lunes, 3 de octubre de 2022

 DOSSIERS 

 


¿HAY UN NUEVO “NUEVO CINE LATINOAMERICANO”?

 

Octavio Getino (Grupo Cine Liberación) hace uso de la palabra en el Festival de Viña del Mar, Chile, 1967

 

¿Juráis que no filmaréis un solo fotograma que no sea como el pan fresco,

que no grabaréis un solo milímetro de cinta magnética que no sea como el agua limpia? 

¿Juráis que no desviaréis vuestros ojos, que no os taparéis vuestros oídos,

frente a lo real maravilloso y lo real horrible de la tierra de América Latina y el Caribe, África

y Asia de la cual estáis hechos, y de la cual sóis fatalmente expresión? 

¿Juráis que fieles a un sentimiento irrenunciable de liberación, de la justicia, la verdad,

la belleza, no retrodeceréis frente a la amenaza de los fantasmas de la angustia, de la soledad, 

de la locura y seréis fieles antes que a nadie a vuestra voz interior?

 

Fernando Birri

Director Fundador de la EICTV, Escuela Internacional de Cine y Televisión, sobrenombrada de Tres Mundos: America Latina y el Caribe, África y Asia.

 

La primera mitad del siglo pasado significó un cambio de época en la cultura nostramericana, que se expresó en una transformación profunda de la concepción que los habitantes de esta parte del mundo teníamos de nuestra identidad. Dicho período estuvo signado por la decadencia de las repúblicas oligárquicas, la presencia de “la cuestión social’, la emergencia de gobiernos populares y desarrollistas, la frustración frente a los procesos regionales de modernización, así como la influencia del pensamiento europeo antipositivista y pesimista de fin de siglo. 

Desde la tercera década del siglo pasado, el ensayo latinoamericano y, posteriormente, la novela y el cuento rompieron con el positivismo predominante en el siglo XIX y su visión del mundo basada en la idea de progreso, que contenía la propuesta de modernizar América Latina para convertirla en un nuevo Estados Unidos. Los ensayistas más representativos de esta nueva sensibilidad son el argentino Martínez Estrada con su Radiografía de la pampa (1932), y el mexicano Octavio Paz, cuya obra más importante es El laberinto de la soledad (1950) Podría decirse que estas obras crearon el espacio imaginario y simbólico desde donde se desarrolló la literatura de Borges, Vargas Llosa, Rulfo, Onetti, y, en alguna medida, de García Márquez. 

El Séptimo Arte continental no sería ajeno a dicho fenómeno. Para ensayar alguna respuesta al interrogante que titula esta nota, recordemos que en 1958 se produjo el primer encuentro de cineastas de América Latina, en Montevideo, Uruguay, durante el Primer Congreso Latinoamericano de Cineastas Independientes. En aquel momento se creó la Asociación Latinoamericana de Cineastas Independientes (ALACI), que fue un antecedente del Primer Encuentro de Cineastas Latinoamericanos de Viña del Mar, en Chile.

Las cinematografías nostramericanas avanzaban hacia los años sesenta con una mayor tendencia hacia las ideas políticas y la conflictividad social. Entre los pioneros en la realización de este tipo de cine se encontraban el argentino Fernando Birri, el brasileño Nelson Pereira Dos Santos y los cubanos Tomás Gutiérrez Alea y Julio García Espinosa. En ellos se observaba la impronta del neorrealismo italiano con su mirada documental, el enfoque sociológico y el uso de actores no profesionales. Cabe destacar que Birri fundó el Instituto Cinematográfico de la Universidad del Litoral, que tuvo una importante influencia en ese nuevo cine.

Entre el 1 y el 8 de marzo de 1967, se celebró el V Festival Cinematográfico en Viña del Mar. Su momento clave fue el I Encuentro de Cineastas Latinoamericanos. Por primera vez se reunieron hombres y mujeres cineastas de los países latinoamericanos para trazar estrategias de realización cinematográfica en la región, a fin de que se potenciara una conciencia cultural propia. En este festival participaron, entre otrxs, el cineasta cubano Santiago Álvarez y el argentino Octavio Getino.

