lunes, 3 de julio de 2023

RESCATES

PARA CINÉFILXS 2.0

SIGLO XXI

VIGILIA DE CÁMARAS














 

“El sentido está antes de cualquier producción discursiva”

Algirdas Julien Greimas


“El cine como instrumento y medio de expresión estética es,

por supuesto, un lenguaje; y cada lengua tiene su gramática.

Pero primero es necesario el ejercicio espontáneo

y a la vez trabajado de la expresión para que finalmente puedan detectarse los códigos,

las constantes, las reglas.

Sería una verdadera monstruosidad que lo que esté por venir,

antes de poder expresarse, tuviera que someterse

a todos esos códigos y reglas”. 

Fernando “Pino” Solanas 

 

Lenguaje y lenguas: Cine y cinematografías 

El ser humano, tomado en un determinado momento de su propia historia, encuentra a su mundo circundante constituido como un universo de signos. En virtud de la función derivada de su facultad semiótica, le resulta natural significar cuanto le rodea, o sea, transformar a su universo externo e interno en signos. Mediante esta modificación de su entorno (al cual el animal, utilizando otra vía, se adaptaría), lo transforma en objeto de conocimiento y, así, su intervención consiste en la elaboración de una específica artificialidad. La práctica de su humanidad en el mundo consiste en elaborar esas veladuras de lo real, mediante las que se aliena definitivamente de lo natural y genera un ámbito específico a su naturaleza: el ámbito de la significación. El hombre, mediante esta actividad de transformar a lo natural en signos, resulta ser naturalmente artificial.

Desde hace 128 años, el cine figura entre los principales instrumentos de producción de conocimiento que ha creado. Podría decirse que su lenguaje fue gestándose accidentalmente: La osadía de Proemio - corresponsal de los hermanos Lumière - montó tempranamente su cámara sobre una góndola en Venecia, y así, inadvertidamente, descubrió uno de los movimientos más bellos y descriptivos del Séptimo Arte: El travelling. Cuenta la leyenda que a Georges Meliés se le trabó la manivela de su cámara en una avenida parisina mientras registraba el tránsito vehicular. Las cosas sucedieron de tal suerte que, cuando logró solucionar el desperfecto, a continuación de la carroza nupcial que filmara imprimió otra, pero fúnebre. Cuál no fue su sorpresa cuando, revelado el filme, se produjo la mágica y siniestra sustitución.

Las ataduras al último paradigma del espectáculo, el teatro, mantuvieron a estos pioneros en una infancia de la mirada cinematográfica. Al lenguaje en cuestión lo enriquecieron los curiosos y los audaces. Con aquel primigenio travelling de Proemio Orson Welles exploraría luego la más verosímil de las tomas: el plano-secuencia. Y, con la yuxtaposición accidental producida por El Mago de Montrèuil, Eisenstein desarrollaría más tarde su teoría sobre el Montaje de Choque. Luego, hacia los revulsivos 70s, en esta remota latitud que nos tocó en suerte, el brasileño Ruy Guerra sostendría que acaso el plano secuencia sea el recurso expresivo que mejor representa el timing cultural de los nostramericanos. Y hace unos pocos años, apelando a los incontables recursos que hoy ofrece la post producción digital, nuestro Fernando “Pino” Solanas renovaría los planteos eisenstenianos construyendo las tragicómicas e inolvidables secuencias de los parlamentarios “levantabrazos” y los gremialistas “besuqueiros”, en su imperdible documental Memoria del Saqueo.

 

