DOSSIERS
UNA VISIÓN NO ONANISTA DEL PORNO
1 - Entrando en calor
Una plataforma de divulgación masiva - seria pero sin pretensiones académicas -, a la hora de abordar el tema que nos ocupa bien podría partir expresando desde el más absoluto sentido común que el porno también es cine, y por ende merece no quedar exclusivamente reservado a un deleite privado o secreto, capaz de eludir análisis medianamente rigurosos.
Esta nota ensayará algo así, sobrevolando tabúes y estigmas que pesan sobre el género, emanados desde usinas de opinión generalmente afectas a ostentar virtudes públicas y disimular vicios privados.
Aproximándonos a la cuestión desde la vulgata, y apoyándonos en una categorización cinéfila, podríamos arriesgar que el porno es al erotismo lo que el gore[1] al terror: Un tipo de cine que recurre al registro de sexo explícito, ora en clave soft ora en clave hard. Ampliaremos esto último.
El público que se asoma sin remordimiento a sus múltiples variantes - algunas sumamente vulgares y otras bastante sofisticadas, ya sea que vayan al grano o exhiban pretensiones narrativas - deberá admitir que, desde sus orígenes, se ha tratado de un fenómeno mayormente dirigido al goce masculino y - por ende - plagado de contenidos desembozadamente patriarcales, que tanto menoscaban la imagen femenina como alimentan una supuesta virilidad signada por mitos como el tamaño del pene o la erección infalible, que tanto estrago han causado en los varones a lo largo de la Historia.
2 - El porno en la Era Analógica
Como es de público conocimiento, los inventores del cinematógrafo fueron los hermanos Lumière. Se trató básicamente de una cámara tomavistas que permitía registrar imágenes en movimiento y luego proyectarlas. Por medio de dicho aparato, el 28 de diciembre de 1895 en el Salón Hindú (de ahí el nombre de nuestro blog) del parisino Boulevard de Capuchinos, realizaron una proyección de cortos consistentes en una sola toma ininterrumpida y sin otra pretensión que la descriptiva. La novedad causó sensación en la platea.
Desde entonces a la aparición del cine
pornográfico no pasó demasiado tiempo. Se cree que la primera película del
género fue Le coucher
de la mariée, filmada en 1896 en Francia. Muestra a una esposa que
se desviste en su luna de miel mientras su esposo la espera con ansias. Se ignora
cómo termina, ya que a la fecha solo se conservan 2 de los 7 minutos del filme.
La película debutó el 26 de noviembre y fue dirigida por Albert Kirchner bajo el seudónimo de Lear. Su protagonista femenina
fue Louise Willy y la fotografía
estuvo a cargo de Eugéne Pirou.
Se cree que su autor fue el mentor de una compañía llamada Lear and Company, que en 1901 fue procesada en El Cairo por comercializar ilegalmente imágenes pornográficas. Irónicamente, el hombre no solo se convirtió en el primer pornógrafo del Sétimo Arte, sino que también colaboró en el primer proyecto cinematrográfico de carácter cristiano. La iniciativa fue de la Iglesia Católica de Francia y estuvo a cargo de Michel Coissac.
En los tiempos que corren, tales filmaciones no serían consideradas pornográficas, sino a lo sumo eróticas. Con el paso de los años el cine porno se iría volviendo cada más explícito, a la vez que se irían generando regulaciones jurídicas en torno a su producción. En la actualidad el cine porno es toda una industria millonaria y las polémicas éticas que despierta no son menos intensas que al inicio.
Otra de las primeras películas porno fue Après le bal, creada y estrenada en 1897 por el célebre pionero de la narración audiovisual Georges Méliès. Allí se muestra a una mujer que se desviste y toma el baño con la ayuda de una sirviente. Quien lo hace es la actriz Jeanne d’Alcy, esposa del propio Méliès, y la sirviente es Jane Brady.
En "Black and White and Blue" (2008), uno de los más profundos intentos de documentar los orígenes del intercambio clandestino de cine para adultos, Dave Thompson recopila evidencias de que la industria del cine porno surgió en los burdeles de Buenos Aires y otras ciudades de Sudamérica hacia comienzos del Siglo XX, extendiéndose rápidamente por Europa central en los años siguientes; sin embargo, no existen copias de ninguna de estas películas. Según afirma Patrick Robertson en Film Facts, la primera película pornográfica de la que se conoce fecha exacta es A L'Ecu d'Or ou la bonne auberge, filmada en Francia en 1908; la historia presenta a un exhausto soldado que tiene una cita con una doncella en una posada. La argentina El Sartorio podría ser incluso más antigua; se estima que fue rodada entre 1907 y 1912. Robertson también destaca que "las películas más viejas que han sobrevivido hasta nuestros días se encuentran en la America's Kinsey Collection". La película alemana Am Abend (1910) es "una película que comienza con una mujer masturbándose sola en su habitación, que enlaza con escenas de ella misma practicando sexo vaginal, oral y anal con un hombre".
