo cual retrotrae su motricidad corporal a las ingenuas experiencias con muñecos animados cuadro a cuadro por el maestro Ray Harryhausen, que hicieran las delicias de quienes tuvimos la oportunidad de disfrutar las maratones televisivas de "Cine de Súper Acción".

Hasta aquí lo específicamente cinematográfico. A nadie escapará que el mito del doble es un recurso narrativo decimonónico, originado en la literatura romántica. Es así como Hoffman se aterrorizaba ante su propio yo, al cual declaraba dividido en "El elixir del diablo". Ese escape de sí mismo alude a una crisis de identidad que más tarde aceptará la ambigüedad moral explícita con "El Dr. Jeckill y Mr. Hyde" de Robert Louis Stevenson, clara alusión al constante choque freudiano entre el súper yo y el ello. Esa bipolaridad, en Hulk, abandona claramente la esfera de lo individual para proponer una metáfora de carácter social, mucho más política que la de los ejemplos antes citados. A la inversa de lo que pretende el leit motiv con que el Dr. Bruce Banner se vuelve monstruoso - "no soy yo cuando me enojo" - la sociedad que da a luz este producto es más ella que nunca al salirse de cauce. Es entonces cuando nos muestra su verdadero y monstruoso rostro. 

En producciones ficcionales como El Club de la Pelea (1999), de David Fincher, o documentales como el imperdible Bowling for Columbine (2002), de Michael Moore, dos norteamericanos honestos reconocen la inocultable impronta violenta de su propio país, puesta de manifiesto en incontables países periféricos. 

El director de este último filme opina que la suya es "una película que afirma que los estadounidenses somos gente violenta que usa sus arsenales para matarse entre sí y usarlos contra muchos países del mundo". "El eje del film por el que me gané un Oscar - agrega - es cómo esos que están en el poder usan el miedo para manipular al público para que haga lo que le dicen". 

Más allá del ámbito cinematográfico, concluye el Che: "Es la naturaleza del imperialismo lo que bestializa a los hombres".

A esta altura podrá pensarse que nuestra nota le busca el pelo al huevo. Pero, para más datos, la película en cuestión termina en una selva sudamericana, con la irrupción de un grupo de insurgentes que se enfrenta al mentado mutante, quien culmina mirándolos con furia y replicando: "No creo que les vaya a gustar verme enojado". 

La sumisión del realizador taiwanés al “Gran País del Norte” - digna del más obediente corresponsal de CNN - convierte a la criatura del maestro Stan Lee en un adelantado del Plan Colombia. 

Llegados hasta aquí, correspondería formularnos un par de sencillos interrogantes: ¿Merecen los pueblos del mundo sucumbir ante una potencia capaz de producir mensajes tan obvios? ¿Merece nuestro planeta quedar en manos de Homero Simpson...?.

 

DEADPOOL: EL HÉROE PARA UN PRESENTE DE RELATIVIDAD MORAL








En el Siglo XXI la cultura es la madre de las batallas

Hace ya más de una década, diversos autores civiles y militares han desarrollado y afinado un concepto denominado Guerra de Cuarta Generación o 4GW (por “fourth generation war”).

Las dos características principales de esta guerra son 1) la búsqueda del colapso del enemigo en su retaguardia civil, no en el frente, ya que de esta forma se consigue hacer irrelevante su potencia militar, y 2) el uso de las libertades de las sociedades democráticas como un arma para destruirlas.

Por el carácter que tomara la relación entre Estados Unidos y su “patio trasero” en el momento del estreno del film que nos ocupa, será importante situar la ofensiva de la administración Obama y su Secretaria de Estado Hillary Clinton en un contexto que se parece demasiado a una Guerra de Cuarta Generación como para obviar ese detalle.

Las guerras de cuarta generación se consideran como guerras del futuro, donde:

  • Desaparece el concepto habitual de campo de batalla y se hace extensivo a toda la sociedad.
  • Los mensajes emitidos por los medios de comunicación serán un factor determinante para influir en la opinión pública, tanto en el ámbito doméstico como en el internacional, por lo que la propaganda llegará a constituir el arma estratégica y operacional dominante en este tipo de guerras.
  • Las acciones tácticas tienen como objetivo la cultura del enemigo.
  • Se predispone a las poblaciones en contra de sus gobiernos.
  • Eventualmente, ello permite a un pequeño número de combatientes atacar y causar gran daño a elementos importantes de naturaleza civil, en la "retaguardia" enemiga.
  • En un escenario de guerras de cuarta generación se aplican las tecnologías más avanzadas de la información.

Por ejemplo, en los últimos días de Bush Jr. en la Casa Blanca y el inicio de la administración de Barak Obama, asistimos a una muestra de esta guerra con una intoxicación mediática en la que el jefe del Pentágono, Robert Gates, y los titulares de la Seguridad Interna, la CIA, el FBI y la DEA, instalaron en los titulares de los medios de comunicación y la opinión pública la noción de México como Estado fallido, preparando así las condiciones que hicieran “necesaria” y “deseable” la intervención estadounidense sobre ese país por razones de seguridad regional.

Por entonces en Argentina, los encargados de defender la soberanía y la democracia se dispusieron jubilosos a aceptar la cooperación militar y las acciones conjuntas de los ejércitos y policías de ambos países contra los cárteles de la droga (y eventualmente contra cualquier movimiento de reivindicación social que pudiera asociarse al narco-terrorismo).

A la sombra de la parafernalia militar del Pentágono arribarán los asesores, los agentes encubiertos y los contratistas privados de seguridad, que aportarán una vasta experiencia cosechada en las campañas militares llevadas a cabo en Medio Oriente.

En tal contexto se inscribió la gestión de la Secretaria de Seguridad Nacional (DHS) estadounidense, Janet Napolitano. Napolitano entendía que algunos países de la región (principalmente Bolivia y Venezuela) representaban "una amenaza existencial" para Estados Unidos, que se hallaba elaborando un "plan de contingencia" para responder "al peor de los escenarios".

