RESCATES
PARA CINÉFILXS 2.0
ANIMÉ SIGLO XXI
El arte en cuestión ya nuclea realizadores occidentales que emulan a la
escuela de animación japonesa, como Adi Shankar - quien pasó exitosamente de producir videos como fan a realizar la saga
“Castlevania”, para la cadena de la ene - o LeSean Thomas, responsable de “Cannon Busters”, protagonizada por S.A.M., un robot
amigable, femenino y de alta gama. Ambos ejemplos habilitan a cuestionarse si
es esta una marca registrada nipona o un estilo de animación cada vez más
global.
Lo cierto es que cualquier fan del Noveno Arte coincidirá acerca de la
devoción que la estética y la narrativa de este tipo de cómics produce en el público
joven, toda vez que la mayoría de las comiquerías hoy se ven abarrotadas casi
exclusivamente por estos productos, y cada vez en menor medida por los
legendarios superhéroes de Marvel o DC. Algo similar ocurre en las convenciones
dedicadas al tema.
Cabe destacar que Japón utiliza más papel para producir mangas - término
acuñado por el artista Hokusai, que significa “boceto” o “dibujo a mano alzada” - que para producir
papel higiénico. Y, lógicamente, semejante industria inunda los mercados mundiales
del entretenimiento.
Algunxs artistas actuales del Imperio del Sol Naciente, son Toshiki Hirano - autor de Baki -, quien pasó del manga al animé adquiriendo la fama de
un rockstar; el investigador Hisanori Yoshida; Rarecho, autor de la osita death
metalera Retsuko, protagonista de la saga “Aggretsuko”; Tetsuya Kinoshita, autor de “Kengan Ashura” junto con Seigi Kishi; Naoko
Ogigami y Masahito Kobayashi, guionista y director respectivamente de la saga “Rilakkuma y Karou”
que, realizada en stop motion, cuenta
las aventuras de un osito de peluche y una niña, personajes que reflejan la
cultura kawaii, que reivindica la ternura infantil contra la autoridad del
mundo adulto; Yukio
Takahashi, autor de “7 Seeds”, animé para
chicas que narra los avatares de 7 semillas enviadas hacia el futuro para
reparar los males del pasado; Kenji Kamiyama y Shinji
Aramaki, mentores de la nueva era
animada de Ultraman; y la joven Keisuke Ide, creadora de Levius.
Salvo honrosas excepciones, estxs artistas dan cuenta de un arte sumamente occidentalizado que hace un culto del poderío físico, frecuentemente expresado a través de las artes marciales, apelando al método de MoCap (captura - manual o digital - del movimiento humano, para dotar de mayor realismo a cada lucha) Como nota de color, todxs ellxs coinciden en que sus momentos más creativos transcurren en la ducha o de paseo.
Algunxs hacen referencia a la subcultura otaku, generada por lxs fans del
manga - que en el caso de muchxs autores ha servido como storyboard de futuros animés -, suerte de cosplay exclusivamente
consagrado al panteón de personajes nipones, culto en el que se destacan las
lolitas góticas.
En su lugar de origen, la mayoría de esas obras se consiguen en las populares tiendas Mandarake y TMS, mecas del arte que nos ocupa, dedicando especial interés a la factoría Toei Animation - de donde salieron productos tan exitosos como los “Caballeros del Zodíaco”, “Dragon Ball Z”, o “Digimon”, y cuyo emblema es un Gato con Botas -, cuyo director, Kozo Morishita, explica que la animación japonesa nació tras perder la guerra, con el fin de alentar a lxs niñxs nipones, y cuenta que el lema de la casa siempre ha sido “amistad, esfuerzo, victoria”.
Cabe destacar la importancia que revista en esta producción la música de
ópera rock, una de cuyas intérpretes es Yoko Takahashi, quien estuvo a cargo de la canción que identificó a la saga
“Evangelion”, que hace sus presentaciones públicas vestida como una reina y
causando verdadero furor en el fandom.
Ningunx de estxs artistas pasa por alto el insoslayable legado de talentos
como Osamu
Tezuka (Astroboy), Katsuhiro Otomo (Dragon Ball), Akira Toriyama (Akira), o - fundamentalmente - Hasao Miyazaki (El Viaje de Chihiro)
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