RESCATES
PARA CINÉFILOS 2.0
CAZUELA DE HORROR A LA ESPAÑOLA
“… no sería aventurado deducir que si los films son considerados como una suerte de sueños,
el cine de terror en su conjunto
puede aparecer como las pesadillas del medio que lo produce”.
Alberto Farina,
“Sobre el cine de terror”
(Ediciones de la Vía Regia)
Dentro de la nutrida grey de acólitxs del cine de género - y muy particularmente del cine de terror -, abunda gente alfabetizada por el cánon narrativo hollywoodense, que ha amoldado sus consumos a dichos parámetros, y considera de mal gusto, o directamente descartable, toda producción ajena a ese mainstream que pretenda emular algunas de las temáticas a las que nos tiene acostumbrados esa supuesta meca del Séptimo Arte.
Algo de eso ocurre con cierto prejuicio contra el cine de terror español, que tuvo su edad de oro desde los tempranos 70s (“La Noche de Walpurgis”, 1971, León Klimovski) - en 1975, por ejemplo, España produjo 104 films de los cuales 25 fueron de terror - por lo menos hasta los primeros 80s (“Mil gritos tiene la noche”, 1982, Juan Piquer Simón), y vive un próspero revival desde mediados de los 90s (“El Día de la Bestia”, 1995, Álex De la Iglesia)
La Cartuja de Talamanca de Jarama (Madrid), habría de ser el gótico escenario escogido por los pioneros de la corriente en cuestión, que contó con el aporte de talentos como Paul Naschy, Jesús Franco, Amando de Ossorio, “Chicho” Ibañez Serrador, y herederos como Jaume Balagueró o Paco Plaza.
El joven cineasta ibérico Manuel M. Velasco opina “que la primer película de la Historia del Cine es una película de terror. La llegada del tren de los hermanos Lumiere es una película de terror. Porque produjo terror en la platea”.
Howard Phillips Lovecraft en su canónico ensayo sobre “El Horror en la Literatura”, editado en 1939 por su albaceas August Derleth, suelta una sentencia que ha signado a numerosas producciones de este género: “La emoción más antigua de la humanidad es el miedo, y el más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido”.
Uno de los tópicos fundamentales a considerar es la tendencia primigenia del movimiento de marras a emular los patrones estético - narrativos acuñados en los años 30 por la Universal Pictures y en los 70s por la Hammer Films (vampiros, momias, hombres lobo), paulatinamente superados por el rescate de mitos propios, como puede advertirse en la saga de los caballeros templarios cuyos títulos ilustran esta nota.
Nadie que ame el terror clásico debería privarse de tales joyitas.-
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