RESCATES
PARA CINÉFILXS 2.0
SIGLO XXI
VIGILIA DE CÁMARAS
“El sentido está antes de cualquier producción discursiva”
Algirdas Julien Greimas
“El cine como instrumento y medio
de expresión estética es,
por supuesto, un lenguaje; y cada
lengua tiene su gramática.
Pero primero es necesario el
ejercicio espontáneo
y a la vez trabajado de la expresión
para que finalmente puedan detectarse los códigos,
las constantes, las reglas.
Sería una verdadera monstruosidad
que lo que esté por venir,
antes de poder expresarse,
tuviera que someterse
a todos esos códigos y reglas”.
Fernando “Pino” Solanas
Lenguaje y
lenguas: Cine y cinematografías
El ser humano, tomado en un determinado momento de su propia historia, encuentra a su mundo circundante constituido como un universo de signos. En virtud de la función derivada de su facultad semiótica, le resulta natural significar cuanto le rodea, o sea, transformar a su universo externo e interno en signos. Mediante esta modificación de su entorno (al cual el animal, utilizando otra vía, se adaptaría), lo transforma en objeto de conocimiento y, así, su intervención consiste en la elaboración de una específica artificialidad. La práctica de su humanidad en el mundo consiste en elaborar esas veladuras de lo real, mediante las que se aliena definitivamente de lo natural y genera un ámbito específico a su naturaleza: el ámbito de la significación. El hombre, mediante esta actividad de transformar a lo natural en signos, resulta ser naturalmente artificial.
Desde hace 128 años, el cine figura entre los principales instrumentos de producción de conocimiento que ha creado. Podría decirse que su lenguaje fue gestándose accidentalmente: La osadía de Proemio - corresponsal de los hermanos Lumière - montó tempranamente su cámara sobre una góndola en Venecia, y así, inadvertidamente, descubrió uno de los movimientos más bellos y descriptivos del Séptimo Arte: El travelling. Cuenta la leyenda que a Georges Meliés se le trabó la manivela de su cámara en una avenida parisina mientras registraba el tránsito vehicular. Las cosas sucedieron de tal suerte que, cuando logró solucionar el desperfecto, a continuación de la carroza nupcial que filmara imprimió otra, pero fúnebre. Cuál no fue su sorpresa cuando, revelado el filme, se produjo la mágica y siniestra sustitución.
Las ataduras al último paradigma del espectáculo, el teatro, mantuvieron a
estos pioneros en una infancia de la mirada cinematográfica. Al lenguaje en
cuestión lo enriquecieron los curiosos y los audaces. Con aquel primigenio travelling de Proemio Orson Welles
exploraría luego la más verosímil de las tomas: el plano-secuencia. Y, con la
yuxtaposición accidental producida por El Mago de Montrèuil, Eisenstein
desarrollaría más tarde su teoría sobre el Montaje de Choque. Luego, hacia los
revulsivos 70s, en esta remota latitud que nos tocó en suerte, el brasileño Ruy
Guerra sostendría que acaso el plano secuencia sea el recurso expresivo que
mejor representa el timing cultural
de los nostramericanos. Y hace unos pocos años, apelando a los incontables
recursos que hoy ofrece la post producción digital, nuestro Fernando “Pino”
Solanas renovaría los planteos eisenstenianos construyendo las tragicómicas
e inolvidables secuencias de los parlamentarios “levantabrazos” y los
gremialistas “besuqueiros”, en su imperdible documental Memoria del Saqueo.
Diciembre 2001: Documental y barricadas
Cuando miramos develamos o desvelamos: quitamos los velos o el sueño. Ser objeto de mirada es como andar desnudo. Cuando alguien nos mira ejecuta en nosotros una expoliación. De alguna manera, a eso se dedica el documental cinematográfico, género de sólida tradición en nuestro país, donde la crisis del modelo neoliberal produce - hacia fines del año 2001 - un significativo levantamiento popular y su consiguiente cuota de represión. Ya nada volverá a ser igual en la cultura de los argentinos: Si el Nunca Más al genocidio había conquistado importante terreno en la conciencia de las mayorías, desde entonces comenzaría a tomar forma el Nunca Más al saqueo. Una nueva generación de cineastas y estudiantes formados en la era de las nuevas tecnologías recurriría a su mayor funcionalidad y accesible costo y - motorizada por la violenta reaparición de la política y la historia en la escena nacional - se sumaría a las camadas ya experimentadas registrando un sinnúmero de versiones de lo acontecido por aquellos días. Para entonces, en el mundo entero el documental apelaba a múltiples formatos y estrategias discursivas. Acaso Bowling for Columbine, de Michael Moore, con sus pasajes de comedia, videoclip, o animación, sea un buen ejemplo contemporáneo de la superación de la falsa dicotomía fundante Lumière - Meliès; fenómeno que en nuestro medio acaso expresan trabajos como La Guardería, de Virginia Croatto, que recurre al fotomontaje y la animación digital de grafismos infantiles para construir uno de los mosaicos vivenciales más originales y emotivos que se haya realizado hasta la fecha sobre la militancia montonera.
