CRÍTICAS
“Paranormal”
PERCEPCIONES EXTRASENSORIALES DE UN PERDEDOR
Siendo esta la tercera crítica que le dedicamos desde que existe este blog… resulta inocultable nuestra preferencia por el género fantástico, cuya definición clásica remite - cuanto menos - a tres sub géneros: Terror (ej.: “Drácula”, de Bram Stoker), maravilloso (ej.: “El Señor de los Anillos”, de J.R.R. Tolkien), y ciencia ficción (ej.: “2001. Odisea del espacio”, de Arthur C. Clarke)
Pero, a propósito de ello, salvo alguna excepción televisiva como la recientemente aclamada serie “Misa de medianoche” (2021, Mike Flanagan), y algún que otro esporádico film como "Mamá" (2013, Andy Muschietti), “Lamb” (2021, Valdimar Johannsson) o “La abuela” (2021, Paco Plaza), últimamente este tipo de contenidos abunda en sub productos slasher [1] en los que se faena adolescentes impiadosamente.
Aquí nos referiremos a una rara avis del género, cuya consideración entronca con la que dedicáramos a la serie brasileña “Ciudad Invisible”, en tanto sitúa su acción en otro país periférico: Egipto.
Antes de proseguir, habrá que reconocer que la plataforma de la N viene sorprendiéndonos gratamente con productos facturados en latitudes remotas, como lo hiciera también con la inquietante serie polaca “Monstruos de Cracovia” (2022, Kasia Adamik), que, al igual que la anteriormente citada y la que nos ocupa ahora, se nutre del panteón sobrenatural folklórico de su país de origen.
Y esto es digno de celebración porque la globalización, en su momento de apogeo, generó un proceso de homogeneización cultural que atentó contra el acervo nacional de cada país.
En esta ocasión nos referiremos a la mini serie (sólo 6 episodios en su primera temporada) “Paranormal” (2020, Amr Salama)
Su título remeda a otros que han incursionado en el mismo tema, como “Supernatural” (2005/2020, Eric Kripke), solo que no se trata de un producto teenager facturado a la usanza hollywoodense, sino que uno de sus atractivos principales es el de remitir a un contexto prácticamente desconocido, y cuyo imaginario se aleja del occidental, al que nos tiene tan acostumbradxs el mainstream [2].
Además de la ajenidad cultural que producirá entre el público local, una de sus curiosidades es que transcurre en 1969, bajo el gobierno del líder panárabe Gammal Abdel Nasser, lo que en nuestro país equivaldría a una serie de terror ambientada en la Argentina peronista.
Otra cualidad encomiable de este producto altamente recomendable para amantes del género es la lovecraftiana [3] fugacidad con que se aborda la incursión del horror.
Por último - en la opinión de este cronista -, suma a los méritos ya enumerados el haber dado con el singularísimo actor Ahmed Amín para interpretar al personaje principal.
Se trata de un profesor de hematología - Refaat Ismael - que lleva una vida repleta de experiencias paranormales. Sin ir más lejos, un fantasma de infancia lo acosará a lo largo de una trama que presenta capítulos unitarios respetando un hilo común (algunos objetos prodigiosos obtenidos en un capítulo pondrán de manifiesto su poder en otro) Refaat es un soltero cuarentón y desalineado con una actitud cínica, que dará a conocer constantemente al espectador sus pensamientos más derrotistas, basados en la Ley de Murphy, en el marco de un clima sumamente oscuro y melancólico. Cabe destacar que este personaje es muy querido por los fanáticos de las novelas de bolsillo egipcias. Y, dicho esto, corresponde anotar un par de líneas acerca de su autor.
Ahmed Khaled Tawfik Farrag (10 de junio de 1962 - 2 de abril de 2018) fue un escritor y médico egipcio que publicó más de 200 libros, tanto en árabe egipcio como en árabe clásico. Fue el primer escritor contemporáneo de terror y ciencia ficción en el mundo de habla árabe y también el primer escritor en explorar el género del thriller médico.
En las novelas de Tawfik todos los personajes son egipcios, pero su trama se desarrolla tanto en Egipto como en todo el mundo. Algunos de sus personajes son semi-autobiográficos. En su creación, Tawfik se basa en experiencias personales; los fanáticos lo consideran su "padrino" y lo identifican como más próximo al personaje que nos ocupa, quien apareció en la saga literaria Ma Waraa Al Tabiaa.
La serie gana en extrañamiento cuando la acción se traslada del contexto urbano de El Cairo a un interior rural y plebeyo, plagado de supersticiones.
Al igual que la Dorotea de “El Mago de Oz” (1939, Víctor Fleming), que ante el peligro juntaba los tacos de sus zapatos rojos; o el Ichabood Crane de “Sleepy Hollow” (1999, Tim Burton), que al enfrentarse al jinete sin cabeza hacía girar un taumatropo - aquel juguete óptico circular que permite superponer imaginariamente dos figuras complementarias - para decirse a sí mismo que “las apariencias engañan”, nuestro héroe acuñará sus propias leyes, repitiéndose, por ejemplo, sentencias tales como "si tu mente juega contigo, manipúlala".
Y hasta aquí por
ahora, para no spoilear.-
[1] El cine slasher es un subgénero del cine de terror producido en el contexto del así llamado cine de explotación. El término mismo, slasher, es un anglicismo derivado de la palabra “slash” (“cuchillada” o “corte” en inglés) Algunos de sus títulos más prominentes son las sagas “Halloween”, “Pesadilla en Elm Street”, “Hellraiser”, “Hostel” o “Saw”.
[2] La corriente principal.
[3]
Howard Phillips
Lovecraft fue un escritor estadounidense, autor
de relatos y novelas de terror y ciencia ficción, al que - así como a Poe se le
atribuye haber cultivado el relato de terror gótico - se lo sindica como fundador
del relato de terror cósmico. Desarrolló, a su vez, un canon sobre el género en
su ensayo “El horror en la literatura”. Constituye un lugar común sostener que
su tratamiento de lo ominoso resulta prácticamente inadaptable al cine.
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