lunes, 13 de noviembre de 2023

RESEÑAS

POSDATA SOBRE GODARD


“Hay una familia de tiburones contemplando un buque hundido.

El padre dice a sus hijos:

_ A no olvidarse, ‘las mujeres y los niños primero’ “.

 

Jean Luc Godard

 

Ese anciano algo excéntrico y ermitaño, recluido en su hogar de Suiza, adonde prácticamente ya no recibía ni a la prensa, alguna vez había adherido al maoísmo fundando el Grupo Dziga Vertov de cine experimental con su camarada Jean Pierre Gorin y brillado como referente de la Nouvelle Vague, para culminar sus días como documentalista casi autónomo, con la esporádica colaboración de algunxs milennials, acaso fuera uno de los últimos monstruos sagrados del Séptimo Arte. 

En su melancólico Autorretrato de Diciembre (1995), Jean Luc Godard afirma que la cultura es una cuestión de reglas, y el arte una de excepciones. Y agrega que todxs hablamos de reglas y nadie de excepciones. “Es parte de las reglas desear la muerte de la excepción” (…) El arte es como el fuego. Nace de lo que quema (…) Vivo en el lenguaje, y en él me vuelvo universal”; concluye.

En ese, acaso su film más autorreferencial, JLG recibe la visita de inspectores del Filmcenter que revisan policialmente toda su obra, procedimiento durante el cual, el director de Pierrot El Loco (1965), haciendo gala de su transgresora creatividad, recibirá y contratará a una editora ciega.

El veterano de la cámara y la transgresión pasó el último tramo de su estancia terrena discurriendo sobre la vida y los lenguajes. 

La mayor parte de la gente carece de recursos para conjurar la angustia existencial. En su ocaso, Godard - lejos ya de la compañía de Anna Karina o de Anne Wiazemsky - los encontró en el uso total, absoluto, full life de su cámara, registrando las embravecidas aguas del lago Léman anunciando tormenta, la imagen de su perro exaltada hasta la sacralidad, la caída de una colilla de ceniza desde su proverbial habano hasta pulverizarse en un cenicero, externalizando de tal modo buena parte de su actividad síquica mediante la puesta en común de imágenes - pensamiento sustentadas por un soliloquio que hasta su último aliento no dejó de indagar en los grandes interrogantes que aquejan a la condición humana.

En buena medida, la fina cinefilia del realizador suizo queda de manifiesto en Pasaporte hacia lo Real, juicio sumario en el que Godard desmonta y expone las formas de hacer cine de otros directores y cómo éstas se encuentran vinculadas a un discurso verdadero o manipulador y profundamente falseador, realizado para la exposición Voyages en utopías, Jean-Luc Godard, 1946-2006, organizada por el Centro Pompidou de París. 

A lo largo de su prolífica carrera, este artista longevo e incansable se movió cómodamente entre la expresión y la comunicación, entre las excéntricas propuestas formuladas desde la Nouvelle Vague y las ficciones y documentales decididamente políticos, mediante los que nunca dejó de meter el dedo en la llaga del sentido común occidental. 

Su ingenio sin descanso sobrescribió imágenes preexistentes, las superpuso con otras de similar o diferente cuño dotándolas de nuevos sentidos, llevando a cabo un procedimiento a contra reloj que acaso guardara cierta secreta comunión con cuanto transmite aquella dramática estrofa de Rafael Alberti que reza: Ahora sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste, / lo desgraciado y muerto que tiene una garganta / cuando desde el abismo de su idioma quisiera / gritar lo que no puede por imposible, y calla”. 

El 13 de septiembre de 2022, Jean-Luc Godard falleció por suicidio asistido, rodeado de sus allegados en Rolle (Suiza) Ese fue su final cut.

“Si hay algo de verdad en la voz de los poetas, viviré”, sentenció en 1995.- 

 

Para aproximarse a este autor:

https://www.youtube.com/watch?v=GXha8NQkEio

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