DOSSIERS
Alan Moore
LO MEJOR DEL CÓMIC EN PANTALLA
“Quiero decir, cuando bajamos de los árboles,
encontramos algo para comer, un sitio donde dormir, un sitio caliente para
cagar, y salimos fuera y hacemos un dibujo en una pared explicando cómo
encontramos la cosa para comer, el lugar para dormir, y el sitio caliente para
cagar. El arte es más o menos nuestra
cuarta prioridad para la supervivencia. Así que uno entonces asume qué ha de
ser”.
Alan Moore
Antes de guionista escritor, y antes
de ello gran lector
Hubo un tiempo pretérito al status de Noveno Arte, en que la banda diseñada era considerada una
manifestación bastarda y plebeya. De aquel entonces apenas se conserva el
apelativo universal de cómic para
designar a una expresión de las artes gráfico-literarias que hacia los años 30
del Siglo XX ya no cultivaba tan sólo el grotesco o la sátira de costumbres. Comenzando
la segunda década del Siglo XXI, nadie duda de su calidad artística ni de su repercusión
social, y al igual que sucediera con una animación dirigida a los adultos que
viene abordando los temas otrora más impensables (la industria de la
pornografía: Princess, de Anders
Morgenthaler) e
incursionando en todos los géneros (testimonial: Persépolis, de Marjanne
Satrapi; documental:
Vals con Bashir, de Ari Folman), hoy se tornó espacio fértil para la
experimentación literaria de autores de altísimo nivel, como el que nos ocupa
en esta nota.
Alan Moore nació en Northampton
(Inglaterra), el 18 de noviembre de 1953. Es conocido fundamentalmente
por su trabajo como creador y guionista de historietas
para adultos. Ha recreado populares personajes de la cultura de masas (
La magia del
caos es una moderna forma de magia en la cual la
principal regla es que no hay ninguna regla. El mago
del caos tiene permitido el uso de cualquier ritual o ceremonia,
de cualquier sistema mágico o religioso, para conseguir un objetivo marcado por
su voluntad, y evitar el usar los mismos
métodos.
El mago del caos parte de la base de que la realidad no es más que un flujo de
información desestructurada recibida por los sentidos y ordenada a través de la
mente y los conceptos, que son adquiridos y modificables a voluntad. Gracias a
esto, según esta filosofía, se puede modificar la realidad a voluntad.
El concepto de magia del caos fue creado por Austin
Osman Spare y Peter J. Carroll. Criticaron las restricciones, la
innecesaria complejidad y el rechazo a poderosas técnicas usadas por chamanes y
brujos, por parte de la magia ceremonial tradicional.
Moore
trabajó primero para el mercado de su país en revistas como 2000AD o Warrior
y, a partir de 1984, para el mercado estadounidense.
En 2003, al cumplir 50 años, anunció su retiro del cómic mainstream para
dedicarse a la producción en otros campos de su interés, pero continuó
realizando esporádicos trabajos, especialmente para la compañía editorial
America's Best Comics (ABC), creada especialmente para él por Wildstorm, subsidiaria
de la DC Comics. A mediados de 2005, al entregar el último guion de The League of Extraordinary
Gentlemen: Black Dossier, rompió definitivamente con Wildstorm y DC Comics.
Sin embargo, su trabajo no se ha detenido y sigue desarrollando ideas para
comics y novelas gráficas en muy diversos géneros, así como proyectos
literarios y de performance.
Políticamente
se declara anarquista,
ideología que refleja una de sus más aclamadas obras, V de Vendetta (2005, James McTeigue)
Auge y
renovación del cómic
“Quiero decir, una de las tradiciones más
antiguas de la magia es la tradición de los bardos - o al menos aquí, en Gran
Bretaña -. Un bardo, tan sólo con palabras, podía hacerte cosas mucho peores de
las que un mago podía. Sí, un mago podría maldecirte si le ofendías. ¿Y qué iba
a hacer eso? Que algunas de tus gallinas pongan huevos raros, o que se te agrie
la leche, o que tengas un bebé con un pie deforme: se puede sobrevivir a estas cosas.
Pero si un bardo te satirizaba, y la sátira era lo bastante buena, podía
destruirte ante tus propios ojos, y si era una sátira lo bastante acertada, si
era lo suficientemente MORDAZ, podía destruirte ante los ojos de tus amigos, tu
familia, tus contemporáneos. De hecho, si era una sátira lo bastante buena,
podría ser recordada cientos de años después de que hubieras muerto. La gente
seguiría riéndose de ti, y de tus parientes, cientos de años después de que
murieses. Te habrías convertido en una vergüenza para toda tu línea de sangre”.
Alan Moore
Hoy constituye un lugar
común de la cultura contemporánea referirse a la crisis universal del relato.
