Grata sorpresa que dejó 2023
Un POEta entre Corman y Flanagan

Ni el cine ni la TV
se han resistido al gótico influjo de la obra del célebre poeta y cuentista
bostoniano, desde la primera adaptación de La caída de la casa Usher llevada a
la pantalla en 1928 por Jean Epstein hasta la notable serie de la que se
ocupa esta nota, pasando por la más que digna realización de nuestro Enrique
Carreras, quien en 1959 adaptó tres cuentos del autor en cuestión - Los hechos en el caso del Sr. Valdemar, El
corazón delator, y El tonel de amontillado - bajo el título de Obras Maestras
del Terror, magistralmente interpretados por el genial Narciso Ibáñez Menta.
No obstante, lo que seguramente tenga más presente el fandom global sea el ciclo Poe dirigido por Roger Corman durante la primera mitad de los años 60. Vale la pena detenernos a repasar como notable antecedente sus ocho títulos, estelarizados - en su mayoría - por el carismático y versátil Vincent Price:
La caída de la casa Usher (House of Usher, 1960)
El filme que inaugura el ciclo no sólo es el más logrado de todos, sino que también es el que más fielmente refleja la atmósfera del autor. En él encontramos muchas de las constantes que caracterizarán al resto de la serie: locura, caracteres atormentados, climas mórbidos, escenografías neblinosas, extrañas enfermedades, secuencias oníricas de tono psicodélico, estancias lóbregas, criptas, pasadizos secretos… Price realiza la más brillante performance de toda su carrera encarnando al atormentado Roderick Usher, uno de los personajes más fascinantes salidos de la pluma de Poe.
El péndulo de la muerte (The Pit and the Pendulum, 1961)
Inspirada levemente en el relato El pozo y el péndulo, esta entrega se muestra como una de las menos logradas del ciclo, pese a contar con una magnífica ambientación del interior del castillo en el que transcurre la acción. El abuso de flashbacks borrosos y una interpretación demasiado sobreactuada de Price no contribuyen al resultado final de una realización que, sin embargo, cuenta con el beneplácito de los amantes del género.
Historias de terror (Tales of Terror, 1962)
Esta película está compuesta por tres historias en las que se adaptan los relatos Morella, El gato negro (en cuya trama hallamos claras referencias a El tonel de amontillado, otra imprescindible creación de Poe) y Los hechos en el caso del señor Valdemar. La más conseguida es la última, en la que se destaca la presencia del talentoso Basil Rathbone. El irrepetible Vincent Price protagoniza cada uno de los episodios.
La obsesión (Premature Burial, 1962)
Se trata del único
filme del ciclo no interpretado por Price. El actor británico Ray Milland
es el encargado de protagonizar esta película que se inspira en el relato El
entierro prematuro. El resultado es magnífico, ya que Milland encarna con
solvencia a un personaje angustiado al que le obsesiona la idea de ser
enterrado vivo al creer que sufre catalepsia. Corman nos regala otra deliciosa
y elegante puesta en escena de neblinosa apariencia, mostrando un indudable
talento a la hora de suministrar de forma progresiva los elementos de suspense
que dotan al relato de una tensión que irá in crescendo. En esta entrega
vislumbramos influencias que van desde el Vampyr de Dreyer (la
secuencia del entierro representada desde el punto de vista subjetivo de quien
está siendo enterrado) hasta el episodio que Hitchcock filmó para la
primera temporada de su serie Alfred Hitchcock presenta, titulado Angustia, y
protagonizado por el notable Joseph Cotten.
El palacio de los espíritus (The Haunted Palace, 1963)
Aunque se la suela incluir dentro del ciclo porque en sus créditos iniciales se hace referencia a que se inspira en un poema del autor de Los asesinatos de la calle Morgue, poco tiene que ver esta película con Poe, ya que en realidad se trata de una adaptación libre de la novela corta de H. P. Lovecraft El caso de Charles Dexter Ward. En cualquier caso, nos encontramos ante uno de los mejores trabajos de Corman, su más oscura incursión en un género que dominaba a la perfección. Huelga decir que Price vuelve a estar espléndido en su doble rol, ya que interpreta tanto al brujo Joseph Curwen como a su descendiente Charles, quien procura convocar a los dioses primigenios mediante el blasfemo Necronomicón para que dominen el mundo.
