lunes, 15 de mayo de 2023

CRÍTICAS 

O corpo aberto

LA EFICACIA DEL FOLK HORROR

El misterioso pueblo inventado por el escritor gallego Xosé Luis Méndez Ferrín para el libro Arraianos, cobra vida en este debut cinematográfico de la directora Ángeles Huerta, asturiana afincada en Galicia, que utiliza la historia y ese territorio limítrofe para indagar en el concepto de frontera en Cuerpo abierto (O corpo aberto, 2022: https://dontorrent.tv/pelicula/26293/Cuerpo-Abierto), filme co producido por RTVE, que llegó a los cines a fines de 2022.

Popularmente conocido como A Raia, el límite entre Galicia y Portugal es un espacio en el que lo diverso y lo identitario se funden. Ahí tiene lugar la historia en cuestión. “ese espacio mágico donde no solo se difuminan las identidades nacionales y lingüísticas (…) sino también donde se desdibujan las fronteras entre masculino y femenino o incluso entre la vida y la muerte”, según Huerta. 

Terror y drama rural confluyen en este relato, situado en 1909. Su trama nos presenta a Miguel (Tamar Novas), maestro joven destinado a un pequeño pueblo de montaña ubicado en la citada frontera, denominado Lobosandaus, aldea inhóspita y apegada a pretéritas tradiciones. Se trata de un hombre racional - como el Ichabood Crane de Washington Irving en su Leyenda del Jinete Sin Cabeza -, quien no consigue controlar su instinto masculino y, a medida que se aproxima el invierno, es testigo de cómo la oscuridad se adueña de todo en derredor, en tanto que se ve subyugado por la intrigante Dorinda. 

En un paraje donde impera la superstición, la extraña muerte de un vecino del pueblo libera a un espíritu en busca de un cuerpo que le permita prorrogar su existencia, lo cual llevará a Miguel a poner en duda la línea divisoria entre el mundo de los vivos y el de los muertos. 

El actor compostelano encabeza un elenco gallego-portugués que protagoniza esta historia de folk horror situada a principios del siglo pasado, encarnando a un maestro novato que posee una mentalidad científica y racionalista que le dificulta entender que aquella comunidad dé por cierto que los espíritus de los muertos puedan permanecer entre los vivos haciéndose de otros cuerpos. 

La actriz de Vigo María Vázquez, da vida a Obdulia, una vecina postrada cuya dolencia deviene en el "cuerpo abierto" del título, al ser habitada por el espíritu de un capador de cerdos portugués, lo que ha de llevarla a comportarse como él.

La portuguesa Victoria Guerra es la protagonista femenina de la película, que da vida a Dorinda, la cautivante mujer casada que captura la atención del maestro, pero termina en brazos de Obdulia, ahora poseída por el difunto amante de la primera. 

Pero detengámonos a considerar los alcances del término folk horror - categoría en la que se inscribe el filme en cuestión - en su contexto moderno, aunque se haya utilizado antes en referencias al folclore y al arte. 

Este sub género del terror parece haber sido creado por Piers Haggard en una entrevista de 2003 con la revista Fangoria - decana del cine fantástico -, en referencia a su propia película de 1971 The Blood on Satan's Claw. El término fue popularizado más tarde por Jonathan Rigby y Mark Gatiss en el episodio “Home Counties Horror” de la serie documental de 2010 A History of Horror. En él, se mencionan tres películas en relación con el folk horror y, como tales, se han convertido en la trinidad impía de esta categoría, a saber, Witchfinder General (1968, estrenada en Argentina como El Conquistador Gusano, en alusión a un poema de Edgar Alan Poe, y estelarizada por el carismático  Vincent Price), la citada The Blood on Satan's Claw (1971) y The Wicker Man (1973, estrenada en el mundo hispano como El Hombre de Mimbre, y protagonizada por el legendario Christopher Lee) Utilizando estas excelentes y emblemáticas películas como modelo, algunos han llegado a asimilar ese “terror popular” con películas británicas de finales de los años 60 y 70 como Arde, bruja, arde (1962), que tienen una asociación rural y terrenal con las antiguas tradiciones o el folclore pagano y de brujería europeos.  

Una teoría presentada en la edición “Free Radio Santa Cruz Folk Horror” del programa de música Other Side of the Tracks sugiere que el folk horror de aquel período surgió de una sensación de desilusión post-hippie en la que los ideales del movimiento “volver a la tierra” ya no contaban con asidero. Junto con el resurgimiento del interés por el paganismo y el ocultismo en la década de 1960, las películas de terror popular resurgieron cuando, parafraseando una frase incluida por el referente del género Stephen King en su best seller Cementerio de Animales, "el suelo se volvió amargo".

Si bien muchos de los ejemplos más fuertes de folk horror se crearon en Gran Bretaña tanto en esas décadas como ahora, sigue pareciendo una definición demasiado rígida. La plataforma Folk Horror Revival cree que el folk horror es un fenómeno inherente a todas las culturas del mundo. 