En conclusión, mientras Hillary Clinton presentaba la cara amable y diplomática del buen vecino, Janet Napolitano encarnó el componente agresivo e interventor de una sola estrategia militar: la guerra de cuarta generación.

Como dato complementario de esta introducción, digamos que el país que consume el 55% de las drogas que se producen en todo el mundo y reconoce cifras oficiales de más de 25 millones de adictos, libra en Nuestra América una “guerra contra el narcotráfico” para justificar su intervención. 

 

De los X Men a Deadpool: La hora del mercenario cool 

Para seguir resucitando como el Ave Fénix, el capitalismo global ofrece la alternancia entre su rostro más humano (neodesarrollismo demócrata) y el más severo (neoliberalismo republicano) Respetando el estatuto del coloniaje, el mundo periférico reproduce ese esquema creando falsas opciones de carácter binario. Así, en Argentina la política se ha reducido a escoger a ambos lados de una grieta sostenida por los medios, lo que equivale a decidir cuán ajustada deseamos llevar la soga de la horca.

En el campo general de la cultura de masas, y más particularmente en el de la industria del entretenimiento, una expresión derivada del engañoso antagonismo descripto es la que propone desde la factoría Marvel la divergencia entre unos X Men marginados pero respetuosos de las leyes, frente al flamante y exitoso antihéroe Deadpool (Pozo de la Muerte, en referencia a que su destino quedará marcado por una apuesta fallida), que encarna como pocos personajes de ficción la necesidad de inventar atajos para hacer justicia por mano propia y a cualquier costo. 

Si prestamos atención a la génesis de dicho personaje, advertiremos que su condición previa a la de súper héroe equivale a la de un Soldier of Fortune (https://www.sofmag.com/) Estos cazadores internacionales de recompensas hostigaron al primer gobierno sandinista recalentando las fronteras de Nicaragua, pelearon al servicio de la corona británica en la guerra colonial de nuestro Atlántico Sur, atentaron contra el proceso de paz en Colombia, ejecutaron militares bolivarianos en Venezuela, y líderes campesinos e indígenas en Honduras (http://www.merca20.com/mercenarios-ganandose-la-vida-como-soldados-de-fortuna/) 

Sin ir más lejos, una fuente que prefiere mantenerse en reserva reveló que uno de los militares detenidos por el asesinato de Berta Cáceres - dirigente  del COPINH hondureño - confesó haber participado en el crimen recibiendo cerca de 22 mil dólares por planificar la muerte de la líder indígena. El sospechoso, cuya identidad no fue revelada, confesó que cada uno de los sicarios recibió 2.200 dólares para acabar con la vida de la ambientalista. Uno de los acusados por el Ministerio Público por el homicidio de Cáceres es Sergio Rodríguez, ejecutivo de la empresa Agua Zarca, que promueve un proyecto hidroeléctrico en el occidente de Honduras, al que se oponía la lideresa social. El esfuerzo de Cáceres contra la construcción de una represa hidroeléctrica que amenazaba con desplazar a cientos de indígenas de Honduras y la organización de grupos contra la extracción de recursos naturales, la convirtió en una amenaza para los intereses de las transnacionales y sectores capitalistas. Berta Cáceres fue asesinada por sujetos desconocidos en el interior de su vivienda, ubicada en el sector La Esperanza, al sur-occidente del país. 

Volviendo a la primera entrega de las aventuras del carismático personaje que nos ocupa, si se repara en la escena en que brinda consejos sotto voce a un taxista hindú - para que no escuchen sus amigos X Men, freaks como él pero respetuosos de un elemental código de convivencia social -  se comprobará fehacientemente que le recomienda resolver sus conflictos “por izquierda” y apelando a la violencia… lo cual se nos muestra mediante una escena sumamente graciosa, que el público más joven celebra con entusiasmo. Porque no hay manipulación más eficaz que la que se produce mediante el entretenimiento, circunstancia en la que - por lo general - el destinatario del mensaje relaja sus defensas. 

Consecuente con tales valores, hasta dar con su némesis, el periplo de este héroe que tanto ha calado en la platea juvenil se convertirá en una estremecedora colección de “daños colaterales”. 

En otro pasaje del film, el protagonista avisa a la dueña de la pensión que habita (una mujer de color, no vidente y de avanzada edad) que bajo el piso del alojamiento le deja “130 kilos de cocaína suficientes para curar la ceguera”. Despojados de todo moralismo, debemos señalar que ante escenas por el estilo los fans estallan en carcajadas, celebrando cada exabrupto “políticamente incorrecto” del personaje. 

A criterio de la analista mejicana Ana Esther Ceceña, “Cada vez queda más claro que el capitalismo de nuestros tiempos funciona en un doble carril. Por un lado, tenemos la sociedad formal, y por el otro crece una sociedad paralela. Mientras que la economía ‘legal’ entraba en crisis, la del lado oscuro se multiplicaba, acomodándose en algunos rubros de la ‘legal’ pero con modos más rentables”. 

 

El nuevo domicilio del enemigo 

Ha corrido mucha agua bajo los puentes desde que los comunicólogos Ariel Dorffman y Armand Mattelart publicaran su ensayo “Para leer al Pato Donald”, libro clave de la literatura política de los años setenta. El mundo que nos toca ya no es tan binario ni tan obvio como el que concibió aquel magistral estudio sobre el contrabando ideológico en los productos Disney. 