Diciembre 2001: Documental y barricadas

Cuando miramos develamos o desvelamos: quitamos los velos o el sueño. Ser objeto de mirada es como andar desnudo. Cuando alguien nos mira ejecuta en nosotros una expoliación. De alguna manera, a eso se dedica el documental cinematográfico, género de sólida tradición en nuestro país, donde la crisis del modelo neoliberal produce - hacia fines del año 2001 - un significativo levantamiento popular y su consiguiente cuota de represión. Ya nada volverá a ser igual en la cultura de los argentinos: Si el Nunca Más al genocidio había conquistado importante terreno en la conciencia de las mayorías, desde entonces comenzaría a tomar forma el Nunca Más al saqueo. Una nueva generación de cineastas y estudiantes formados en la era de las nuevas tecnologías recurriría a su mayor funcionalidad y accesible costo y - motorizada por la violenta reaparición de la política y la historia en la escena nacional - se sumaría a las camadas ya experimentadas registrando un sinnúmero de versiones de lo acontecido por aquellos días. Para entonces, en el mundo entero el documental apelaba a múltiples formatos y estrategias discursivas. Acaso Bowling for Columbine, de Michael Moore, con sus pasajes de comedia, videoclip, o animación, sea un buen ejemplo contemporáneo de la superación de la falsa dicotomía fundante Lumière - Meliès; fenómeno que en nuestro medio acaso expresan trabajos como La Guardería, de Virginia Croatto, que recurre al fotomontaje y la animación digital de grafismos infantiles para construir uno de los mosaicos vivenciales más originales y emotivos que se haya realizado hasta la fecha sobre la militancia montonera.

Para revisar el indisimulable impulso adquirido por el documental argentino en los últimos años cabría formularse por lo menos tres interrogantes:


. Cuál es el escenario en cuestión

Aquí vale la pena recordar que el nuestro era un país bajo sospecha, sumido en una profunda crisis de credibilidad basada en la visible ruina económica a la que nos llevó una clase dirigente vitalicia y leal a los postulados del modelo liberal -monetarista impuesto por el ministro de economía de la dictadura José Alfredo Martínez de Hoz. Tomando como referencia la emblemática pantalla televisiva, las representaciones de lo real se repartían entre el tratamiento naturalista de algunas producciones nacionales de ficción moderadamente audaces, y una obscena construcción de las noticias que llevó a los informativos de entonces a soportar uno de los ratings más bajos de su historia (hecho que propició - en su auxilio - la salida al aire de numerosos magazines de investigación basados en denuncias más o menos resonantes) Si el cine de consumo masivo competía con esa andanada de realismo que circula por la TV a la hora de construir sus ficciones, parece plausible la apuesta del documental como género, como si se apostara a desmontar el mecanismo de la puesta en escena de la realidad. No porque deje la “realidad” (o lo que pueda entenderse que este término significa hoy) de lado. Por el contrario, se acecha a la realidad en sus costados más singulares, más escondidos, sean del presente o del pasado, y se la expresa desde sus rasgos más conmovedores y dramáticos.

 

. Quién es el que mira

Una nueva generación, ávida de respuestas negadas - y consagrados predecesores que no resistieron la tentación de volver sobre sus pasos -, inundó las calles cámara en mano por aquellos días. Su público potencial era una sociedad lastimada y descreída, que ya no estaba dispuesta a tolerar más engaños. Entonces el pueblo movilizado reconquistó su derecho a escuchar otras voces, a apreciar otras imágenes. Salvo escasas excepciones, los jóvenes realizadores descreyeron de los cánones conductistas y didactistas del documentalismo militante de los 70s y se asomaron a esa realidad candente desde una mirada perpleja (como la que exhibe María Inés Roqué en Papá Iván, interpelando a su padre muerto en combate; o Albertina Carri en Los Rubios, rearmando el rompecabezas de sus padres con retacitos de una memoria esquiva), inaugural (como la que ensayara el Grupo Ojo Obrero en Piqueteros, Carajo!, aventurando la caracterización de la etapa como pre insurreccional) o indagatoria (como la de Adrián Jaime en Los Perros, que revisara la conducta de los ex combatientes del ERP logrando momentos de entrañable intimidad) En la mayoría de los casos, la constante es no aceptar versiones de la historia “a libro cerrado”.