Aspectos similares de brujería y paganismo también habían aparecido en películas anteriores no británicas como Häxan (Dinamarca, 1922), Il Demonio (Italia, 1963), Viy (URRSS, 1967), Kladivo Na Čarodějnice (Checoslovaquia, 1970), Mark of the Devil (Alemania Occidental, 1970) y Leptirica (Yugoslavia, 1973) por ejemplo. Norteamérica también produjo sus propios ejemplos en Crowhaven Farm (1970), The Dark Secret of Harvest Home (1978), Children of the Corn (1984, conocida en el mundo hispano como Los Niños del Maíz) y, de manera diferente, más tarde con The Blair Witch Project (1999) Por su parte, Japón produjo numerosas películas destacadas que se basaron en su propia tradición popular, como Ugetsu Monogatari (1953), Onibaba (1964) y Kwaidan (1964) Australia ha producido algunas películas impresionantes de terror popular que hacen uso del vasto interior, así como de los sueños aborígenes y también del aislamiento rural. 

Así que puede convenirse, atendiendo más ampliamente a aspectos de folk horror, que la trinidad británica del celuloide no está necesariamente limitada por la época: las películas de folk horror han vuelto a destacarse notablemente a través de las obras de Ben Wheatley como Kill List (2011), pero también en la propia reposición de Hammer Horror - Wake Wood (2010) - y en producciones independientes como Lord of Tears de Lawrie Brewster (2013) Y últimamente con La Bruja (2015), Midsommar (2019), o la española El Páramo, del mismo año, que puede verse en Netflix. Tampoco está limitado por la ubicación geográfica, aunque el sentido del lugar suele ser un factor importante. 

En un interesante artículo escrito para la conferencia “Fiend in the Furrows” sobre terror popular celebrada en la Queen's University Belfast en septiembre de 2014, Adam Scovell, escritor, cineasta y creador del blog Celluloid Wicker Man, presentó una sugestiva cadena de elementos que comprenden una película de terror popular: 

Paisaje

Aislamiento

Creencias morales sesgadas

Acontecimiento/Invocación 

Procuremos revisarlos uno a uno: 

Paisaje: Algunos consideran que el escenario debe ser rural para que la película sea “folk”, pero el tema merecería una visión más amplia. De hecho, la tradición del horror puede tener raíces telúricas y los lugares pastoriles pueden proporcionar el escenario para muchos de los ejemplos más fuertes, pero las personas llevan consigo su tradición y miedos en sus viajes. Además, debajo de los cimientos de cada pueblo hay tierra con un pasado más antiguo. Un buen ejemplo de esto es el drama televisivo de Nigel Kneale The Stone Tape (1972), en el que un grupo de investigadores que procuran detectar fantasmas, mediante su equipo tecnológico descubren que una presencia antigua reside dentro de la estructura y las piedras del edificio que están estudiando. En una inclinación similar, películas como La leyenda de la casa del infierno (1973) y Ofrendas quemadas (1976) también sugieren que no solo un edificio en particular está embrujado, sino que tiene su propia presencia premonitoria como un genio malévolo, un espíritu del lugar. Las películas australianas también muestran con frecuencia un fuerte sentido del lugar en el que el paisaje es crucial para la trama, como se evidencia en Picnic at Hanging Rock (1975), Walkabout (1971) y Long Weekend (1978)

Una forma de terror popular que existe en un paisaje urbano es a través de personas que se llevan consigo sus viejas costumbres. En El Bebé de Rosemary (1968) de Roman Polanski, vemos un aquelarre histórico que todavía practica sus oscuras tradiciones dentro de la sociedad de clase media urbana de Nueva York. Y más recientemente, la torre de la película irlandesa Citadel (2012) también proyecta una sombra oscura y dominante. 

En esos casos, el folk horror se relaciona con la psicogeografía, una forma de pensamiento planteada inicialmente por el movimiento artístico situacionista sobre “el paisaje oculto de atmósferas, historias, acciones y personajes que cargan los entornos”. 

Aislamiento y creencias morales sesgadas: En estos casos, “aislamiento” no se refiere a estar completamente solo, sino que puede referirse a personajes como el sargento Howie en El Hombre de Mimbre, que se encuentran solos dentro de un grupo cuyas creencias y prácticas morales son completamente ajenas a las suyas. En tal circunstancia, los altercados se basan en creencias religiosas, pero incluso en situaciones seculares, las actitudes y el comportamiento de diferentes personas varían mucho y aquí se puede establecer una relación entre folk horror y películas a veces llamadas “Backwoods Horror” como Perros de paja  (1971), Wake in Fright (1971), Deliverance (1972), The Texas Chainsaw Massacre (1974), Calvaire (2004), Wolf Creek (2005) y Eden Lake (2008) Todas estas películas comparten el factor de un personaje principal o personajes que se encuentran entre personas que no piensan o actúan como él, a menudo con consecuencias nefastas. 

Acontecimiento/Invocación: Esta dupla, que se aproxima a tales películas, puede involucrar un elemento sobrenatural, como la invocación de un demonio, o puede ser un evento completamente terrenal (aunque no menos horrible), como un sacrificio ritual. 