A falta de la otra… la Revolución Tecnológica ha multiplicado exponencialmente las plataformas que alimentan la industria del entretenimiento y convertido al planeta en una vecindad interconectada. Sin embargo, un detalle permanece fiel a sí mismo: Con honrosas excepciones, la producción de contenidos dirigida a los jóvenes sigue en manos de los adultos, y sus mentes más brillantes responden a grandes corporaciones multinacionales en procura de defender intereses menos inocentes que la mera diversión. Corren tiempos pues para vivir alerta, a fin de contrarrestar acechanzas menos burdas que un desembarco de marines. Si continuamos aguardando el abordaje frontal del enemigo, este seguramente nos sorprenderá por la espalda: Violentando nuestra soberanía alimentaria, o bien convirtiendo la habitación de nuestros hijos en un área de exclusión, donde a menudo las nuevas tecnologías gravitan más que los padres.

Tomando en cuenta estas salvedades, nadie se prive de disfrutar de lxs carismáticxs personajes de la Casa Marvel.-

 

 

 

 

lunes, 24 de octubre de 2022

RESCATES
PARA CINÉFILXS 2.0
 

AND THE WINNER IS…

¡EL PIXEL SOBRE LA EMULSIÓN FOTOQUÍMICA!










 

La película fotoquímica fue el soporte que sostuvo los primeros 100 años de cine. Pero hoy por hoy el formato digital ha superado el estándar de calidad de aquel medio. 

James Cameron opina que en esta novedad encontró el recurso que el proceso fotoquímico no podía ofrecerle.

Y para confirmarlo bastaría con comparar la factura de las dos versiones de un film como “Clath of Titans” (1981, Desmond Davis, y 2010, Louis Leterrier), o reparar en las diversas utopías que la post producción digital ha permitido materializar - como la Tierra Media de los hobbits, la Escuela Hogwarts de Harry Potter, o el planeta Pandora de “Avatar” -, impensables en la era analógica. 

Aún así, todavía hay quienes prefieren procesar la película digital como si fuera analógica. 

A ese respecto, el talentoso Vittorio Storaro opina que “ser Director de Fotografía es ser Maestro de Arte”. 

El nuevo director de fotografía está obligado a dominar la tecnología que hoy rige la cadena de producción desde el rodaje a la proyección. 

Antes, este especialista era ese alquimista que guardaba el secreto de lo que se vería en pantalla al día siguiente, lo que le otorgaba mucha autoridad y poder. 

Robert Rodríguez opina que aquella modalidad colocaba al director en una condición semejante a pintar un cuadro a oscuras, porque, hasta que llegaba el copión, ignoraba el resultado de sus tomas. 

Cabe reparar en que el granulado en la película fotoquímica no para de moverse, mientras que el pixel es finito y exacto. Y ahora la copia es inmediata. 

El diseño del primer chip CCD se realizó en los Laboratorios Bell durante 1969, fue  perfeccionado por el técnico informático de Sony Akio Morita durante los 80s, y se consagró gracias al Movimiento Dogma 95’. 

Las primeras impresiones de aquella tecnología producían un efecto porno-documental-noticiero, como si uno estuviera dentro del propio plató de rodaje. 

La cámara digital, además de abaratar costos, es menos intrusiva en el espacio escénico. 

La película fotoquímica, por su costo, incrementaba la responsabilidad interpretativa de actores y actrices, baste con recordar el tour de force que produjo en su momento el rodaje de “El Arca Rusa” (2002, Aleksander Sokurov) 

La primera editora digital fue construida a pedido de George Lucas, y vendida en los 80s a AVID. 

Hoy lo digital produce una sensación de omnipotencia en un montador, ya que todo es posible. 

Antes un Departamento de FX se dedicaba a hacer sándwiches con capas de película, lo que producía que el resultado final se degradara. 

Películas como “Sin City” (2005, Robert Rodríguez) hubieran sido imposibles en soporte fotoquímico. 

A partir del año 2000 se fueron imponiendo en el mercado distintos modelos de videocámaras digitales: En 2005 la Génesis, en 2007 la Red - que posibilitaría en 2009 el rodaje de “Slumdog Millonaire” (2008, Danny Boyle), y la Alexa en 2010. 

Ante la impresión de que actualmente todo lo que se ve es irreal, vale la pena preguntarse ¿cuándo hubo en el cine algo real? 

En el formato de marras no hay copias sino clones. 

Actualmente el público joven ya no se preocupa por ver cine en un espacio de reunión. 

A la hora de reseñar la evolución del caudal informativo que reúne el nuevo formato, vale la pena repasar los 720 píxels del SD, los 1920 del HD, los 4096 del 4K, y los 5120 del Red Epic. 

La limitación que por el momento anotan los especialistas reside en su limitada duración útil en archivos, lo que - paradojalmente - aún recomienda guardar obras originales en su negativo fotoquímico. 

Resumiendo: En nuestros días cualquiera puede hacer un filme, pero no necesariamente bajo control de calidad.-

 

 

lunes, 17 de octubre de 2022

RESCATES

PARA CINÉFILXS 2.0


MARCO FERRERI

UN ADELANTADO DEL CINE ITALIANO





















“Si viviera en un mundo habitado por ángeles, carecería de sentido que mi cine provocase puñetazos en el vientre del público”. En estos términos solía presentarse el polémico director peninsular, acerca de quien el actor Michelle Placido, cuenta que “no amaba el pasado, era capaz de entrever en el presente los signos del futuro”. 

Ferreri ratificará dicha caracterización, afirmando “mi cine se aleja de los centros históricos, que hablan de recuerdos del pasado. Yo filmo en periferias que adelantan los signos de lo nuevo”. 

Y tan es así, que su obra profetizó la catástrofe medioambiental, la explosión del feminismo, la escalada de tensiones entre Occidente y el mundo musulmán (al que otorgaba mayor fuste espiritual) 

Oportunamente productor de títulos neorrealistas como “Il capotto” (1952, Alberto Lattuada), a partir de 1955 también fue capaz de estremecer al franquismo rodando en España tres obras de ácido humor negro. 

