lunes, 6 de noviembre de 2023

DOSSIERS 

El desafío de la imaginación en su competencia con la realidad

UNA FICCIÓN CADA VEZ MÁS PRÓXIMA A LA CIENCIA

 












“El éxito en la creación de IA sería el evento más grande en la historia de la humanidad. Desafortunadamente, también podría ser el último, a menos que aprendamos a evitar los riesgos”.

Stephen Hawking 


 











Cuarta entrega: A imagen y semejanza 

La ciencia ficción visita recurrentemente el tema de una inteligencia artificial que se descontrola: The Terminator (1984, James Cameron) es un buen ejemplo de ello. 

2001. Odisea del espacio fue un avance extraordinario para el género. Cuando se estrenó, aún no había súper computadoras. Las existentes se programaban mediante tarjetas perforadas. De modo que HAL 9000, cuyo nombre es un acrónimo en inglés de Heuristically Programmed Algorithmic Computer (Computador algorítmico programado heurísticamente), es un superordenador ficticio de tipo mainframe. Dicho film también aventura las pantallas de TV instaladas en el respaldo de los aviones, ahora tan comunes. Por otra parte, al nombre del iPod lo sugirió el señor Vinnie Chieco, un escritor publicitario de San Francisco. Chieco trabajó con Apple como parte de un pequeño grupo cuya tarea era la de diseñar la mejor manera de presentación del equipo al público en general. Cuando le mostraron un iPod con su frontal plástico, dijo: “Tan pronto ví el iPod blanco pensé en la película 2001″, y recordó una frase del film: “! ¡Open the pod Bay door, HAL!”.  Y agregándole el tradicional prefijo “i” (como el de iMac), dieron entonces el nombre al iPod, cuya existencia también aventura la obra de Kubrick.

Durante la década del 50, en los magazines del género los robots eran representados como amenazas fuera del control de sus creadores. Hasta que el gran Isaac Asimov - pieza clave de la ciencia ficción moderna - formuló tres leyes que deberían regir la conducta de dichas máquinas. Estas fueron introducidas en su cuento de 1942 "Runaround", aunque también fueran presagiadas en algunas historias anteriores: 

1.    Un robot no puede dañar a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daños. 

2.    Un robot debe obedecer las órdenes que le den los seres humanos, excepto cuando tales órdenes entren en conflicto con la Primera Ley.

3.    Un robot debe proteger su propia existencia siempre que dicha protección no entre en conflicto con la Primera o Segunda Ley.

Series como WestWorld (2016 - 2020, Jonathan Nolan y Lisa Joy), por ejemplo, exploran la vigencia o incumplimiento de dicha normativa. 

De este, modo, entre la emulación de Laurel y Hardy que podemos advertir en el dúo cibernético R2D2 y C3PO de Star Wars (1977, George Lucas) y la seductora Inteligencia Artificial a la que brinda su voz Scarlett Johansson para Her (2014, Spike Jonze), así de diversas vienen siendo las representaciones cinematográficas de nuestros asistentes no humanos. Particularmente ese último ejemplo, honra el cometido de esta serie de notas, porque lejos de hacer futurología, nos habla de un presente absoluto.

Y, sin ir más lejos, la hoy errática pero siempre inquietante serie Black Mirror (2011 - 2023, Charlie Brooker), no hace otra cosa que exasperar apenas los riesgos de la vertiginosa innovación tecnológica en curso. 

En todo caso, el film Resistencia (2023, Gareth Edwards), redobla esa apuesta proponiendo lo que ya para muchos científicos constituye “el infierno más temido”: una futura guerra entre la raza humana y las fuerzas de la inteligencia artificial. 

Conste que el origen de la palabra checa “robot” le asigna el sentido de esclavo.

Un existencialista trágico como Philip K. Dick le asignó a lxs replicantes de Blade Runner (1982, Ridley Scott) una conciencia fatalista de tal condición, de su ausencia de genealogía, y de la brevedad de su existencia.

Al respecto, el propio Scott, sostiene que, si la ciencia ha de crear un humano sintético, su principal preocupación debería ser privarlo de emociones. Para evitar las consecuencias fatales que son capacees de producir las nuestras. 

Es oportuno aquí rendir tributo a uno de los momentos más poéticos que ha brindado hasta la fecha el cine sobre androides, y vale sobradamente la pena dedicárselo al actor holandés que interpretó al replicante Roy Batty, el gigantesco Rutger Hauer, ya que, al culminar la jornada de rodaje correspondiente a la muerte de su personaje… fue él quien escribió su inolvidable parlamento póstumo.

 

Imperdible referencia: https://youtu.be/FfJYxUuQxJU

 

(Culmina en próxima entrega…)

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