El Nuevo Cine Latinoamericano se diferenció notablemente del cine producido en la región entre los años treinta y los cincuenta, pues se orientaba mucho más hacia el “cine de autor” y tomaba distancia de los mecanismos comerciales. 

Ese encuentro de cineastas, productores y guionistas en Viña del Mar, sirvió de plataforma para la discusión acerca de la distribución de ese nuevo cine, del intercambio de obras e informaciones, y de la extensión de las actividades de las cinematecas y de los cineclubes nostramericanos. Se consideró que el cine era uno de los pilares básicos de la cultura de la modernidad, por lo cual era imprescindible intervenirlo con nuevas ideas descolonizadoras y militantes en contra del subdesarrollo y la dependencia.

En este texto nos enfocaremos en algunas películas de la más reciente producción regional. Es indudable que esta “cinematografía periférica”, como ha sido llamada, está experimentando un período de crecimiento, diversificación y maduración. Podría decirse que el cine nostramericano vive su época de mayor desarrollo, puesto que cuenta con decenas de directorxs cuya calidad se ha reconocido en nuestra región e internacionalmente. Así lo muestran los premios obtenidos en importantes festivales internacionales, la opinión de la crítica y la respuesta favorable de lxs espectadores.  

En la región, las cinematografías más importantes - por calidad, volumen de producción y afluencia de público - son la brasileña, la mexicana y la argentina. En segundo término, destacan la cubana, la colombiana y la chilena. 

Los éxitos de público han sido excepcionales en sus países. Se calcula, por ejemplo, que alrededor de 16 millones de brasileños vieron el filme Tropa de élite (2007, José Padilha), tanto en DVD como en salas, el cual oportunamente ganó el Oso de Oro a la Mejor Película, en la Berlinale; y Carandirú (2003, Héctor Babenco) también atrajo millones de espectadores. Amores perros (2000, Alejandro González Inárritu) tuvo una amplia distribución mundial que incluyó algunos países europeos, y permitió a su director realizar películas internacionales como Babel (2006) En Argentina, el impacto en el público y la crítica de El bonaerense (2002, Pablo Trapero) fue considerable. Tony Manero (2008, Pablo Larraín) en su momento obtuvo el premio principal del Festival de la Habana. Ha sido una de las películas más discutidas del cine chileno y recibió muy buena crítica en Francia y Estados Unidos. Más aún, telenovelas brasileñas como Avenida Brasil (2012, Ricardo Waddington; Amora Mautner; José Luiz Villamarim), realizadas por equipos de productores y actores de cine, han encontrado una gran teleaudiencia en Italia y China. La repercusión social de este cine se asemeja al que tuvieron en su época las películas neorrealistas italianas, que eran comentadas y ampliamente discutidas por el público, los medios de comunicación, e incluso  el parlamento.

Sin embargo, como señalara oportunamente Getino, la resonancia de las películas nostramericanas más exitosas ha sido casi siempre sólo nacional, en pocos casos regional, y su penetración en los mercados internacionales es aún limitada. 

Este cine muestra sociedades con generalizados y profundos procesos de desestructuración, incertidumbre, pérdida de referentes y sentidos, sumidas en hondas crisis sociales y morales. Si hay algo que caracteriza a estos cineastas es el hecho de que se inspiran en las crisis que viven en sus respectivos países. 

A la vez, la cinematografía en cuestión tiene un carácter testimonial, que la aproxima al cine documental.  En estas películas la violencia muestra sus múltiples rostros. En algunos casos, se denuncia la desmesurada coerción estatal, pero también aparece la violencia opaca e impersonal de las condiciones sociales distorsionadas. Estamos muy lejos del mito conservador del cine estadounidense tradicional, que es una celebración de la violencia que reproduce el orden social, mediante el aprisionamiento o destrucción de los “enemigos”, sean internos (antes eran indios y bandidos del western; hoy, gángster o delincuentes), o extranjeros (japoneses, alemanes, rusos, vietnamitas, ahora musulmanes… y pronto chinos) 