Algunos de estos eslabones de la cadena también se pueden encontrar en una variedad de películas que parecen no tener relación con el terror popular, y esta diferencia puede ser simplemente una cuestión de entrega, porque, como se mencionó anteriormente, parece haber un ambiente y una estética “folclórica”. que más a menudo se puede sentir intuitivamente en lugar de definirse lógicamente. Como admite el propio Adam Scovell, es posible que se agreguen más eslabones a la cadena.

Uno de estos vínculos es la aparentemente improbable asociación entre el terror popular y la ciencia ficción. La ciencia ficción a la que nos referimos aquí no es la ciencia ficción de las batallas láser y los robots en galaxias lejanas, sino la ficción especulativa que ocurre en nuestro propio tiempo. Un par de nombres que siempre surgen en este tren de pensamiento son Nigel Kneale y su creación, Bernard Quatermass. Kneale, un guionista británico cuyo trabajo también incluyó The Stone Tape y Against the Crowd: Murrain (1975), una obra de teatro para televisión con una fuerte sensibilidad de folk horror, exploró tanto los secretos antiguos como la tecnología moderna en sus aventuras de Quatermass, que han sido filmadas varias veces. En Quatermass and the Pit (1958), Bernard Quatermass, un científico que dirige una organización de investigación conocida como British Experimental Rocket Group, investiga el hallazgo de una nave espacial extraterrestre desenterrada debajo del subterráneo de Londres, cuya presencia en la Tierra ha dejado su huella en ciertas tradiciones telúricas. En la serie de televisión de cuatro entregas, emitida en 1979, Quatermass (a veces conocida como The Quatermass Conclusion), el anciano héroe epónimo ahora vive en una Gran Bretaña distópica donde están ocurriendo extrañas desapariciones de miembros de un culto conocido como “Planet People” en sitios megalíticos y rituales. 

Otro autor cuyo libro de ficción, aunque marcadamente diferente, también pisa un terreno similar a la escritura de guiones de Kneale es John Wyndham, alguna de cuyas obras fuera adaptada al cine bajo el título de El Día de los Trífidos (1962) En sus historias, las invasiones alienígenas no ocurren con naves plateadas y pistolas de rayos, sino con la infiltración de mentes jóvenes por parte de inteligencias alienígenas. El folk horror, entonces, también puede verse no solo como un fenómeno del celuloide, ya que también tiene sus representantes en la literatura. La ficción de terror de Arthur Machen, que a menudo se inspiró en su folclore galés nativo, es un buen ejemplo, al igual que las obras de Algernon Blackwood, MR James, Robert Aickman y Alan Garner. Aunque no bucólicas, numerosas películas de “Urban Wyrd” como Candy Man (1991) también comparten esta tónica. 

La inspiración para las películas y la ficción se deriva de la historia, el folclore y los cuentos populares extraños. Los volúmenes contra la brujería de siglos pasados, como el Malleus Maleficarum, The Discovery of Witches y Daemonologie, completos con sus ilustraciones grabadas en madera de demonios y torturas, son una fuente obvia de inspiración, al igual que los libros más modernos compilados por folcloristas y autores. El Reader's Digest Folklore, Myths and Legends of Britain (1973) es un libro al que muchos creadores contemporáneos de terror popular han hecho referencia o en el que se han inspirado. 

Las versiones en bruto de los cuentos recopilados por los hermanos Grimm, así como las versiones modernas de historias antiguas de autores como Angela Carter, han dado lugar a películas que pueden denominarse “Cuentos de hadas oscuros”, como Valkoinen Peura (1952), Valeria y la semana de la fantasía (1970), En compañía de lobos (1984) y The Juniper Tree (1990), que quizás no sean estrictamente de terror popular, pero que sin duda abrevan en un territorio común. 

Elementos de folk horror también se pueden encontrar en algunos de los escritos de “horror cósmico” de H.P. Lovecraft. Algunos de los cuentos de este autor, que también contienen elementos de ciencia ficción, combinan la presencia de poderosas formas de vida alienígenas con cultos antiguos y lugareños desquiciados. 

Entonces, ¿qué es el folk horror o terror popular? Pues como ya hemos visto, no puede definírselo apenas por desarrollar su trama en un ámbito rural, sino básicamente por remitir a mitos y leyendas autóctonas de las regiones adonde se sitúe cada historia. 

 

A continuación, ofrecemos un puñado de imperdibles recomendaciones que hacen honor al subgénero cinematográfico revisado hasta aquí: 


El Apóstol (Fernando Cortizo, 2012): https://www.youtube.com/watch?v=YUSNlr2uCf8&t=1107s


Las Brujas de Zugarramurdi (Álex de la Iglesia, 2013):

https://www.youtube.com/watch?v=zNjWw2l_atA

 

El Ritual (David Bruckner, 2017):

https://www.youtube.com/watch?v=gJaJuJLRnmo

 

 

 

  

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