La misma atraviesa todas las artes, con particular impacto en los países
centrales. La fábrica de sueños hollywoodense no ha resultado inmune a tal
fenómeno, como lo prueba su sostenida clonación para la pantalla grande de
exitosas sitcoms televisivas (Súper
Agente 86, Los Ángeles de Charly, Sex and the City), videojuegos (Tomb Raider,
Resident Evil, Alone in the Dark), y últimamente - en forma paroxística -
cómics (Spiderman, Garfield, X-Men, 300, Spirit) En menor medida, la industria
de la historieta norteamericana también ha experimentado un empantanamiento de
su tradicional creatividad, viéndose obligada a reclamar durante la década de
los 80s la afluencia de notables creadores provenientes del Reino Unido, entre
los que se cuentan el propio Moore y acaso su más talentoso discípulo, Neil Gaiman (Sandman), quien
directamente se mudó al gran país del norte, circunstancia que satiriza en su
novela American Gods - recientemente adaptada como serie a la TV -, en la que
un connacional advierte que no sólo ha migrado con su familia sino con las
deidades de sus mitos y leyendas de infancia a cuestas, que comienzan a vagar
desorientadas por
Así como en los albores
de la década del 60 un guionista argentino de la talla y erudición de Héctor Germán Oesterheld (El Eternauta,
Mort Cinder,
De un tiempo a esta
parte ese discípulo se ha integrado con cierta condescendencia a la adocenada
industria del entretenimiento norteamericano (basta con citar dos de sus
fallidas adaptaciones al cine, como Mirror Mask (2005, Dave Mc Kean) y
la lamentable Stardust (2007, Matthew Vaughan), que arruina una
estupenda novela gráfica. Sin embargo, no ocurre lo propio con su maestro, el
hirsuto ermitaño antisistema al que dedicamos estas líneas, celoso hasta la
obsesión de sus producciones, enemigo de firmar adaptaciones cinematográficas
miserables como la que sufrió su Liga Extraordinaria, y recluido en su solar de
origen junto a una compañera de vida capaz de ilustrarle un tributo a la
pornografía folletinesca del Siglo XIX. Definitivamente, el genio de Northampton
no comulga con las mieles baratas que la fama ofrece a su gremio.
Estudio
de casos
“Habiendo
hecho Watchmen... y en
particular, From Hell... sentí
que quizá estaba llegando al límite de lo que podía entender escribiendo
racionalmente; sentía que, si iba a seguir escribiendo, tenía que dar un paso más allá de lo racional, y la magia
era lo único que ofrecía losetas en el suelo después de dar el paso. Y también
parecía ofrecer una nueva forma de ver las cosas, una nueva serie de
herramientas para continuar. Sé que no podía seguir haciendo Watchmen una y otra vez, más de lo
que podía seguir haciendo From Hell
una y otra vez”.
Alan Moore
A quien suponga que
la ponderación que aquí se ejerce sobre la obra de Alan Moore resulta algo
exagerada le recomendamos revisar por lo menos cinco de los trabajos que escribiera
como autor - la mayoría de los cuales ha sido adaptado a la pantalla con
desigual suerte -, a saber:
V
de Vendetta
(1982-1987) es una novela gráfica formada por una serie de diez comic books
escritos por Moore e ilustrados en su gran mayoría por David Lloyd, este
último también llevaría a cabo las labores de apoyo en el concepto y en el guión.
El argumento de la serie, creada en los 80s, está situado en un futuro distópico
de finales de la década de los noventa.
Su
historia está ambientada en Gran Bretaña tras una guerra nuclear parcial, con
gran parte del mundo destruido. En ese futuro, un partido fascista
llamado Norsefire
(Fuego nórdico) ostenta el poder en el Reino Unido. Un misterioso anarquista
revolucionario
apodado "V", oculto tras una máscara de Guy
Fawkes (ácrata verdadero que oportunamente intentara volar el parlamento
británico, una de las frecuentes
referencias históricas a que apela nuestro autor), empieza una elaborada
y violenta campaña con el fin de derrocar al gobierno e incitar a la población
a adoptar un modelo de sociedad anarquista.
Watchmen (1986-1987), cuya acción se desarrolla
en el año 1985, en
el marco de una ucronía en la que los Estados Unidos están a punto de entrar
en una guerra nuclear con la Unión Soviética, relata la
historia de un grupo de superhéroes del pasado y del presente y los hechos que
rodean al misterioso asesinato de uno de ellos. Watchmen presenta a los
superhéroes como gente corriente que debe enfrentarse a sus propios conflictos
éticos y a sus problemas personales, que lucha contra sus trastornos y fracasos
y que, con la notable excepción del Doctor Manhattan, carecen por completo de
superpoderes. Otros autores han abordado con distinta suerte el mismo planteo: Stan
Lee, proponiendo un superhéroe ciego como Daredevil o mutantes
discriminados como los X-Men, el filme de culto Mistery Men (1999, Kinka
Usher), o la saga animada de Disney Los Increíbles (2004 y 2018, Brad
Bird) Pero nunca antes ni después
de Alan Moore el arquetipo convencional del superhéroe fue llevado hacia extremos
tan patéticos e ideológicamente brillantes de deconstrucción.