Para revisar el indisimulable impulso adquirido por el documental argentino en los últimos años cabría formularse por lo menos tres interrogantes:
. Cuál es el escenario en cuestión
Aquí vale la pena recordar que el nuestro era un país bajo sospecha, sumido
en una profunda crisis de credibilidad basada en la visible ruina económica a
la que nos llevó una clase dirigente vitalicia y leal a los postulados del
modelo liberal -monetarista impuesto por el ministro de economía de la
dictadura José Alfredo Martínez de Hoz. Tomando como referencia la
emblemática pantalla televisiva, las representaciones de lo real se repartían
entre el tratamiento naturalista de algunas producciones nacionales de ficción
moderadamente audaces, y una obscena construcción de las noticias que llevó a
los informativos de entonces a soportar uno de los ratings más bajos de su historia (hecho que propició - en su
auxilio - la salida al aire de numerosos magazines
de investigación basados en denuncias más o menos resonantes) Si el cine de
consumo masivo competía con esa andanada de realismo que circula por la TV a la
hora de construir sus ficciones, parece plausible la apuesta del documental
como género, como si se apostara a desmontar el mecanismo de la puesta en
escena de la realidad. No porque deje la “realidad” (o lo que pueda entenderse
que este término significa hoy) de lado. Por el contrario, se acecha a la
realidad en sus costados más singulares, más escondidos, sean del presente o
del pasado, y se la expresa desde sus rasgos más conmovedores y dramáticos.
. Quién es el que mira
Una nueva generación, ávida de respuestas negadas - y consagrados
predecesores que no resistieron la tentación de volver sobre sus pasos -, inundó
las calles cámara en mano por aquellos días. Su público potencial era una
sociedad lastimada y descreída, que ya no estaba dispuesta a tolerar más
engaños. Entonces el pueblo movilizado reconquistó su derecho a escuchar otras
voces, a apreciar otras imágenes. Salvo escasas excepciones, los jóvenes
realizadores descreyeron de los cánones conductistas y didactistas del
documentalismo militante de los 70s y se asomaron a esa realidad candente desde
una mirada perpleja (como la que exhibe María Inés Roqué en Papá Iván, interpelando a su padre
muerto en combate; o Albertina Carri en Los Rubios, rearmando el rompecabezas de sus padres con retacitos
de una memoria esquiva), inaugural (como la que ensayara el Grupo Ojo
Obrero en Piqueteros, Carajo!,
aventurando la caracterización de la etapa como pre insurreccional) o indagatoria
(como la de Adrián Jaime en Los
Perros, que revisara la conducta de los ex combatientes del ERP logrando
momentos de entrañable intimidad) En la mayoría de los casos, la constante es
no aceptar versiones de la historia “a libro cerrado”.
. Quién es el mirado
Acaso la evolución del documental sea también la de la tensa relación
observador - observado. Si en los albores del género Flaherty se
enfrenta a Nanook con ojos de
entomólogo, a mediados del Siglo XX Joris Ivens se consagra como uno de
los primeros corresponsales de guerra con mirada de autor, inaugurando un
vínculo paritario con los protagonistas de su obra, que avanzará en los 70s
hacia el predominio del sujeto social, como ocurriera en nuestra geografía con El camino hacia la muerte del Viejo Reales,
de Gerardo Vallejo. A lo largo de dicho derrotero, en nombre del
oprimido y de las víctimas de la injusticia se han producido muchos panfletos
pretendidamente “populares”, pero que en realidad no lo son; a lo sumo podría
hablarse de paternalismo expresivo, usurpación de la palabra o sustitución del
protagonista. De allí que el conocimiento del lenguaje y sus recursos
expresivos es indispensable en el trabajo del documentalista para encontrar el
mecanismo comunicativo que logre sensibilizar y a partir de allí organizar un
conocimiento reflexivo del tema, evitando la doble sustitución del
protagonista, que se produce cuando el realizador, además de intérprete del
protagonista, se convierte en traductor de la mirada de un tercero. Pero, a
decir verdad, salvo en contadas ocasiones, la mirada de Flaherty ha quedado en
el camino. Ahora buena parte de los realizadores trabaja sobre el urgente tema
de la exclusión social, codo a codo con sus víctimas; o bien revisa severamente
a la generación de sus padres, a distancia considerable de montarle un
pedestal. Acaso una de las novedades más singulares de esta etapa estribe en la
búsqueda de un nuevo lugar donde posicionar el YO del documentalista, que
comienza a aparecer cada vez más a menudo delante de cámaras y mezclado entre
los protagonistas de su historia.