El cine porno se expandió ampliamente en la época del cine mudo de los años 1920, siendo proyectado habitualmente en casas de citas. Declaradas ilegales al poco tiempo, las películas para adultos también fueron producidas clandestinamente por aficionados durante mucho tiempo a partir de los años 1940. El procesado de dichas películas consumía tiempo y recursos considerables, con individuos usando sus bañeras para lavar la película cuando las instalaciones de procesado (a menudo ligadas al crimen organizado) no estaban disponibles. A partir de ahí, las cintas circulaban de forma privada entre propietarios, bajo pena de prisión en caso de ser descubierto viendo una de estas proyecciones o simplemente poseyéndola.
La posguerra fue testigo de avances que favorecieron el crecimiento de este mercado. La innovación tecnológica, en especial la introducción de los nuevos formatos de 8mm y Super-8, redundaron en una difusión del cine aficionado, y consecuentemente aparecieron emprendedores para proveer el mercado del cine lujurioso. En Gran Bretaña, las producciones de Harrison Marks eran "softcore", pero consideradas subidas de tono en los años 1950. En Europa, las películas eran más explícitas. Lasse Braun fue un pionero en las producciones a color de calidad, las cuales fueron distribuidas inicialmente gracias a los privilegios diplomáticos de su padre.
Contemporáneamente, esta redituable industria vivió su época dorada entre los años 1960 y 80, consagrando en el Gran País del Norte a estrellas del género como el legendario John Holmes (a quien recuerda el imperdible filme Boogie Nights), las hermanas Ginger y Amber Linn, el caricaturesco Ron Jeremy, la hoy devenida en actriz de comedia Tracy Lords, la protagonista de la saga Taboo Kay Parker, la heroína del film Garganta Profunda Linda Lovelace (que hoy también cuenta con su biopic), o la longeva y aún activa Nina Hartley.
Italia no se quedó atrás, lanzando al estrellato a la después porno diputada Ilona Staller (más conocida como Cicciolina, y en foto que encabeza este apartado), al actor y productor Rocco Siffredi, o a la famosa modelo y presentadora de televisión Moana Pozzi.
Argentina tuvo - y tiene - lo suyo con la patagónica estrella Fiamma, el omnipresente galán Roberto Solano, la internacional Ana Touché, o la protagonista de un espectáculo de sexo grupal en el conocido sex shop porteño Butt Man Milena Hot. Y directores como Sibilo Camps, César Jones, o el ya mítico Víctor Maytland (en foto que encabeza el apartado siguiente), quien ilustra el panorama actual de la industria específica local con declaraciones como la siguiente:
“El trabajo disminuyó un 90%. Sobrevive únicamente porque es un género de cine, y los géneros nunca mueren. Ponéte a pensar que antes se filmaban como 10 películas en un año. Ahora con suerte filmás una y eso no te garantiza que te vaya bien, de hecho perdés mucha guita. Internet invadió al consumo personal. En 2010 empezó a derrumbarse y ahora está en su apogeo. Por eso me puse una radio que trasciende lo porno”.
Hoy Estados Unidos es el mayor productor y consumidor de cine porno mundial, localizándose su epicentro en el área conocida como San Fernando Valley, frecuentemente también denominada como Porn Valley, situado en la ciudad de Los Ángeles (California), también conocida como “capital mundial del porno”. En 2005, la facturación de la industria del porno estadounidense superó notablemente a la de la industria cinematográfica convencional de Hollywood.
No está de más recordar que también circulan dibujos animados pornográficos - a menudo “discretamente” producidos por las empresas majors de la industria del entretenimiento infantil -, destacándose los de producción japonesa, conocidos como hentai.
3 - Para todos los gustos
Para enriquecer el panorama de quienes lean esta nota, vale la pena reseñar una sucinta - e incompleta - lista de subgéneros del porno (plagados de términos en inglés), que ofrece tantas o más variantes que el cine mainstream. Algunos de ellos son:
Big Boobs - Damas con senos muy voluminosos.
Bisexual - Como puede deducirse, escenas de acoplamiento sexual sin alternando sexos.
Bondage - Sadomasoquismo refinado.
Bukake - Eyaculación grupal sobre cuerpos o rostros de cualquier sexo.