Este cine presenta un doble carácter: Por una parte es desmitificador, pues muestra las sombras y miserias de las principales instituciones y representaciones sociales; y por otra, una visión del mundo dramática, donde los personajes están situados en un laberinto de conflictos sin solución o con trágicos desenlaces. En este sentido, la identidad de este cine se ha construido en contraste con la del cine tradicional de Hollywood, y en general, con un cine de ficción, sin mayor relación con las condiciones e historias reales. Los guiones de casi todas las películas consignadas son presentados como interpretaciones fidedignas de sucesos reales, y el estilo de filmación es claramente realista. Revisemos brevemente algunos casos:

Cuba

Conducta (2014, Ernesto Daranas)

Este director es conocido por la buena impresión que causó su anterior película Los dioses rotos (2008) y con esta se puede asegurar que ha superado esas expectativas porque ofrece un retrato puro y honesto sobre la vida de algunos niños en una escuela cualquiera de La Habana, focalizando toda su atención en dos criaturas que ahí estudian, con distintos problemas de índole familiar, y en una maestra vocacional muy a gusto con sus tareas docentes, que ve próxima la fecha de su retiro. 

México 

Las búsquedas (2013, José Luis Valle) 

Venganza y redención. Esas son las dos palabras claves que recorren todo el relato de esta película del director de Workers (2013), salvadoreño radicado en México. Las búsquedas cuenta con la actuación estelar de Gustavo Sánchez Parra y Arcelia Ramírez e intervienen algunas otras caras conocidas en la cinematografía del país. La acción parte de un hecho repentino como es el robo de una cartera que contiene algo de un significado más importante que el que pueda tener el dinero. 

Los Ángeles (2014, Damian John Harper) 

El estadounidense Harper (Colorado, 1978) alcanzó el premio a la mejor ópera prima en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (México) con esta impactante película que nos habla sobre unas comunidades rurales en México que están atrapadas en sucesivos ciclos violentos sin que a simple vista se vislumbre una solución al respecto. Harper se ha desempeñado largo tiempo como antropólogo y ahora trata de documentar lo que ha contemplado, después de haber cursado estudios de cine en Alemania. 

Los minutos negros (2022, Mario Muñoz) 

Adaptación de la novela policial homónima de Martín Solares. Una historia de crímenes, violencia y corrupción saca a la luz un viejo caso de hace más de veinte años sobre un temido asesino en serie. Un periodista mejicano intentará descubrir la verdad sobre lo ocurrido con la ayuda de un agente de la ley. 

Costa Rica 

Yo soy Claudia (2014, Laura Astorga)

La costarricense Laura Astorga presentó esta ópera prima de ficción que, si bien se puede prestar a distintas interpretaciones, está muy centrada en lo que es el sentimiento infantil y en el significado que con frecuencia le dan los niños a algunas cosas que podemos estar haciendo los adultos con determinadas pautas de comportamiento. Esta cinta pasó por la Berlinale y es una amalgama de thriller político con rasgos intimistas acerca de una niña de 9 años pionera sandinista criada en el socialismo e hija de valiosos cuadros de la inteligencia revolucionaria centroamericana de los 80s. 

Ecuador

Feriado (2014, Diego Araujo)

Se trata de la ópera prima en largometraje de ficción de este realizador ecuatoriano que con varios cortos a sus espaldas que dejaban entrever una relevante calidad técnica y capacidad narrativa, da un paso más hacia adelante con una historia dramática que relata la llegada de Juan Pablo, un chico de 16 años, a la hacienda de la familia en los Andes donde está refugiado su tío, un banquero involucrado en un escándalo de corrupción, junto a su esposa e hijos adolescentes. 

Colombia

Mateo (2014, María Gamboa)

Tras haber estudiado cine en la Universidad de Nueva York y en La Femis de París, llegó el primer largometraje de ficción de esta realizadora colombiana. Mateo es una crónica de la peligrosa vida de un adolescente de 16 años metido en negocios turbios de la mano de su tío, quien lo ha introducido en el trabajo de extorsionar a comerciantes locales. Una vida llena de promesas, de acción, armas, autos y plata, lo tiene atrapado, obnubilado y a punto de ser expulsado del colegio. No podrá sorprender el buen manejo de la historia que nos ofrece la directora, si tenemos en cuenta que ya había trabajado como asistente de dirección en muchas otras películas, tanto rodadas en los Estados Unidos como en Francia. 