El Cuervo (The Raven, 1963)
La cinta más libre de todas las que componen el ciclo. Una deliciosa sátira que reúne a tres iconos del género como el recurrente Price, Boris Karloff y Peter Lorre. La historia, guionada por el brillante Richard Matheson, parte del poema de Poe publicado en 1845, del que toma su título.
La máscara de la muerte roja (The Masque of the Red Death, 1964)
Probablemente nos encontremos ante el filme más sofisticado y ambicioso desde el punto de vista artístico de todo el ciclo, de ahí que para muchos sea el mejor. Adapta la obra homónima de Poe, cuya trama se mezcla hábilmente con la de Hop-Frog, otro relato breve del inspirado escritor. Price está magnífico en la caracterización del perverso y satanista príncipe Próspero. Para el recuerdo queda la última secuencia de la película, en que la Muerte Roja irrumpe en la fiesta de disfraces que se celebra en el castillo contaminando de la mortal plaga a todos los allí presentes.
La tumba de Ligeia (The Tomb of Ligeia, 1964)
La película que
cierra el ciclo es esta libre adaptación de uno de los relatos más
estremecedores de Poe. En su prólogo encontramos un homenaje a otro de los
maestros del cuento de terror clásico como Ambrose Bierce y a su
relato El funeral de John Mortonson. Price vuelve a componer de forma
notable el retrato de un hombre atosigado por el recuerdo de su fallecida
esposa. Visualmente se trata de uno de los filmes más interesantes de la serie
gracias, en parte, a la excelente fotografía de un profesional de la
factoría Hammer como era Arthur Grant y a la filmación de hermosos
planos exteriores (toda una rareza en Corman) en los alrededores de una vieja
abadía.
No está de más expresar que, con semejantes precedentes, y sabiendo que Mike Flanagan se disponía a desplegar una breve historia de horror gótico a lo largo de 8 capítulos adaptados a nuestro presente, las reservas del lector de Poe se justificaban plenamente.
Ellos son: 1 - Una fosca medianoche (así comienza el poema El Cuervo), 2 - La máscara de la Muerte Roja, 3 - Los crímenes de la Calle Morgue (ingeniosa inclusión del simio al que refiere el cuento homónimo), 4 - El gato negro, 5 - El corazón delator (capítulo que honra la historia original recurriendo a tecnologías de punta), 6 - El escarabajo de oro, 7 - El pozo y el péndulo (originalísima justificación del artefacto al que alude su título), y 8 - El cuervo (ave de mal agüero omnipresente en toda la saga)
Pero para grata sorpresa de quienes conocen la obra del autor en cuestión, esta serie que puede verse en la plataforma Netflix no solo no defrauda para nada, sino que se las ingenia para remedar un puñado de textos de Poe encontrándole a cada uno su prodigioso correlato en el Siglo XXI, e hilvanándolos a través de un enigmático e intemporal personaje encarnado por Carla Gugino, que conecta con el rol de emisario del más allá asignado por el bostoniano al cuervo de su inmortal poema.
Eso no es todo. La serie despliega una familia Usher integrada por hijxs genuinxs y adoptivxs, nietos, y nueras, bautizadxs con los nombres de célebres personajes emanados de la obra de Poe, como Morella, Lenore, Próspero - quien protagonizará un momento cúlmine de la saga en tributo a su disoluto homónimo de La Máscara de la Muerte Roja -, o la dulce Annabel Lee, esposa del padre de familia, de quien este se despedirá recitando un bellísimo pasaje del poema que lleva su nombre, como hará en otro momento con algún fragmento de El Cuervo.
Pero en esa galería destacan dos personajes de singular gravitación en la saga. El aquí fiscal Auguste Dupin - originalmente infalible detective que despliega su talento deductivo a lo largo de tres cuentos policiales del autor -, quien a lo largo del presente narrativo de la serie será depositario de las retorcidas memorias de un demolido Roderick; y el misterioso Arthur Gordon Pym, viajero de los confines en la obra del bostoniano, devenido aquí en una suerte de eficiente fixer contratado para eliminar toda prueba de corruptela por parte de la familia que titula esta serie. Verdadero capo lavoro de un Mark Hammill bien distante de aquel Luke Skywalker de Star Wars.
Bravo pues por un
Flanagan que remonta con creces el paso en falso dado con la flojísima adaptación
de Otra vuelta de tuerca - novela de Henry James reiteradamente llevada
a la pantalla - bajo el nombre de La maldición de Bly Manor. -
No hay comentarios:
Publicar un comentario