 

. Quién es el mirado

Acaso la evolución del documental sea también la de la tensa relación observador - observado. Si en los albores del género Flaherty se enfrenta a Nanook con ojos de entomólogo, a mediados del Siglo XX Joris Ivens se consagra como uno de los primeros corresponsales de guerra con mirada de autor, inaugurando un vínculo paritario con los protagonistas de su obra, que avanzará en los 70s hacia el predominio del sujeto social, como ocurriera en nuestra geografía con El camino hacia la muerte del Viejo Reales, de Gerardo Vallejo. A lo largo de dicho derrotero, en nombre del oprimido y de las víctimas de la injusticia se han producido muchos panfletos pretendidamente “populares”, pero que en realidad no lo son; a lo sumo podría hablarse de paternalismo expresivo, usurpación de la palabra o sustitución del protagonista. De allí que el conocimiento del lenguaje y sus recursos expresivos es indispensable en el trabajo del documentalista para encontrar el mecanismo comunicativo que logre sensibilizar y a partir de allí organizar un conocimiento reflexivo del tema, evitando la doble sustitución del protagonista, que se produce cuando el realizador, además de intérprete del protagonista, se convierte en traductor de la mirada de un tercero. Pero, a decir verdad, salvo en contadas ocasiones, la mirada de Flaherty ha quedado en el camino. Ahora buena parte de los realizadores trabaja sobre el urgente tema de la exclusión social, codo a codo con sus víctimas; o bien revisa severamente a la generación de sus padres, a distancia considerable de montarle un pedestal. Acaso una de las novedades más singulares de esta etapa estribe en la búsqueda de un nuevo lugar donde posicionar el YO del documentalista, que comienza a aparecer cada vez más a menudo delante de cámaras y mezclado entre los protagonistas de su historia.

 

Impacto de las nuevas tecnologías en la representación de lo real

Hacia la última década del siglo pasado el paradigma informático se impuso definitivamente sobre la producción audiovisual, brindando impensables posibilidades a la circulación de la verdad como a su tergiversación. Paradojalmente, la tecnología en cuestión ofrece tanto la oportunidad de que un hecho se convierta en acontecimiento público con absoluta inmediatez (ej. remisión inmediata - vía WhatsApp - de fotografía digital hacia cualquier terminal del planeta), como de que una diva de TV se transforme en un nuevo Dorian Gray producto del Photoshop. En el marco de la cultura escópica imperante, el razonable costo de los nuevos equipos, diseminados entre cada vez más usuarios, está creando fenómenos dignos de atención: Si existe en nuestros archivos una sola - y trajinada - versión cinematográfica del 17 de octubre de 1945, hoy contamos con un sinnúmero de registros audiovisuales del “Argentinazo” del 2001. Y cada uno de ellos - obviamente - supone una subjetividad particular sobre el acontecimiento documentado. ¿Qué ha sido, en tanto, de aquel legendario plano -secuencia de Orson Welles? Alexander Sokurov lo ha dejado en el olvido filmando con su DVCam El Arca Rusa en una sola toma de dos horas. El sueño vertoviano del kino-glass, un registro de la vida en tiempo real - y con un mínimo de manipulación -, ya es tecnológicamente posible. Sólo resta redoblar la apuesta por una ética que reúne antecedentes insobornables, y evitar la solitaria tentación del cine autógrafo para sumirse una vez más, construyendo un discurso colectivo, en la marea irrefrenable en la que navegan los verdaderos constructores de la Historia.

 