Como realizador, se identificó con el telúrico movimiento de los cantastorie (Ciccio Bussaca, Rosa Ballistreri, Otello Profazio), esa suerte de juglares mayormente meridionales, capaces de recorrer la campiña italiana narrando en sus canciones acontecimientos caros al sentir popular, ilustrados por carteles que escenificaban gráficamente tales testimonios.

Siempre provocador, en algún momento declaró - no sin razón - que “los actores norteamericanos hacen su trabajo, los italianos exhiben su forma de ser”. Y que el cine del Gran País del Norte ha aprendido casi todo del italiano. 

Y hasta se dio el lujo de producir a autores tan polémicos como Godard o Glauber Rocha. 

Su filmografía reúne obras tan revulsivas como “La Grande Bouffe” (1973), que hizo vomitar a Ingrid Bergman en su calidad de jurado. 

Este realizador que, encarando lo que definió como un cine - happening, fue capaz de mostrar a un grupo de personajes comiendo hasta reventar - con todas sus escatológicas consecuencias - o una castración con cuchillo eléctrico, también fue un fino analista del universo femenino, jugándose porque el futuro sería mujer.-



  

lunes, 10 de octubre de 2022

RESCATES

PARA CINÉFILXS 2.0

 

LA MÚSICA EN EL CINE

INDUCIENDO EMOCIONES
























El cine contemporáneo ha escalado tan alto a la hora de musicalizar adecuadamente un film, que hasta ha llegado a montar un piano sobre una terraza, con sus cuerdas tensadas a lo largo de la carretera contigua, y sujetas a un tanque de agua, produciendo una melodía que reverbera a lo largo de un valle aledaño otorgándole un eco inconseguible a semejante audacia, para ilustrar la muerte de un samurái. 

Porque el compositor de música para cine también es un narrador de historias, ya que la música es el corazón y el alma de la película. 

En el ambiente se la ha llamado “loción del alma”, dado que puede comunicar mucho más que las imágenes. 

Haciendo memoria, el cine nunca fue completamente mudo. Siempre hubo un teclado en las salas. El más famoso fue el de los órganos Wurlitzer, capaz de producir una música incidentalmente descriptiva. 

Cabe destacar, a su vez, que la banda musical nació para asordinar el traqueteo de los primeros proyectores (1895) 

Una de las primeras bandas orquestadas fue la de “King Kong” (1933, Merian C. Cooper), que aportó un tono dramático a imágenes de enorme ingenuidad.

Y una de las celebridades de este quehacer fue Alfred Newman, autor - entre otras partituras memorables - de la que acompaña el logo de la Fox.

El sonido clásico de Hollywood cuenta con un ingrediente llamado “rubato”, que otorga a la melodía lo que a la voz humana su inflexión. 

El compositor para cine recibe una consigna del director y una copia del film con time code para ir calculando la duración de los climas melódicos en base a la acción. 

A veces un mismo riff se repite con distinta intensidad durante la trama, como remarcando la identidad musical del film.

Los especialistas en la materia coinciden en que la banda compuesta por Álex North para “Un tranvía llamado deseo” (1951, Elia Kazán) marcó un antes y un después en la composición de música para cine. 

Entre las más famosas figuran la de Henry Mancini para “La Pantera Rosa” (1963, Blake Edwards), la de John Barry para la saga Bond, o la de Ennio Morricone para “El bueno, el malo y el feo” (1966, Sergio Leone) 

La que compuso Bernard Herrman para “Psicosis” (1960, Alfred Hitchcock) sigue dando que hablar, a propósito de aquella escena tan homenajeada como imitada de la bañera, en que el chirrido de los violines se asimila a las puñaladas. 

La sicología explica que los mismos centros neurológicos que liberan dopamina estimulados por el consumo de chocolate o la experiencia sexual, reaccionan ante la música, ese arte impalpable que despliega moléculas de aire. 

A menudo también la partitura guía los movimientos oculares de la audiencia cinematográfica. 

Hacia los años 60s se fueron descartando las composiciones clásicas en favor de la música original. 

Otro artista sumamente valorado es John Williams, compañero de ruta de Steven Spielberg en la mayoría de sus films, quien también se consagrara con la banda musical de “Star Wars” (1977, George Lucas), grabada en los Estudios Abbey Road consagrados por Los Beatles. 

Uno de los centros más importantes especializados en este quehacer es el Air Studio, montado sobre una vieja catedral para aprovechar su reverberación. 

Otros nombres que engalanan este metiere son Danny Elffman - quien pasaría de ser el frontman de su banda de rock Oingo Boingo a colega inseparable de Tim Burton, además de componer la cortina de Los Simpsons -, el veterano Hans Zimmer, y James Horner. 

El notable documentalista argentino Nicolás Prividera alguna vez declaró que, así como frecuentemente la locución en off induce qué pensar, la música suele inducir a qué sentir.-

 

  

lunes, 3 de octubre de 2022

 DOSSIERS 

 


¿HAY UN NUEVO “NUEVO CINE LATINOAMERICANO”?

 

Octavio Getino (Grupo Cine Liberación) hace uso de la palabra en el Festival de Viña del Mar, Chile, 1967

 

¿Juráis que no filmaréis un solo fotograma que no sea como el pan fresco,

que no grabaréis un solo milímetro de cinta magnética que no sea como el agua limpia? 

¿Juráis que no desviaréis vuestros ojos, que no os taparéis vuestros oídos,

frente a lo real maravilloso y lo real horrible de la tierra de América Latina y el Caribe, África

y Asia de la cual estáis hechos, y de la cual sóis fatalmente expresión? 

¿Juráis que fieles a un sentimiento irrenunciable de liberación, de la justicia, la verdad,

la belleza, no retrodeceréis frente a la amenaza de los fantasmas de la angustia, de la soledad, 

de la locura y seréis fieles antes que a nadie a vuestra voz interior?