Brasil

Praia do futuro (2014, Karim Aïnouz)

Una historia de amor homosexual y desarraigo que arranca en Fortaleza y deriva en Berlín. De la playa brasileña y exhibiciones de cuerpos con aires de calendario gay al cielo de la capital germana, a lo Wim Wenders: estos son los escenarios del filme, con un socorrista - Wagner Moura - al que un día se le queda ahogado entre las aguas un motorista alemán.

Bacurau (2019, Juliano Dornelles y Kleber Mendonça Filho)

El pequeño pueblo brasileño de Bacurau intenta mantenerse aislado y alejado de las manos corruptas de los políticos. Pero su comunidad más dócil se ve interrumpida cuando un misterioso grupo de mercenarios ataca a la gente y su aldea, amenazando con borrarlos literalmente del mapa. No pasará mucho tiempo antes de que los eclécticos residentes se unan para eliminar a las fuerzas atacantes de la manera más cruel y sangrienta posible. Cargado de comentarios sociales pesados ​​y toques gore, Bacurau arroja tanta intensidad salvaje en la pantalla que no es de extrañar que haya sido un éxito en América del Sur.

Argentina

Nacidos Vivos (2013, Alejandra Perdomo) 

Este documental nos habla sobre un tema tan primordial como lo es el derecho a conocer la identidad de origen que cada unx de nosotrxs tenemos. En el imaginario popular argentino está instalada la idea de que la sustitución de identidad únicamente le ocurrió a lxs hijxs de desaparecidxs. Nada más lejos de la realidad. La práctica nos demuestra que por desgracia, el traspaso ilegal de hijxs que son inscritos con datos falsos está más extendido. 

El Bumbún (2014, Fernando Bermúdez)

Los esfuerzos que se llevan a cabo en Argentina para que las distintas provincias del país convivan con los mecanismos de producción y distribución que están regulados, van dando sus frutos y aquí nos encontramos ante una primera película cuya idea surge y se desarrolla en La Rioja capital. Se trata de un drama sobre el patriarcado mal entendido de un hachero alcohólico y autoritario en una inhóspita zona rural del noroeste argentino con la presencia del machismo, la miseria y la represión de la última dictadura militar. 

Boca de pozo (2014, Simón Franco) 

Drama interpretado en su papel principal por el actor Pablo Cedrón, que supone toda una reflexión sobre los excesos, tanto en el trabajo como en el tiempo libre disponible, y que fue rodado en Comodoro Rivadavia, en la Patagonia argentina. El relato se inicia y acaba en una planta petrolera cercana a esa localidad y en el medio de todo eso, una serie de cosas se suceden para mostrarnos cómo libera su angustia ese protagonista que está viviendo su vida como una carrera contrarreloj interna y desordenada. 

Bolishopping (2014, Pablo Stigliani) 

Pantalla Pinamar fue la ocasión idónea para presentar esta producción argentina protagonizada por Arturo Goetz, Olivia Torres y el actor boliviano Juan Carlos Aduviri, muy conocido por su papel en También la lluvia (2010, Icíar Bollaín) A través de la ficción, la historia denuncia el precario trabajo de inmigrantes bolivianos en talleres textiles de la Argentina bajo un régimen que en la práctica es de esclavitud. 

Camila saldrá esta noche (2021, Inés María Barrionuevo) 

La joven que da nombre al film se ve obligada a mudarse a Buenos Aires cuando su abuela enferma gravemente. Deja atrás a sus amigos y una escuela secundaria pública por una institución privada tradicional. El temperamento feroz pero prematuro de Camila se pone a prueba. 