La trabajosa construcción del "Nosotros" o

EL REPOSO DEL BOTÓN DE PLAY

Apuntes sobre la mirada documental y el nuevo movimiento social
 

No es sencillo llegar a Roca Negra, el predio de algo más de una manzana de extensión situado en Lanús, que la Asociación Madres de Plaza de Mayo cedió a los MTDs. El Movimiento de Documentalistas arribó temprano, a media mañana de un día gris que más tarde se solidarizaría con el evento donando un poco de sol. Gentilmente recibidos por el encargado, que semblanteaba a los concurrentes desde una cabina, atravesamos un largo sendero pedregoso hasta dar con el galpón mayor - hay un par más - en el que pronto habría de inaugurarse la Ronda de Pensamiento Autónomo prevista para el primer sábado de cada mes. El espacio que albergaría a los más diversos protagonistas de una política alimentada al calor del "Argentinazo" de diciembre 2001, que crece al margen de cualquier prebenda estatal, se nos reveló enorme y algo penumbroso, sólo iluminado por la difusa luz verdosa que atravesaba las estrechas hileras de vidrio del techo, y por el estilete de algún rayo de sol capaz de perforar los viejos chapones. Gracias a la humareda que preludiaba dorados choripanes, la atmósfera daba la textura de un filme de Pino Solanas. Pero estaba en condiciones de exigirle rendimiento extremo a cualquier fotómetro. Ya los modestos puestos de las agrupaciones concurrentes comenzaban a circundar el lugar, en amplio arco presidido al frente por un enorme palco al que trepaban los más pequeños, y a exhibir productos artesanales, fruto de múltiples microemprendimientos productivos. Una constante: la cartulina manuscrita con fibrón, y la recurrente evocación de Darío, Maxi, Javier Barrionuevo (víctima de un gatillo fácil) o mártires más anónimos que cada barrio tiene. Allá al fondo, el puesto de un "Teatro Piquetero" que organiza la "Cantata Popular Darío Santillán". "Que nuestros focos se enciendan en cada función con la eficacia de un corte de rutas", la consigna de rigor. Títeres, dulces caseros, y pan de igual origen para probarlos. Comunidades mapuches representadas con atuendo ancestral. Mesa de Escrache Popular prometiendo visita - para el 28 de junio a las 14 hs - al "Gordo" Enrique Braulio Olea, domiciliado en Iberá 3520 PB. Asamblea Popular de Olivos (señora paqueta y solidaria que recibe con un beso la visita de Teresa Parodi) diciembre 2001 y Puente Pueyrredón en llamas, en las fotos del colectivo "Argentina Arde". La gente de Indymedia obsequia la hoja "Indymedia argentina, Especial 26 de junio", que reza "cada persona es un corresponsal", y vende el periódico 19/20 (una amiga fotógrafa llega con retraso a cronicar el evento y se prescinde de su labor debido a sus últimos faltazos: el militante full life sanciona al que trabaja) El Movimiento de Unidad Popular de La Plata muestra vecinos pobres entre los más pobres. El MTD de Guernica vino con Elisa al frente. En los actos la llaman Vicky. En 1985 no votó, durante la Pascua Alfonsinista le mataron su compañero en Villa Martelli, en 1989 tampoco votó... Elisa nunca vota, siempre trabaja por sus compañeros. Las compas del MTD de Solano venden caretas multicolores de cartapesta, floreros construidos con envases plásticos de agua mineral, y su periódico "El Pikete". Un afiche habla de la ladrillera "Darío Vive". Al MTD Aníbal Verón le compran como pan caliente, a cinco pesos el ejemplar, el libro "Darío y Maxi, dignidad piquetera", que promete una investigación sobre el gobierno de Duhalde y la planificación criminal de la masacre del 26 de junio en Avellaneda. Al lado, Pancho Ferrara atiende su propio puesto familiar. Es sicólogo y ejerce la docencia en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Hoy ofrece a diez pesos su libro “Más allá del corte de rutas", una aguda reflexión sobre la lucha por una nueva subjetividad. Un centinela de alrededor de veinte años escruta el humeante paisaje de El Jagüel a torso descubierto, rostro embozado, y palo en ristre, el último 6 de febrero, desde la fotografía en que lo congeló Olga Morales, artista de la Asamblea Popular de San Telmo (Plaza Dorrego), que hoy vende a diez pesos sus elocuentes trabajos enmarcados en paspartú. "Recordar, del latín recordis: Volver a pasar por el corazón", dice la consigna del Taller Popular de Serigrafía, en el que los concurrentes pueden grabar sus remeras gratuitamente. Ahora alguien bate palmas y, poco a poco, un puñado de gente - no los más indigentes sino los activistas de aspecto más progre - se nuclean en torno a un fogón imaginario, de pie, sentados en tablones, o bien sobre el propio piso de hormigón. Cuesta escucharse, sin micrófono y entre el bullicio. Irrumpe una murga sonando sus redoblantes. Un compañero de alrededor de 60 años, semejante a un Einstein de aspecto militante, nos da la bienvenida enfundado en anorak verde oliva. Dice que