 

Fernando Birri

Director Fundador de la EICTV, Escuela Internacional de Cine y Televisión, sobrenombrada de Tres Mundos: America Latina y el Caribe, África y Asia.

 

La primera mitad del siglo pasado significó un cambio de época en la cultura nostramericana, que se expresó en una transformación profunda de la concepción que los habitantes de esta parte del mundo teníamos de nuestra identidad. Dicho período estuvo signado por la decadencia de las repúblicas oligárquicas, la presencia de “la cuestión social’, la emergencia de gobiernos populares y desarrollistas, la frustración frente a los procesos regionales de modernización, así como la influencia del pensamiento europeo antipositivista y pesimista de fin de siglo. 

Desde la tercera década del siglo pasado, el ensayo latinoamericano y, posteriormente, la novela y el cuento rompieron con el positivismo predominante en el siglo XIX y su visión del mundo basada en la idea de progreso, que contenía la propuesta de modernizar América Latina para convertirla en un nuevo Estados Unidos. Los ensayistas más representativos de esta nueva sensibilidad son el argentino Martínez Estrada con su Radiografía de la pampa (1932), y el mexicano Octavio Paz, cuya obra más importante es El laberinto de la soledad (1950) Podría decirse que estas obras crearon el espacio imaginario y simbólico desde donde se desarrolló la literatura de Borges, Vargas Llosa, Rulfo, Onetti, y, en alguna medida, de García Márquez. 

El Séptimo Arte continental no sería ajeno a dicho fenómeno. Para ensayar alguna respuesta al interrogante que titula esta nota, recordemos que en 1958 se produjo el primer encuentro de cineastas de América Latina, en Montevideo, Uruguay, durante el Primer Congreso Latinoamericano de Cineastas Independientes. En aquel momento se creó la Asociación Latinoamericana de Cineastas Independientes (ALACI), que fue un antecedente del Primer Encuentro de Cineastas Latinoamericanos de Viña del Mar, en Chile.

Las cinematografías nostramericanas avanzaban hacia los años sesenta con una mayor tendencia hacia las ideas políticas y la conflictividad social. Entre los pioneros en la realización de este tipo de cine se encontraban el argentino Fernando Birri, el brasileño Nelson Pereira Dos Santos y los cubanos Tomás Gutiérrez Alea y Julio García Espinosa. En ellos se observaba la impronta del neorrealismo italiano con su mirada documental, el enfoque sociológico y el uso de actores no profesionales. Cabe destacar que Birri fundó el Instituto Cinematográfico de la Universidad del Litoral, que tuvo una importante influencia en ese nuevo cine.

Entre el 1 y el 8 de marzo de 1967, se celebró el V Festival Cinematográfico en Viña del Mar. Su momento clave fue el I Encuentro de Cineastas Latinoamericanos. Por primera vez se reunieron hombres y mujeres cineastas de los países latinoamericanos para trazar estrategias de realización cinematográfica en la región, a fin de que se potenciara una conciencia cultural propia. En este festival participaron, entre otrxs, el cineasta cubano Santiago Álvarez y el argentino Octavio Getino.

El Nuevo Cine Latinoamericano se diferenció notablemente del cine producido en la región entre los años treinta y los cincuenta, pues se orientaba mucho más hacia el “cine de autor” y tomaba distancia de los mecanismos comerciales. 

Ese encuentro de cineastas, productores y guionistas en Viña del Mar, sirvió de plataforma para la discusión acerca de la distribución de ese nuevo cine, del intercambio de obras e informaciones, y de la extensión de las actividades de las cinematecas y de los cineclubes nostramericanos. Se consideró que el cine era uno de los pilares básicos de la cultura de la modernidad, por lo cual era imprescindible intervenirlo con nuevas ideas descolonizadoras y militantes en contra del subdesarrollo y la dependencia.

En este texto nos enfocaremos en algunas películas de la más reciente producción regional. Es indudable que esta “cinematografía periférica”, como ha sido llamada, está experimentando un período de crecimiento, diversificación y maduración. Podría decirse que el cine nostramericano vive su época de mayor desarrollo, puesto que cuenta con decenas de directorxs cuya calidad se ha reconocido en nuestra región e internacionalmente. Así lo muestran los premios obtenidos en importantes festivales internacionales, la opinión de la crítica y la respuesta favorable de lxs espectadores.  

En la región, las cinematografías más importantes - por calidad, volumen de producción y afluencia de público - son la brasileña, la mexicana y la argentina. En segundo término, destacan la cubana, la colombiana y la chilena. 

Los éxitos de público han sido excepcionales en sus países. Se calcula, por ejemplo, que alrededor de 16 millones de brasileños vieron el filme Tropa de élite (2007, José Padilha), tanto en DVD como en salas, el cual oportunamente ganó el Oso de Oro a la Mejor Película, en la Berlinale; y Carandirú (2003, Héctor Babenco) también atrajo millones de espectadores. Amores perros (2000, Alejandro González Inárritu) tuvo una amplia distribución mundial que incluyó algunos países europeos, y permitió a su director realizar películas internacionales como Babel (2006) En Argentina, el impacto en el público y la crítica de El bonaerense (2002, Pablo Trapero) fue considerable. Tony Manero (2008, Pablo Larraín) en su momento obtuvo el premio principal del Festival de la Habana. Ha sido una de las películas más discutidas del cine chileno y recibió muy buena crítica en Francia y Estados Unidos. Más aún, telenovelas brasileñas como Avenida Brasil (2012, Ricardo Waddington; Amora Mautner; José Luiz Villamarim), realizadas por equipos de productores y actores de cine, han encontrado una gran teleaudiencia en Italia y China. La repercusión social de este cine se asemeja al que tuvieron en su época las películas neorrealistas italianas, que eran comentadas y ampliamente discutidas por el público, los medios de comunicación, e incluso  el parlamento.