Recapitulando, nuestro país posee, actualmente, una cantidad de estudiantes de cine superior a la de toda la Unión Europea, y con algo menos de lo que a Hollywood le cuesta hacer una película de bajo costo, se ruedan en el país entre 50 y 60 por año (de las cuales una buena parte logra una espectacular repercusión en los mejores circuitos de premios internacionales)

Si bien con otras particularidades, el fenómeno de reconocimiento y de aumento del número de realizaciones se da en otros países latinoamericanos, principalmente en Brasil y en México. En el primero de estos países, podemos citar el éxito (incluso comercial) de Central do Brasil (1998) de Walter Salles, y de películas que como Cidade de Deus (2002) de Fernando Meirelles y Kátia Luna o Amarelo Manga (2002) de Cláudio Assis, promueven relecturas de los sectores excluidos de esa sociedad, de la mano de una agilidad técnica y destreza narrativa antes inaudita. ¿Estamos presenciando los efectos de una ola de nuevos directores y de experiencias cinematográficas antes extrañas en Nuestra América?

Tal vez sea útil recordar que, hacia 1959, cuando el término nouvelle vague ya estaba bastante afirmado en Francia, el afamado Chabrol declaró que el mismo no era más que una invención de la revista L'Express para definir de alguna manera una generación de nuevos directores, pero que, de hecho, no existía ninguna nueva ola y que si, en todo caso, esa nueva ola existía, lo importante era saber nadar. Quizás lo mismo pueda decirse de esta “nueva generación" latinoamericana, pese a los intentos de amalgamar o de dar un sentido unitario a la misma. En ocasiones, ese sentido se ha buscado en la demudada realidad social y política regional. Así, Alfonso Cuarón liga la “explosión creativa” del cine nostramericano al fin de los gobiernos militares en la región. Según el mexicano, los grandes movimientos cinematográficos se sucederían unos quince años después de grandes cambios sociales. De este modo, así como el cine iraní habría logrado posicionarse tres lustros después de la caída del Sha, nuestro cine se afirmaría luego de que pasara igual período de tiempo desde las cruentas dictaduras de los años setenta y ochenta.

Más allá de concordar o no con dicha tesis, lo cierto es que el mexicano prefiere hablar de "explosión" para referirse a la nueva realidad cinematográfica de la región. La palabrita no es nueva ni ingenua. Por atrás de la misma se halla su par inglés, boom, que ya ha sido utilizado para explicar - o más bien para rubricar - la retumbante calidad de las producciones culturales nostramericanas. Ya en los años ’60 tuvimos el boom de la literatura de esta parte del mundo: un fenómeno editorial que internacionalizó a los escritores que aún hoy en día (ya sea como modelos a seguir o a matar) continúan siendo los patriarcas de las letras latinoamericanas.

¿Pero este boom es hijo directo de la redemocratización de Nuestra América? Comparar el momento histórico-político de aquel boom (el literario de los ’60) con el que, aparentemente, correspondería al del cine actual no podría dejar de ser más revelador. El boom de los ’60 parece ser el tiempo de lo promisorio. Por cierto, prestigiosos críticos y teóricos de la región, como Ángel Rama, han explicado el mismo por variables que hoy serían envidiables: aumento masivo del público universitario y, por ende, de la capacidad de lectores refinados; la existencia y auge de centros editoriales brillantes en Buenos Aires y México D.F., la promesa de cambio social que la Revolución Cubana del '59 aportó a la región. Contra ese tiempo de la esperanza, el aparente boom del cine nostramericano se da, obviamente, en circunstancias radicalmente diferentes.

Los tiempos hoy, de hecho, son otros, y por su lacerada criba han pasado frustraciones, terror oficializado (Pinochet, Videla, Stroessner...) y hasta una penosa guerra (Malvinas), sin hablar de una redemocratización formal y neoliberal que llevó ya sea al colapso económico (Argentina) o a un desarrollo que más bien parece aprovecharse de la desigualdad social antes que buscar erradicarla (repárese en casos como el de Brasil, decimosegunda economía mundial y ,a la par, quinto país más desigual del planeta)