aquí nadie es más que nadie, y que todos pueden hablar con sólo respetar su turno. Propone revisar las alternativas de la que bautiza como "primavera progresista del país". Lo rodean muchos jóvenes de ambos sexos que se pasan un mate de mano en mano; congeneracionales que eludieron a los matarifes del 76 y ahora toman nota; y muy poquitas señoras de barrio, de tez cobriza y aspecto aindiado, atentas pero sumidas en un silencio ancestral. Toma la palabra otro compañero de la misma edad que el que nos convocó, e ignorando el temario propuesto, se presenta como miembro del Centro de Estudios Económicos y Sociales, y convoca al Encuentro Nacional del Movimiento de Amistad y Solidaridad Argentino Cubano, a celebrarse el 26 y 27 de julio en Lomas de Zamora. Descubre que para hacerse oír por todos los presentes debe ir girando democráticamente. Se propone y se desestima corrernos a otro sitio con menos barullo. Ahora es Moira Millán quien habla, una joven y avispada dirigente mapuche, muy carismática, que se pronuncia contra el remate de la Patagonia y subraya diferencias con el Movimiento Campesino (no se trata de pedir parcelas para hacerlas producir sino de recuperar todo el patrimonio arrebatado desde la Conquista del desierto) Reivindica la diversidad cultural y denuncia la persecución de la que su comunidad es objeto. Reseña la marcha de 25.000 personas contra la multinacional minera Meridian Gold. Propone avanzar hacia una nueva lógica de la organización social que recoja nuestras tradiciones milenarias, y se declara ofendida por la categoría de Latinoamérica, defendiendo enfáticamente la de Indoamérica (aplausos) Y concluye sentenciando que no entregarán sus montañas, porque en ellas se resume su identidad. Una maestra rechaza el concepto "sectorialmente posesivo" que pretende hablar de "nuestras montañas", nuestra parcela, o nuestro lugar, abogando por lo que se debe reconquistar para toda la comunidad. Un dirigente de Zanón produce el discurso más orgánico y politizado, augurando con desmesurada gesticulación un tiempo en que habrá de abolirse el dinero. La ronda se da por concluida hasta el mes entrante. Y se pasa a los talleres, de "Autogestión de la salud", "Economía Solidaria y Cooperativismo", "Represión y Derechos Humanos", etc. Nuestros amigos del lugar se aprestan a registrar fotográfica y videográficamente el acontecimiento, manipulando - en la mayoría de los casos - infraestructura prestada, y deslumbrados ante la sobreabundancia de estímulos. Una compañera carga su videocámara digital y expresa su compromiso de registrar lo que sucede para enviar esas imágenes a una comunidad aborigen del sur, de algún modo manifiesta una vocación autoral, pero de corresponsalía. Otra compañera exhibe con orgullo la portentosa cámara Nikon que - según trasciende - usada le costó mil pesos. Se empeña en aclarar que sólo la operará la dueña. Otro compañero maneja la segunda videocámara digital. Dice que grabará detalles. Se la prestó una francesa que le impartió esa consigna. Su material integrará después un documental mayor, a editarse en Europa. La mirada de los MTDs no da el presente. Conversamos con Andrés Fernández, dirigente de Solano que confirma y comparte nuestra preocupación: El entrismo militante registra todo y edita lo que quiere. El compañero objeta duramente a aquellos documentales que reducen el sentido de su lucha al corte de rutas, obviando - por ejemplo - la rica experiencia de los proyectos productivos. "Para qué exponernos a ser demonizados como violentos irracionales", se pregunta. Y nosotros pensamos que, para mostrarnos, primero debemos saber quiénes somos. Entonces no nos arrepentimos de haber dejado dormir nuestra videocámara en el baúl del auto que nos trajo, por esta vez. Porque el verdadero documentalista observa primero atentamente el terreno en el que habrá de moverse, sacrificando la tentación siempre presente de inmortalizar lo que acontece, en función de interpretar y respetar las reglas específicas de sociabilidad. A eso se abocó el Movimiento de Documentalistas. A indagar el lugar de ese nuevo "nosotros" en lenta gestación. La tarea de descubrir y plasmar una palabra, una imagen verdadera, es larga y recién empieza. Pero allá vamos. Al caer la tarde todas las redes estaban tejidas. A lo largo de una jornada completa, los ninguneados durante un cuarto de siglo de cultura martindehocista habilitaron sin pedir permiso un espacio de dignidad, y se sintieron orgullosos de haber resuelto diseñar su propio destino. Una pre adolescente cuya cálida sonrisa nos despide contagiando fe, exhibe sobre la musculosa que remarca un busto incipiente el grabado de Darío Santillán sonriente y abierto al abrazo, debajo de la foto se lee "Ni muerto me detendrán". Olga, la fotógrafa que congeló tanta joven esperanza nos dice: "Tiene catorce años, la cruzo en todas las marchas”. - 