Sin embargo, como señalara oportunamente Getino, la resonancia de las películas nostramericanas más exitosas ha sido casi siempre sólo nacional, en pocos casos regional, y su penetración en los mercados internacionales es aún limitada. 

Este cine muestra sociedades con generalizados y profundos procesos de desestructuración, incertidumbre, pérdida de referentes y sentidos, sumidas en hondas crisis sociales y morales. Si hay algo que caracteriza a estos cineastas es el hecho de que se inspiran en las crisis que viven en sus respectivos países. 

A la vez, la cinematografía en cuestión tiene un carácter testimonial, que la aproxima al cine documental.  En estas películas la violencia muestra sus múltiples rostros. En algunos casos, se denuncia la desmesurada coerción estatal, pero también aparece la violencia opaca e impersonal de las condiciones sociales distorsionadas. Estamos muy lejos del mito conservador del cine estadounidense tradicional, que es una celebración de la violencia que reproduce el orden social, mediante el aprisionamiento o destrucción de los “enemigos”, sean internos (antes eran indios y bandidos del western; hoy, gángster o delincuentes), o extranjeros (japoneses, alemanes, rusos, vietnamitas, ahora musulmanes… y pronto chinos) 

Este cine presenta un doble carácter: Por una parte es desmitificador, pues muestra las sombras y miserias de las principales instituciones y representaciones sociales; y por otra, una visión del mundo dramática, donde los personajes están situados en un laberinto de conflictos sin solución o con trágicos desenlaces. En este sentido, la identidad de este cine se ha construido en contraste con la del cine tradicional de Hollywood, y en general, con un cine de ficción, sin mayor relación con las condiciones e historias reales. Los guiones de casi todas las películas consignadas son presentados como interpretaciones fidedignas de sucesos reales, y el estilo de filmación es claramente realista. Revisemos brevemente algunos casos:

Cuba

Conducta (2014, Ernesto Daranas)

Este director es conocido por la buena impresión que causó su anterior película Los dioses rotos (2008) y con esta se puede asegurar que ha superado esas expectativas porque ofrece un retrato puro y honesto sobre la vida de algunos niños en una escuela cualquiera de La Habana, focalizando toda su atención en dos criaturas que ahí estudian, con distintos problemas de índole familiar, y en una maestra vocacional muy a gusto con sus tareas docentes, que ve próxima la fecha de su retiro. 

México 

Las búsquedas (2013, José Luis Valle) 

Venganza y redención. Esas son las dos palabras claves que recorren todo el relato de esta película del director de Workers (2013), salvadoreño radicado en México. Las búsquedas cuenta con la actuación estelar de Gustavo Sánchez Parra y Arcelia Ramírez e intervienen algunas otras caras conocidas en la cinematografía del país. La acción parte de un hecho repentino como es el robo de una cartera que contiene algo de un significado más importante que el que pueda tener el dinero. 

Los Ángeles (2014, Damian John Harper) 

El estadounidense Harper (Colorado, 1978) alcanzó el premio a la mejor ópera prima en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (México) con esta impactante película que nos habla sobre unas comunidades rurales en México que están atrapadas en sucesivos ciclos violentos sin que a simple vista se vislumbre una solución al respecto. Harper se ha desempeñado largo tiempo como antropólogo y ahora trata de documentar lo que ha contemplado, después de haber cursado estudios de cine en Alemania. 

Los minutos negros (2022, Mario Muñoz) 

Adaptación de la novela policial homónima de Martín Solares. Una historia de crímenes, violencia y corrupción saca a la luz un viejo caso de hace más de veinte años sobre un temido asesino en serie. Un periodista mejicano intentará descubrir la verdad sobre lo ocurrido con la ayuda de un agente de la ley. 

Costa Rica 

Yo soy Claudia (2014, Laura Astorga)

La costarricense Laura Astorga presentó esta ópera prima de ficción que, si bien se puede prestar a distintas interpretaciones, está muy centrada en lo que es el sentimiento infantil y en el significado que con frecuencia le dan los niños a algunas cosas que podemos estar haciendo los adultos con determinadas pautas de comportamiento. Esta cinta pasó por la Berlinale y es una amalgama de thriller político con rasgos intimistas acerca de una niña de 9 años pionera sandinista criada en el socialismo e hija de valiosos cuadros de la inteligencia revolucionaria centroamericana de los 80s. 

Ecuador

Feriado (2014, Diego Araujo)

Se trata de la ópera prima en largometraje de ficción de este realizador ecuatoriano que con varios cortos a sus espaldas que dejaban entrever una relevante calidad técnica y capacidad narrativa, da un paso más hacia adelante con una historia dramática que relata la llegada de Juan Pablo, un chico de 16 años, a la hacienda de la familia en los Andes donde está refugiado su tío, un banquero involucrado en un escándalo de corrupción, junto a su esposa e hijos adolescentes. 

Colombia

Mateo (2014, María Gamboa)

Tras haber estudiado cine en la Universidad de Nueva York y en La Femis de París, llegó el primer largometraje de ficción de esta realizadora colombiana. Mateo es una crónica de la peligrosa vida de un adolescente de 16 años metido en negocios turbios de la mano de su tío, quien lo ha introducido en el trabajo de extorsionar a comerciantes locales. Una vida llena de promesas, de acción, armas, autos y plata, lo tiene atrapado, obnubilado y a punto de ser expulsado del colegio. No podrá sorprender el buen manejo de la historia que nos ofrece la directora, si tenemos en cuenta que ya había trabajado como asistente de dirección en muchas otras películas, tanto rodadas en los Estados Unidos como en Francia. 