Impacto de las nuevas tecnologías en la representación de lo real
Hacia la última década del siglo pasado el paradigma informático se impuso
definitivamente sobre la producción audiovisual, brindando impensables
posibilidades a la circulación de la verdad como a su tergiversación. Paradojalmente,
la tecnología en cuestión ofrece tanto la oportunidad de que un hecho se
convierta en acontecimiento público con absoluta inmediatez (ej. remisión
inmediata - vía WhatsApp - de
fotografía digital hacia cualquier terminal del planeta), como de que una diva
de TV se transforme en un nuevo Dorian Gray producto del Photoshop. En el marco
de la cultura escópica imperante, el razonable costo de los nuevos equipos,
diseminados entre cada vez más usuarios, está creando fenómenos dignos de
atención: Si existe en nuestros archivos una sola - y trajinada - versión
cinematográfica del 17 de octubre de 1945, hoy contamos con un sinnúmero de
registros audiovisuales del “Argentinazo” del 2001. Y cada uno de ellos - obviamente
- supone una subjetividad particular sobre el acontecimiento documentado. ¿Qué
ha sido, en tanto, de aquel legendario plano -secuencia de Orson Welles?
Alexander Sokurov lo ha dejado en el olvido filmando con su DVCam El Arca Rusa en una sola toma de dos
horas. El sueño vertoviano del kino-glass,
un registro de la vida en tiempo real - y con un mínimo de manipulación -, ya
es tecnológicamente posible. Sólo resta redoblar la apuesta por una ética que
reúne antecedentes insobornables, y evitar la solitaria tentación del cine
autógrafo para sumirse una vez más, construyendo un discurso colectivo, en la
marea irrefrenable en la que navegan los verdaderos constructores de la Historia.
La trabajosa construcción del "Nosotros" o EL REPOSO DEL BOTÓN DE PLAY No es sencillo
llegar a Roca Negra, el predio de algo más de una manzana de extensión
situado en Lanús, que la Asociación
Madres de Plaza de Mayo cedió a los MTDs. El Movimiento de
Documentalistas arribó temprano, a media mañana de un día gris que más tarde
se solidarizaría con el evento donando un poco de sol. Gentilmente recibidos
por el encargado, que semblanteaba a los concurrentes desde una cabina,
atravesamos un largo sendero pedregoso hasta dar con el galpón mayor - hay un
par más - en el que pronto habría de inaugurarse Jorge Falcone |
Irrupción de lo privado en la esfera pública
“… actualmente, por el peso social que tienen los medios, todo el mundo está obsesionado con ser un reporter de todo lo que pasa. Hay como una invitación implícita a que si algo sucede fuera de nuestra ventana, nos asomemos y lo grabemos, para ponerlo después al aire”.
George A. Romero,
director del notable film “Diario
de los muertos”
“El 90% de todo es basura”
Theodore Sturgeon,
autor de la novela fantástica
“Más que humano”.
La última década del Siglo XX se inauguró con el desencanto de la utopía
planteada por el socialismo real y la más generalizada desconfianza en la
dirigencia política mundial. El impacto del descrédito por la cosa pública en
favor de la privada no tardó en operar cambios notables: En el terreno de las
ciencias sociales, el tradicional estudio de las epopeyas históricas cedería
paso a una atenta consideración de la vida cotidiana en la recámara de sus
protagonistas (sin ir más lejos, filmes como El Perro Negro: Historias de la Guerra Civil Española, de Péter Forgács recurre a la
cinematografía familiar de dos personas alineadas en bandos antagónicos, para
radiografiar elocuentemente el modus
vivendi de los sectores en pugna); en el espacio mediático surgirían
géneros híbridos destinados a paliar la gran anomia social, permitiendo al
espectador asomarse a la intimidad del hombre o la mujer comunes como si la
pantalla televisiva actual fuera una ventana que da a la casa del vecino. De
buenas a primeras, la exclusiva y aparatosa herramienta tomavistas que
registrara hace más de un siglo el arribo de una locomotora acromática y
silente a la estación de Lyòn, de la mano de
Una comunidad “en el lugar de los hechos”
Efectivamente, en la iconósfera que nos toca, todxs registramos todo: El socialero que inmortaliza un cumpleaños de 15 hoy construye su relato a partir de la primera ecografía, así como el combatiente suicida minutos antes de reunirse con Alá se despide ante una cámara de la pequeña hija que no ha de conocerlo. El adolescente aburrido graba a la salida de su colegio el linchamiento de una compañera a manos de otras que la consideran excesivamente bella. El amante preciado de sí mismo envasa un apasionado encuentro sexual con su novia tan atento al ritmo amatorio como al encuadre de la web cam. El vecino paranoico graba y cuelga de la web granizos desopilantes, nevadas inesperadas, tornados que arrasan su barrio… no da abasto para capturar el variado espectáculo que ofrece el Apocalipsis ambiental en curso. El docente en huelga registra en las rutas patagónicas el derrumbe de un colega fusilado por la gendarmería y ofrece su testimonio como prueba irrefutable. El intendente de una paqueta localidad balnearia, judicialmente comprometido por un video que lo exhibe consintiendo sobornos, ha visto Mentiras que matan, de Barry Levinson, y aduce por ende que alguien lo agregó en la cinta. El dúo portorriqueño de reggaetón Calle 13 advierte en sus canciones a la policía que se cuide de cometer excesos… porque ahora el pueblo la enfrenta blandiendo un celular.