Gonzo - Género en que lxs protagonistas se dirigen al o la espectador/a involucrándolxs en la escena.
Interracial - Por lo general, interacción entre gente blanca y de color.
Corrida - Cuando el énfasis está puesto sobre la eyaculación masculina o femenina.
Creampie - Eyaculación múltiple sobre el vientre o el trasero de alguien.
Cuckold - Adulterio consentido.
Fisting - Introducción de un puño en ano o vagina.
Gang Bang -Grupo de personas interviniendo sexualmente sobre alguien.
MILF (mother i like to fuck) - Sexo con mujeres maduras.
Old and young - Gente mayor con gente joven.
Pegging - Penetración femenina con prótesis sobre el varón.
Pissing (o lluvia dorada) - Escenas de orina sobre un cuerpo.
Porno blando - Escenas que se detienen en el juego amoroso.
Porno duro - Escenas generalmente salvajes, a menudo de corte violatorio.
Pregnant - Sexo con mujeres embarazadas.
Transgénero - Sexo con travestis, transexuales o cross dressers (hombres indumentariamente feminizados)
Swinger - Intercambio de parejas.
Voyeurismo - Escenas de sexo contempladas por algún/a observador/a no participante.
Y un laaargo etcétera…
Como era de prever, en el Siglo XXI la circulación de registros de sexo explícito profesional y amateur gratuito desde Internet hoy es tal que prácticamente ha asfixiado a la producción de material con pretensiones argumentales.
Así, últimamente desde EEUU se han inundado las redes con perfomances de las versátiles estrellas maduras Deauxma y Syren De Mer, la fogosa Gianna Michaels, las especialistas en sexo incestuoso Marianne Flowers y Rachel Steele, la superdotada travesti Gia Darling, la atlética rubia Cori Chase, la aniñada Dillion Harper, la rubicunda Analee Sands, o la voluminosa afrodescendiente Masserati, por nombrar solo a un puñado.
España, por su parte, ha promovido galanes y estrellas no profesionales - como el internacionalmente famoso Jordi El Niño Polla o la pulposa Montse Swinger - desde el popular portal FaKings. Y también ha sorprendido al mundo con la jovencísima y talentosa - ahora ex actriz porno devenida en influencer feminista y poliamorosa - Amarna Miller (en la foto que encabeza este apartado), Licenciada en Artes y gran conocedora de las luces y sombras del género que nos ocupa: https://www.dailymotion.com/video/x5x7drx
Alemania aporta lo suyo con la exótica y audaz como pocxs Lou Nesbit, mientras que nuestro continente aporta a la portentosa colombiana Ariella Ferrera, las travesuras de la lolita mexicana Mia Marin y su novio, y la polifuncional estrella argenta Perla López.
5 - ¿Un porno para la Revolución de las Hijas?
El debate sobre este género tradicionalmente se ha establecido sobre la dicotomía peligro/placer que implica la sexualidad de las mujeres. Las abolicionistas norteamericanas, por ejemplo, abogaban por la prohibición de la pornografía e insistían en la dimensión del peligro con sentencias como “la pornografía es propaganda sexista” o “la pornografía es la teoría y la violación es la práctica”. Según esta lógica, el porno sería un instrumento más de perpetuación “del derecho sexual de los hombres sobre las mujeres”.
A propósito de eso último, nuestra plataforma
recomienda el visionado de la película sueca Pleasure (2021, Ninja Thyberg), una de las
aproximaciones más honestas realizada por la ficción sobre la moderna industria
del porno, encarada desde una mirada femenina y crítica:
https://www.youtube.com/watch?v=BWz7xllQXgY
Como reacción surgió una corriente feminista que se manifestó contraria a esta postura, sosteniendo argumentos como el siguiente “No basta con alejar a las mujeres del peligro y la opresión; es necesario moverse hacia algo: hacia el placer, la acción, la autodefinición. El feminismo debe aumentar el placer de las mujeres, no solo disminuir nuestra desgracia”. Las feministas pro-sex identifican el placer como un elemento fundamental de la liberación de las mujeres y cuestionan la capacidad del “Estado patriarcal” para garantizar su bienestar.
Ambas posturas comparten la crítica al porno mainstream[2] por considerar que las mujeres no son sujeto nunca. “Está hecho por y para hombres y los ideales que representa son heteropatriarcales”, comenta la ya citada actriz Amarna Miller, que asegura creer en un “porno ético”, en el que “lo realmente importante esté tras las cámaras: seguridad laboral y un marco legal y consenso”.