Brasil

Praia do futuro (2014, Karim Aïnouz)

Una historia de amor homosexual y desarraigo que arranca en Fortaleza y deriva en Berlín. De la playa brasileña y exhibiciones de cuerpos con aires de calendario gay al cielo de la capital germana, a lo Wim Wenders: estos son los escenarios del filme, con un socorrista - Wagner Moura - al que un día se le queda ahogado entre las aguas un motorista alemán.

Bacurau (2019, Juliano Dornelles y Kleber Mendonça Filho)

El pequeño pueblo brasileño de Bacurau intenta mantenerse aislado y alejado de las manos corruptas de los políticos. Pero su comunidad más dócil se ve interrumpida cuando un misterioso grupo de mercenarios ataca a la gente y su aldea, amenazando con borrarlos literalmente del mapa. No pasará mucho tiempo antes de que los eclécticos residentes se unan para eliminar a las fuerzas atacantes de la manera más cruel y sangrienta posible. Cargado de comentarios sociales pesados ​​y toques gore, Bacurau arroja tanta intensidad salvaje en la pantalla que no es de extrañar que haya sido un éxito en América del Sur.

Argentina

Nacidos Vivos (2013, Alejandra Perdomo) 

Este documental nos habla sobre un tema tan primordial como lo es el derecho a conocer la identidad de origen que cada unx de nosotrxs tenemos. En el imaginario popular argentino está instalada la idea de que la sustitución de identidad únicamente le ocurrió a lxs hijxs de desaparecidxs. Nada más lejos de la realidad. La práctica nos demuestra que por desgracia, el traspaso ilegal de hijxs que son inscritos con datos falsos está más extendido. 

El Bumbún (2014, Fernando Bermúdez)

Los esfuerzos que se llevan a cabo en Argentina para que las distintas provincias del país convivan con los mecanismos de producción y distribución que están regulados, van dando sus frutos y aquí nos encontramos ante una primera película cuya idea surge y se desarrolla en La Rioja capital. Se trata de un drama sobre el patriarcado mal entendido de un hachero alcohólico y autoritario en una inhóspita zona rural del noroeste argentino con la presencia del machismo, la miseria y la represión de la última dictadura militar. 

Boca de pozo (2014, Simón Franco) 

Drama interpretado en su papel principal por el actor Pablo Cedrón, que supone toda una reflexión sobre los excesos, tanto en el trabajo como en el tiempo libre disponible, y que fue rodado en Comodoro Rivadavia, en la Patagonia argentina. El relato se inicia y acaba en una planta petrolera cercana a esa localidad y en el medio de todo eso, una serie de cosas se suceden para mostrarnos cómo libera su angustia ese protagonista que está viviendo su vida como una carrera contrarreloj interna y desordenada. 

Bolishopping (2014, Pablo Stigliani) 

Pantalla Pinamar fue la ocasión idónea para presentar esta producción argentina protagonizada por Arturo Goetz, Olivia Torres y el actor boliviano Juan Carlos Aduviri, muy conocido por su papel en También la lluvia (2010, Icíar Bollaín) A través de la ficción, la historia denuncia el precario trabajo de inmigrantes bolivianos en talleres textiles de la Argentina bajo un régimen que en la práctica es de esclavitud. 

Camila saldrá esta noche (2021, Inés María Barrionuevo) 

La joven que da nombre al film se ve obligada a mudarse a Buenos Aires cuando su abuela enferma gravemente. Deja atrás a sus amigos y una escuela secundaria pública por una institución privada tradicional. El temperamento feroz pero prematuro de Camila se pone a prueba. 

Recapitulando, nuestro país posee, actualmente, una cantidad de estudiantes de cine superior a la de toda la Unión Europea, y con algo menos de lo que a Hollywood le cuesta hacer una película de bajo costo, se ruedan en el país entre 50 y 60 por año (de las cuales una buena parte logra una espectacular repercusión en los mejores circuitos de premios internacionales)

Si bien con otras particularidades, el fenómeno de reconocimiento y de aumento del número de realizaciones se da en otros países latinoamericanos, principalmente en Brasil y en México. En el primero de estos países, podemos citar el éxito (incluso comercial) de Central do Brasil (1998) de Walter Salles, y de películas que como Cidade de Deus (2002) de Fernando Meirelles y Kátia Luna o Amarelo Manga (2002) de Cláudio Assis, promueven relecturas de los sectores excluidos de esa sociedad, de la mano de una agilidad técnica y destreza narrativa antes inaudita. ¿Estamos presenciando los efectos de una ola de nuevos directores y de experiencias cinematográficas antes extrañas en Nuestra América?

Tal vez sea útil recordar que, hacia 1959, cuando el término nouvelle vague ya estaba bastante afirmado en Francia, el afamado Chabrol declaró que el mismo no era más que una invención de la revista L'Express para definir de alguna manera una generación de nuevos directores, pero que, de hecho, no existía ninguna nueva ola y que si, en todo caso, esa nueva ola existía, lo importante era saber nadar. Quizás lo mismo pueda decirse de esta “nueva generación" latinoamericana, pese a los intentos de amalgamar o de dar un sentido unitario a la misma. En ocasiones, ese sentido se ha buscado en la demudada realidad social y política regional. Así, Alfonso Cuarón liga la “explosión creativa” del cine nostramericano al fin de los gobiernos militares en la región. Según el mexicano, los grandes movimientos cinematográficos se sucederían unos quince años después de grandes cambios sociales. De este modo, así como el cine iraní habría logrado posicionarse tres lustros después de la caída del Sha, nuestro cine se afirmaría luego de que pasara igual período de tiempo desde las cruentas dictaduras de los años setenta y ochenta.

