El Astronauta
UN VIAJE HACIA EL ORIGEN Y SENTIDO DE TODO
"Tanto amor, ¿de qué sirvió…? Deberíamos persistir".
Hanush, la araña
alienígena del film,
discurriendo sobre
el micro y macrocosmos que nos habita y habitamos.
Para referirnos a este film estrenado en la plataforma de la ene - lo que desde ya lo desmerece ante los ojos de algunos espectadores refractarios a las transformaciones que viene experimentando en el Siglo XXI la circulación de contenidos audiovisuales - diremos que todo aquel que nos lo mencionó fue despiadado con él.
A nosotros, que confesamos no soportar a Adam Sandler, nos produjo una grata sorpresa descubrirlo desempeñando solventemente un rol dramático.
Desde ya, convengamos que no es la primera vez que una ficción científica como la que aquí dirige Johan Renck recurre al silencioso vacío que ofrece la bóveda celeste, para valerse de la soledad de un personaje en órbita al efecto de permitirle dimensionar tanto la magnificencia del cosmos como nuestra insignificancia, extraviándose en las más ambiciosas disquisiciones filosóficas.
A su debido tiempo, también apelaron a ese recurso 2001. Odisea del Espacio (1968, Stanley Kubrick), Solaris (1972, Andrey Tarkovski), o la más reciente Ad Astra (2019, James Gray)
Esta adaptación de “El astronauta de Bohemia”, novela que el escritor checo Jaroslav Kalfar publicara en 2017 cuenta la claustrofóbica historia de Jacob, un astronauta enamorado pero sumamente exogámico merced a su profesión, que al cabo de un prolongado período de navegación espacial comienza a desasosegarse y extrañar a su esposa, quien espera un bebé, y a padecer de pesadillas que a veces remiten el pasado colaboracionista de su padre durante la invasión soviética a Checoeslovaquia, de insomnio y alucinaciones, hasta detectar la presunta interferencia en sus equipos de una voz dulce y cavernosa (la del entrañable Paul Dano) que en algún momento supone imaginaria, hasta que resulta ser la de un polizón alienígena con forma de voluminosa araña, que ha colado al interior de la embarcación.
La relación que se establece entre ambos personajes por momentos recuerda a la que mantenía el personaje de Tom Hanks con la pelota a la que convierte en “interlocutor” bautizándola Wilson, en el filme “Náufrago” (2000, Robert Zemeckis)
Y ese vínculo, surgido a partir de la curiosidad que el astronauta despierta en aquel extraterrestre intemporal que lo llama “humano flaco”, llega a ser tan empático que se torna irrelevante considerar si el bicho es real o no, ya que cumple solventemente con el cometido de atemperar la angustia existencial del protagonista, en su viaje hacia la enigmática nube bautizada Chopra, donde parece ser que reside El Origen de todo y de todos.
Si el espectador renuncia a sobredimensionar sus expectativas y se concentra en el atinado entrelazamiento que la trama propone entre los misterios del universo y los de nuestras emociones, acaso consiga conmoverse durante buena parte de los 107 minutos que dura este melancólico film, también estelarizado por celebridades como Isabella Rosellini y Lena Olin. -
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