Y, como en un juego de espejos múltiples, el Séptimo Arte recoge el guante y lo narra. En la saga española de sci fi REC los protagonistas no conciben la posibilidad de enfrentar la epidemia que cunde sino a través del objetivo de una handy cam. Lo propio ocurre en la celebrada Diario de los muertos con un grupo de jóvenes que decide documentar la última plaga de zombis. Y otro tanto en la singular Cloverfield, irrupción de una criatura depredadora y colosal en la vida de un grupo de yuppies de Manhattan acostumbrados tan sólo a la estabilidad. En todos estos ejemplos la constante es: Apocalipsis y botella al mar dirigida “a quien corresponda”.
Pero la multiplicación de puntos de vista que media entre la única versión audiovisual del asesinato del presidente Kennedy y las decenas de grabaciones realizadas durante el 11-S, con marcar una tendencia democratizadora, no necesariamente garantiza la emergencia de nuevos relatos. En la era de los multimedios y la extrema concentración del capital, el poder goza de plena hegemonía discursiva
En nuestra latitud, al relato que sostiene que “de Alfonsín a Macri Argentina evoluciona hacia su definitiva institucionalización y desarrollo” sólo se le oponen unas pocas voces marginales (en su mayoría portales de Internet como Tramas, Contrahegemonía, o Resumen Latinoamericano)
Una paradoja digna de atención es que, bajo la monarquía de las imágenes, el auge del blog (bitácora digital) vuelve a entronizar las palabras.
Abundan especialistas que sostienen que si Vietnam fue una “Guerra de
Muerte y resurrección del documental
En efecto, el auge del audiovisual de carácter documental que se registra en nuestra latitud desde la crisis de 2001 ya ha insumido mucha tinta y papel a los especialistas. Y a los devotos del género viene ofreciéndonos alternativas tan variadas como el DocBas o el DerHumAlc, por nombrar un par de eventos especializados. Por su parte, la aparición de ciclos (como Ficciones de lo Real, que emitiera la TV Pública a cargo de Alejandro Fernández Mouján y Pablo Reyero) o canales específicos (como Encuentro, dependiente del Ministerio de Educación y fundado por Tristán Bauer) también viene a ratificar la revalorización de esta particular mirada cinematográfica tan comprometida con la projimidad.
Ahora bien, ante la vigilia de cámaras descripta y la creciente apertura de espacios informativos habilitados para que el ciudadano de a pie se erija en un activo centinela del presente… ¿qué lugar corresponde a los abnegados realizadores que adoptamos el quehacer de testimoniar la suerte de los otros como una profesión? Tal vez el de multiplicar espacios donde profundizar este debate, así como circuitos - físicos o virtuales - aptos para dotar de un público cada vez más numeroso a nuestras producciones. Resumiendo: Ante una globalización imperial culturalmente homogeneizadora, nuestra función pasa más que nunca por disputar el sentido de los relatos que circulan, apuntando a fortalecer la conciencia organizada de los pueblos y su moral de lucha por la transformación social.
Si la funcionalidad y el abaratamiento de costos acerca cada vez más la handy cam y la note book al hombre y la mujer comunes, el desafío de la hora será que quien los manipule se convierta en el Guamán Poma de Ayala digital. El Cronista de Indias de un siglo nuevo, en pos de una verdad tan antigua como la humanidad.-
Biblio - videografía de consulta
FALCONE, J. (2008), en Poetizar la realidad. Un camino hacia el cine documental, EDUCO, Universidad Nacional del Comahue, Neuquén, pp. 133 - 162.
Disponible en:
MIRRA, MIGUEL (2012), Darío Santillán. La dignidad rebelde.
Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=Xm4rG__XTc0&t=90s
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