From Hell (1989-99) es una serie
limitada de historietas realizada por el guionista Alan Moore y el
dibujante Eddie Campbell, que especula acerca de la identidad y
motivaciones del enigmático asesino Jack el Destripador. Su título procede de
las primeras palabras de una carta anónima que fue enviada a la prensa en 1888,
simultáneamente a los crímenes, y que pudo haber sido escrita por el propio
asesino. Con un perfil tan
contracultural como la anterior, que demuele a la era Nixon en los EEUU, esta obra está minuciosamente documentada para proporcionar
verosimilitud a la historia, e interpela frontal e impiadosamente a la
monarquía británica.
A nuestro juicio, los tres títulos enumerados
hasta aquí comparten el status de
haberse convertido en las adaptaciones cinematográficas más dignas del
guionista en cuestión, pese a su proverbial desprecio por dicha traslación.
La liga extraordinaria (1999-2000) es una serie de cómics creada
por Moore e ilustrada por Kevin O´Neill. El guionista británico
consuma aquí una de sus operaciones predilectas, con la que insistirá en la
experiencia siguiente: Reúne varios personajes
originados en la literatura clásica de misterio y aventuras (Alan
Quatermain, de “Las minas del Rey Salomón”; Mina Harker, de “Drácula”; El
hombre invisible, de la novela homónima; Dorian Grey, ídem; el Capitán Nemo, de
“20.000 leguas de viaje submarino”; y Dr. Jekyll, de “El extraordinario caso
del hombre y la bestia”) Los ambienta en la Era
Victoriana, funcionando como una suerte de Liga de la Justicia con sede en
el Reino Unido.
Lost Girls (1991-2006) es una novela
gráfica de corte erótico escrita por Moore y dibujada por Melinda Gebbie.
Narra una nueva historia de Alicia (de Alicia en el País de las Maravillas), Dorothy (de El
Mago de Oz) y Wendy
(de Peter Pan) Los tres personajes se conocen ya adultos en un remoto
hotel de Los Alpes suizos y se involucran mutuamente en una serie de aventuras
sexuales en el marco de una sociedad decimonónica muy reprimida y conservadora.
Los primeros seis capítulos se publicaron en una antología de la revista Taboo, pero no se concluyó
hasta mediados de 2006,
en donde fue lanzada como novela gráfica. Es el fruto de los casi dieciséis
años de trabajo conjunto de Moore y Gebbie, quienes además han sostenido una
relación sentimental que confluyó en su matrimonio durante 2005. Por su temática,
la publicación del libro fue polémica y
no ha estado excenta de dificultades. Acaso
con este ejemplo estemos hablando de uno de los picos más altos en materia de
encuentro entre literatura y cómic.
Epílogo:
A cada lenguaje su medio original
“Haces un trato con el mundo
del comercio: tus pones un techo sobre mi cabeza, me das dinero, pagas mi
hipoteca, llevas a mis hijos a la universidad, y yo sigo con la boca cerrada y
haciendo dibujos para la portada de las cajas de cereales o lo que sea. Es todo
‘entretenimiento’, y no pienso que el Arte trate acerca del ‘entretenimiento’ ".
Alan Moore
En la página 23 del
quinto ejemplar en castellano de la célebre revista Fangoria hay un artículo
dedicado a la fallida traslación a la pantalla grande de otro genio de la
literatura fantástica, el creador de Los Mitos de Cthulhu. Su título,
suficientemente explícito como para comprender la dificultad que encierra transpolar
a un escritor especializado en crear climas imponderables y ominosos a un
lenguaje tan categórico e inapelable como el del cine, es H. P. Lovecraft:
EL INADAPTABLE. A esta altura de las numerosas experiencias fallidas que acumula
el homenajeado en esta nota podríamos concluir dedicándole un apelativo semejante.
Aunque más no sea por el respeto reverencial que nos merece su encomiable
decisión de consagrarse exclusivamente a la banda diseñada, dueña de un
lenguaje tan autónomo como el del propio Séptimo Arte. Loada sea pues, esa
intransigencia, que a los ojos de muchos lectores resulta antipática, si su
cometido final consiste en arrebatar de las fauces de la sociedad de consumo
obras que no han sido concebidas para un instante fugaz de pochoclo y fila veinte.
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