domingo, 23 de marzo de 2025

RECOMENDACIONES 

Las cosas sencillas

SE PUEDE DISFRUTAR DE UNA VIDA PLENA POR FUERA DE LA SOCIEDAD DE CONSUMO

El filme que nos ocupa en esta ocasión brinda una inmejorable oportunidad para introducirlo reseñando algunos temas extra cinematográficos, pero de primordial importancia, que contribuyen a enriquecer el espíritu epocal que lo inspira.

Digamos - por ejemplo - que cierta rebeldía desaceleracionista tiene nombre, y es el movimiento Slow (lento), conformado por personas que, en el trabajo, el ejercicio, la alimentación, la medicina, el sexo, los traslados, la educación, el diseño urbano y casi cualquier práctica, hacen lo impensable: reivindicar la lentitud. Este movimiento no es nuevo. Ya en el siglo XIX pintores, poetas, escritores y artesanos buscaban modos de preservar la estética de la lentitud ante el avance del maquinismo en que se convirtió el modelo mismo de la vida. Desde ese punto de vista, entonces, desacelerar sería una forma de rehumanizarnos.  

Por su parte, el provocativo planteo que expone el filósofo autonomista italiano Franco “Bifo” Berardi en su último libro “Desertemos”, propone pensar en términos paradojales sobre cómo seguir adelante frente a horizontes donde la razón parece no tener un lugar. Bifo llama a fugarse, abandonar, alejarse, desertar. Según plantea, la deserción sería el único comportamiento éticamente aceptable y estratégicamente racional. Si el capitalismo se asienta en la movilización permanente de las energías sociales, la deserción equivaldría a retirar nuestras energías, como estrategia capaz de hacerlo sucumbir. Frente al fracaso del ideal de progreso y el agotamiento del paradigma expansivo de crecimiento, dejando a su paso humillación, depresión y resignación. De este modo, Berardi llama a imaginar lo inimaginable ante lo que parece irreversible, a pensar lo impensado. Y entre lo inimaginable aparece transformar la resignación en deserción activa. 

Sintonizando con lo anterior, y para abrir este abanico de ideas, el activista libertario (en el sentido histórico del término, que remite al anarco - sindicalismo) español Carlos Taibo propone un programa mínimo de cinco puntos para evitar el colapso de la humanidad:

DECRECER: Si los recursos son limitados, no se puede crecer ilimitadamente.

DESURBANIZAR: Revertir el hacinamiento, poblar el campo.

DESTECNOLOGIZAR: Recuperar los vínculos interpersonales. 

DESPATRIARCALIZAR: Propender a una Ética del Cuidado, del ser humano y de la naturaleza.

DESCOMPLEJIZAR: Abandonar el consumismo suntuario.

Y concluye formulando una disyuntiva a la que este entrañable film de Eric Besnard intenta aportar su granito de arena: Aumentar las tasas de ganancia o prolongar la vida en el planeta.

La trama presenta a un típico yuppie ganado por la gran urbe que carece de tiempo libre para escuchar a su yo profundo, simulando un desperfecto automovilístico en pleno ámbito rural para que un singular ermitaño lo socorra. Pero el primero sabe que ese sujeto que sucumbe a su ardid, y al que viene investigando desde hace tiempo en el afán de incorporarlo a su pool bio tecnológico, es un biólogo marítimo retirado de la vida mundana que sostiene que el plancton es el alimento del futuro. Avispado sobre el cometido del citadino, al cabo de una tensa convivencia en su cabaña, el segundo personaje revelará a regañadientes su propósito existencial, lo que habrá de interpelar profundamente al empresario que se propone cooptarlo.

Lambert Wilson y Grégory Gadebois se ponen en la piel de estos personajes totalmente opuestos en su visión de la vida, pero con mucho por enseñarse mutuamente. Las cosas sencillas habla sobre aquello más preciado y efímero de la vida, el tiempo, mientras critica a la polución sonora, la dependencia tecnológica y el vivir con ansiedad, rasgos que signan nuestro tiempo. 

Cualquiera que haya incursionado en el ejercicio del guion, o se haya interiorizado en la fascinante profesión de crear personajes, coincidirá en que lo que más enriquece a este componente crucial de un buen relato es la evolución que sean capaces de experimentar a lo largo de una historia. Pues, en este caso, la transformación que logra Gadebois, el actor que interpreta a ese hosco montañez que ha optado por alejarse de la civilización, es una verdadera masterclass.

A disfrutar pues, tanto de contenido como de formas. -


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