La experiencia de intentar prohibir la pornografía “nos enseñó que jamás debemos utilizar las armas de la derecha y que la censura se vuelve en nuestra contra”, sentencia Itziar Ziga. La activista, escritora y periodista se refiere a la coincidencia, aunque con diferentes objetivos, de la postura del feminismo antipornografía con la derecha estadounidense, pues esta comenzó a utilizar los mismos argumentos para coartar los derechos reproductivos de las mujeres, como el aborto, y los de gays y lesbianas.
Adhiriendo a esta línea argumental se ha manifestado Gayle Rubin, que identifica una “jerarquía sexual” a la que contribuyen las que llama “leyes sobre el sexo”, como las de regulación de la pornografía. Esta estratificación sexual, afirma, ubica en el “lado bueno” al heterosexual en matrimonio monógamo y del “lado malo a los travestidos y transexuales, fetichistas, los que tienen sexo por dinero o sadomasoquistas”. De hecho, una de las controversias del feminismo actual estriba en si determinadas prácticas como estas últimas deben ser representadas.
Partiendo del alto número de mujeres que cada año son asesinadas y agredidas sexualmente, las escenas en las que una mujer aparece humillada, vejada o incluso penetrada sin su consentimiento ¿deben ser permitidas?, ¿hay límites en la representación de las fantasías sexuales? Una lógica respetuosa de la condición humana en todas sus dimensiones conduce a pensar que no debería permitirse material pornográfico en el que tienen lugar violencias, a menudo extremas.
Desde esa perspectiva puede convenirse que la representación no puede ir en contra de los derechos humanos ya que, pese a que la sexualidad es un elemento fundamental de la vida, alguna regulación debería impedir la glorificación de una dinámica en la que los cuerpos de las mujeres se ponen exclusivamente al servicio del deseo masculino. En su apelación al deseo del consumidor, existe gran similitud entre el material pornográfico y la publicidad, toda vez que el porno modela los deseos sexuales y las mujeres están ahí para ser consumidas.
Desde las antípodas de este pensamiento, las feministas pro-sex - para las que es fundamental diferenciar entre la representación de la violencia y la violencia misma -, la clave reside en separar ficción y realidad, y propender a un consumo responsable del porno como de cualquier otro contenido.
En tal sentido, dado que en el porno convencional la mirada es la del hombre y las mujeres son objeto, por eso se puede grabar un coito muy normal cargado de violencia y una escena de dominación desde el punto de vista feminista, todo depende de la mirada.
No obstante, ambas perspectivas coinciden en que el problema del porno mainstream es que reproduce un único modelo de sexualidad y es la única educación sexual que tienen los jóvenes.
Acaso la diferencia resida entre libertad y voluntad, ya que hay realidades sociales que reducen el espacio de la libertad aunque los individuos acepten instrumentalmente esa realidad. Resulta harto evidente que la precarización económica y cultural generada por el capitalismo salvaje lleva a mucha gente a hacer contratos que no la beneficia ni son aceptables por las consecuencias que acarrean.
Lo cierto es que últimamente en el porno la presencia femenina detrás de cámaras ha crecido exponencialmente. Erika Lust, Irina Vega, Anneke Necro, Paulita Pappel, o Vex Ashley, entre otras, son actualmente una referencia de este género. Todas ellas han irrumpido en el mundo del “cine para adultxs” con el fin de poder visibilizar fantasías eróticas ajenas a la norma heteropatriarcal. Su meta es brindar contenidos que logren compatibilizar lo erótico con una perspectiva de género.
Es indudable que hasta no hace demasiado tiempo la industria del porno ha estado liderada mayoritariamente por hombres cisgénero blancos. Tal es la causa de que esté surgiendo un porno ético y feminista, capaz de ofrecer sexo explícito, pero con cuerpos y prácticas diversas, basadas en experiencias consensuadas que vayan más allá del mero exhibicionismo genital o función fisiológica, y prescindan de las temáticas, imágenes y estereotipos habituales.
“Las mujeres queríamos hacer algo diferente del porno hecho por hombres para subsanar deficiencias en la industria ‘mainstream’. Queríamos porno hecho con más preocupación por el bienestar de lxs performers y toda la gente involucrada, que todxs lxs que participasen en la película fuesen pagadxs adecuadamente y que el trabajo sexual se realizase en un entorno seguro. Queríamos películas eróticas en que el sexo no estuviese agobiado por estereotipos de género, actos sexuales repetitivos o mecánicos, o formas corporales estereotipadas”, asegura Erika Lust, directora sueca de cine para adultos y mentora de la productora Lust Films.