Ante este panorama, no llama la atención qué es lo que se respira en este cine. Tanto en La ciénaga (2001, Lucrecia Martel), como en otras realizaciones - entre ellas la formidable Whisky (2004) de los uruguayos Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll - no sólo podemos encontrar referencias explícitas o laterales a la debacle continental, sino también adentrarnos en un clima viscosamente espeso y refractario a todo glamour. Por cierto, desde el uruguayo Onetti o el norteamericano Faulkner, ya sabemos que la descomposición y la precariedad son, estéticamente, más ricas que la armonía y la seguridad; una lección que este cine utiliza para corroer el aparente calmo velo de lo cotidiano y exponer, tras el mismo, la percudida y conflictiva trama social que esa cotidianeidad dejaba oculta. Así, no sólo se trata, en Martel, de la recíproca hostilidad entre padres e hijos, sino que esa reciprocidad se desplaza también a otras series, la de mujeres y hombres por ejemplo, o, incluso, a la de “indios” y descendientes de europeos: todo un conjunto de relaciones que Martel (des)teje a través de un saber no sólo de imágenes sino también discursivo, un claro saber sobre el diálogo entre géneros y clases sociales que nos lleva a preguntarnos si el "nuevo cine argentino" no podría descender del (trunco) deseo cinematográfico de Manuel Puig. Por otro lado, más allá de la impactante Cidade de Deus (por la cual Meirelles ha sido en ocasiones acusado de maquillar o “cosmetizar” la realidad social brasileña), Amarelo Manga de Assis, nos depara frente a una Recife sórdida y a una vasta galería de personajes marginales exhibidos (al  igual que Martel y a pesar de las diferencias formales) de manera impecablemente impiadosa (¿la regla?: intentar no caer en ningún cliché, en ninguna tranquilizadora redención)

¿Estos trazos en común, indicarían entonces que, de hecho, existe un boom del cine nostramericano?

Daniel Burman, director que con El abrazo partido (2006) logró el premio especial del jurado en el festival de Berlín, ha deslegitimado, por lo menos para el caso de su país, la Argentina, esta idea. Más que de boom, una categoría que nada explica y que sólo percibe el fenómeno, habría que hablar - afirma Burman - de espacios de resistencia. El boom, de hecho, no surge ex nihilo, y tendría que ver tanto con una historia de cine consolidada (que ha tenido, si se quiere, diversas eclosiones a lo largo de estas últimas décadas), como a políticas públicas de apoyo estatal (el caso del cine brasileño) o de fondos de fomento generados a partir de los propios ingresos de cine (el caso de Argentina)

Sin embargo, contra Burman, habría que decir que la comprensión del fenómeno como boom parece inherente al raudo proceso de internacionalización del cine nostramericano. Por cierto, para el francés, japonés, o australiano que elige un “film argentino” (como podría elegir un "film coreano", “un film mexicano” o un “film iraní”) se trata más bien de una apuesta por el cine de la diversidad - contrario a las leyes masificadoras de Hollywood - antes que una elección guiada por el conocimiento acabado de la génesis y razón de determinado cine "nacional".

De modo tal que, si bien actualmente no es apreciable un fenómeno cohesionado que proponga cónclaves o manifiestos capaces de actualizar una mirada continental común, resulta evidente que la irrupción del cine digital ha propiciado el debut de incontables autorxs, la mayoría de lxs cuales tiende a remitirse al espíritu testimonial y contestatario que caracteriza al arte de nuestra región.

Lo indiscutible, en todo caso, es que Nuestra América está potenciando cada vez más su cine. Casi todos sus países han aprobado ya nuevas leyes cinematográficas y los que no, las están preparando. Además, nuestro cine está triunfando. Triunfa en festivales, triunfa entre el público… Tiene una presencia cada vez más importante en las pantallas mundiales. Nuestro idioma viaja, y viaja bien. Tenemos que ver los unos las películas de los otros. Como en tantos aspectos de la vida cultural, acaso en este remoto y castigado enclave del planeta resida hoy uno de los máximos reservorios de vitalidad de nuestra especie.-



Promo de la imperdible producción boliviana de Rodrigo Bellot

 

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

TEMAS La Era de la Ciencia Ficción Fatalista ¿QUÉ FUE DE NUESTRO MUNDO ENTRE THE TWILIGHT ZONE Y BLACK MIRROR? " La mutación ...