Más allá de concordar o no con dicha tesis, lo cierto es que el mexicano prefiere hablar de "explosión" para referirse a la nueva realidad cinematográfica de la región. La palabrita no es nueva ni ingenua. Por atrás de la misma se halla su par inglés, boom, que ya ha sido utilizado para explicar - o más bien para rubricar - la retumbante calidad de las producciones culturales nostramericanas. Ya en los años ’60 tuvimos el boom de la literatura de esta parte del mundo: un fenómeno editorial que internacionalizó a los escritores que aún hoy en día (ya sea como modelos a seguir o a matar) continúan siendo los patriarcas de las letras latinoamericanas.

¿Pero este boom es hijo directo de la redemocratización de Nuestra América? Comparar el momento histórico-político de aquel boom (el literario de los ’60) con el que, aparentemente, correspondería al del cine actual no podría dejar de ser más revelador. El boom de los ’60 parece ser el tiempo de lo promisorio. Por cierto, prestigiosos críticos y teóricos de la región, como Ángel Rama, han explicado el mismo por variables que hoy serían envidiables: aumento masivo del público universitario y, por ende, de la capacidad de lectores refinados; la existencia y auge de centros editoriales brillantes en Buenos Aires y México D.F., la promesa de cambio social que la Revolución Cubana del '59 aportó a la región. Contra ese tiempo de la esperanza, el aparente boom del cine nostramericano se da, obviamente, en circunstancias radicalmente diferentes.

Los tiempos hoy, de hecho, son otros, y por su lacerada criba han pasado frustraciones, terror oficializado (Pinochet, Videla, Stroessner...) y hasta una penosa guerra (Malvinas), sin hablar de una redemocratización formal y neoliberal que llevó ya sea al colapso económico (Argentina) o a un desarrollo que más bien parece aprovecharse de la desigualdad social antes que buscar erradicarla (repárese en casos como el de Brasil, decimosegunda economía mundial y ,a la par, quinto país más desigual del planeta)

Ante este panorama, no llama la atención qué es lo que se respira en este cine. Tanto en La ciénaga (2001, Lucrecia Martel), como en otras realizaciones - entre ellas la formidable Whisky (2004) de los uruguayos Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll - no sólo podemos encontrar referencias explícitas o laterales a la debacle continental, sino también adentrarnos en un clima viscosamente espeso y refractario a todo glamour. Por cierto, desde el uruguayo Onetti o el norteamericano Faulkner, ya sabemos que la descomposición y la precariedad son, estéticamente, más ricas que la armonía y la seguridad; una lección que este cine utiliza para corroer el aparente calmo velo de lo cotidiano y exponer, tras el mismo, la percudida y conflictiva trama social que esa cotidianeidad dejaba oculta. Así, no sólo se trata, en Martel, de la recíproca hostilidad entre padres e hijos, sino que esa reciprocidad se desplaza también a otras series, la de mujeres y hombres por ejemplo, o, incluso, a la de “indios” y descendientes de europeos: todo un conjunto de relaciones que Martel (des)teje a través de un saber no sólo de imágenes sino también discursivo, un claro saber sobre el diálogo entre géneros y clases sociales que nos lleva a preguntarnos si el "nuevo cine argentino" no podría descender del (trunco) deseo cinematográfico de Manuel Puig. Por otro lado, más allá de la impactante Cidade de Deus (por la cual Meirelles ha sido en ocasiones acusado de maquillar o “cosmetizar” la realidad social brasileña), Amarelo Manga de Assis, nos depara frente a una Recife sórdida y a una vasta galería de personajes marginales exhibidos (al  igual que Martel y a pesar de las diferencias formales) de manera impecablemente impiadosa (¿la regla?: intentar no caer en ningún cliché, en ninguna tranquilizadora redención)

¿Estos trazos en común, indicarían entonces que, de hecho, existe un boom del cine nostramericano?

Daniel Burman, director que con El abrazo partido (2006) logró el premio especial del jurado en el festival de Berlín, ha deslegitimado, por lo menos para el caso de su país, la Argentina, esta idea. Más que de boom, una categoría que nada explica y que sólo percibe el fenómeno, habría que hablar - afirma Burman - de espacios de resistencia. El boom, de hecho, no surge ex nihilo, y tendría que ver tanto con una historia de cine consolidada (que ha tenido, si se quiere, diversas eclosiones a lo largo de estas últimas décadas), como a políticas públicas de apoyo estatal (el caso del cine brasileño) o de fondos de fomento generados a partir de los propios ingresos de cine (el caso de Argentina)

Sin embargo, contra Burman, habría que decir que la comprensión del fenómeno como boom parece inherente al raudo proceso de internacionalización del cine nostramericano. Por cierto, para el francés, japonés, o australiano que elige un “film argentino” (como podría elegir un "film coreano", “un film mexicano” o un “film iraní”) se trata más bien de una apuesta por el cine de la diversidad - contrario a las leyes masificadoras de Hollywood - antes que una elección guiada por el conocimiento acabado de la génesis y razón de determinado cine "nacional".

De modo tal que, si bien actualmente no es apreciable un fenómeno cohesionado que proponga cónclaves o manifiestos capaces de actualizar una mirada continental común, resulta evidente que la irrupción del cine digital ha propiciado el debut de incontables autorxs, la mayoría de lxs cuales tiende a remitirse al espíritu testimonial y contestatario que caracteriza al arte de nuestra región.

Lo indiscutible, en todo caso, es que Nuestra América está potenciando cada vez más su cine. Casi todos sus países han aprobado ya nuevas leyes cinematográficas y los que no, las están preparando. Además, nuestro cine está triunfando. Triunfa en festivales, triunfa entre el público… Tiene una presencia cada vez más importante en las pantallas mundiales. Nuestro idioma viaja, y viaja bien. Tenemos que ver los unos las películas de los otros. Como en tantos aspectos de la vida cultural, acaso en este remoto y castigado enclave del planeta resida hoy uno de los máximos reservorios de vitalidad de nuestra especie.-



Promo de la imperdible producción boliviana de Rodrigo Bellot

 

  

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