Y agrega que “mucha pornografía heterosexual dirigida por hombres representa primeros planos de la performer y su vagina, y el hombre es básicamente un pene sin cabeza, ¡a menudo ni siquiera ves su cara! Cuando los hombres heterosexuales están haciendo y dirigiendo películas para adultos, a menudo se dirigen al espectador hetero y su placer. Mientras que cuando nosotras tenemos el control, evitamos mostrar a las mujeres como un espectáculo o como un objeto pasivo de una mirada depredadora”.
Por ese motivo, el creciente movimiento del porno feminista busca crear un espacio positivo hacia el sexo para que las mujeres reivindiquen su sexualidad, placer y deseos. Reclaman la ruptura con los cánones de belleza impuestos por la sociedad y buscan la posibilidad de mostrar cuerpos no normativos.
Por otra parte, una de las ideas más dañinas sobre el sexo representadas en la típica película porno es que solo hay una forma correcta de tener relaciones sexuales y disfrutar del placer. “¡La sexualidad humana puede ser mucho más que eso! El sexo no es solo un acto mecánico centrado en los genitales. Creo que hay una gran falta de películas que retratan la seducción, la química, el juego genuino, el consentimiento mutuo y la comunicación en el sexo”, concluye Erika Lust.
Sin duda, un porno alternativo, ético y feminista, donde el placer sea democrático, es posible y, afortunadamente, está ganando cada vez más público.
6 - En tiempos de post porno
Se llama postporno a un movimiento que tomó fuerza a partir de 2003, desde la primer Maratón Postporno en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) El objetivo de esta corriente es la reapropiación feminista y queer[3] del porno para representar cuerpos y sexualidades no normativas que no están incluidas en la industria.
Sus defensores lo definen como “el proceso de devenir sujeto de aquellos cuerpos que hasta ahora solo habían podido ser objetos abyectos de la representación pornográfica: las mujeres, las minorías sexuales, los cuerpos no-blancos, los transexuales, intersexuales y transgénero, los cuerpos deformes o discapacitados”.
El movimiento se caracteriza por tener una intencionalidad política y estar vinculado al mundo del arte y el activismo para crear alternativas a la representación sexual tradicional.
En nuestro país, la primer experiencia de este tipo que trascendió tuvo lugar en Julio de 2015 y en pleno hall de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, cuyas autoridades respondieron a sus detractores expresando que “las actividades realizadas en el marco del ciclo cultural Miércoles de Placer fueron organizadas por el Área de Comunicación, Géneros y Sexualidades de la Carrera de Ciencias de la Comunicación, integrada por investigadores/as, docentes y estudiantes de la casa de estudios".
El área en cuestión trabaja temáticas referidas a los géneros y las sexualidades desde 2012, con una perspectiva crítica que problematiza las visiones hegemónicas al respecto. Desde entonces, lleva desarrollados una gran cantidad de debates e intervenciones performáticas.
Su declaración agrega que, en este caso, “la actividad Posporno fue programada, al igual que las anteriores, en un espacio áulico cerrado, como una intervención artística de vanguardia acompañada de debate académico".
"La universidad pública constituye un ámbito de libertad irrestricta, pluralidad ideológica e intercambio permanente de ideas. Se trata de una comunidad integrada por personas adultas que asisten a cada aula, auditorio o espacio de uso público con pleno conocimiento de los contenidos de cada propuesta", continúa el texto.
También desmiente enfáticamente las versiones que señalaron la presencia de menores de edad y niega cualquier direccionalidad partidaria de un hecho que, según expresan, pretendió tener un sentido artístico, político y académico.
Sin embargo, el Ministro de Educación de entonces, Alberto Sileoni, consideró que tal demostración merecería una sanción.
Aquel posicionamiento oficial no hace más que recordarnos que muchos fenómenos que encuentran fundamento al interior de élites cultas, generalmente tardan bastante en ser naturalizados por el común de una sociedad, y que no abundan funcionarixs con la suficiente amplitud de criterio ni capacidad argumentativa para hacer docencia ante la opinión pública contribuyendo a remover ciertos tabúes.
Resumiendo - y obviando mayores debates sobre su legitimidad -, si algo está claro es que a partir de la radicalización de la lucha antipatriarcal, el porno ya no será el mismo. Y esa no es una mala noticia.-
[1] Sub género cinematográficos del terror con recreación en las
escenas sangrientas.
[2] Convencional,
masivo.
[3] El término engloba a todo aquel que se considere a sí mismo por fuera del binarismo de género, 'hombre/mujer', es decir, que no se siente ni hombre ni mujer, al menos no completamente.
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