Jorge Falcone


Irrupción de lo privado en la esfera pública

“… actualmente, por el peso social que tienen los medios, todo el mundo está obsesionado con ser un reporter de todo lo que pasa. Hay como una invitación implícita a que si algo sucede fuera de nuestra ventana, nos asomemos y lo grabemos, para ponerlo después al aire”.

George A. Romero,

director del notable film “Diario de los muertos”

 

“El 90% de todo es basura”

Theodore Sturgeon,

autor de la novela fantástica “Más que humano”.

  

La última década del Siglo XX se inauguró con el desencanto de la utopía planteada por el socialismo real y la más generalizada desconfianza en la dirigencia política mundial. El impacto del descrédito por la cosa pública en favor de la privada no tardó en operar cambios notables: En el terreno de las ciencias sociales, el tradicional estudio de las epopeyas históricas cedería paso a una atenta consideración de la vida cotidiana en la recámara de sus protagonistas (sin ir más lejos, filmes como El Perro Negro: Historias de la Guerra Civil Española, de Péter Forgács recurre a la cinematografía familiar de dos personas alineadas en bandos antagónicos, para radiografiar elocuentemente el modus vivendi de los sectores en pugna); en el espacio mediático surgirían géneros híbridos destinados a paliar la gran anomia social, permitiendo al espectador asomarse a la intimidad del hombre o la mujer comunes como si la pantalla televisiva actual fuera una ventana que da a la casa del vecino. De buenas a primeras, la exclusiva y aparatosa herramienta tomavistas que registrara hace más de un siglo el arribo de una locomotora acromática y silente a la estación de Lyòn, de la mano de la Revolución Tecnológica ingresa al Siglo XXI convertida en un pequeño dispositivo capaz de capturar imágenes policromáticas, sonoras, instantáneamente exportables, cuasi imperecederas. Y todas esas capacidades… portables en la cartera de la dama o el bolsillo del caballero.

 

Una comunidad “en el lugar de los hechos” 

Efectivamente, en la iconósfera que nos toca, todxs registramos todo: El socialero que inmortaliza un cumpleaños de 15 hoy construye su relato a partir de la primera ecografía, así como el combatiente suicida minutos antes de reunirse con Alá se despide ante una cámara de la pequeña hija que no ha de conocerlo. El adolescente aburrido graba a la salida de su colegio el linchamiento de una compañera a manos de otras que la consideran excesivamente bella. El amante preciado de sí mismo envasa un apasionado encuentro sexual con su novia tan atento al ritmo amatorio como al encuadre de la web cam. El vecino paranoico graba y cuelga de la web granizos desopilantes, nevadas inesperadas, tornados que arrasan su barrio… no da abasto para capturar el variado espectáculo que ofrece el  Apocalipsis ambiental en curso. El docente en huelga registra en las rutas patagónicas el derrumbe de un colega fusilado por la gendarmería y ofrece su testimonio como prueba irrefutable. El intendente de una paqueta localidad balnearia, judicialmente comprometido por un video que lo exhibe consintiendo sobornos, ha visto Mentiras que matan, de Barry Levinson, y aduce por ende que alguien lo agregó en la cinta. El dúo portorriqueño de reggaetón Calle 13 advierte en sus canciones a la policía que se cuide de cometer excesos… porque ahora el pueblo la enfrenta blandiendo un celular.

Y, como en un juego de espejos múltiples, el Séptimo Arte recoge el guante y lo narra. En la saga española de sci fi REC los protagonistas no conciben la posibilidad de enfrentar la epidemia que cunde sino a través del objetivo de una handy cam. Lo propio ocurre en la celebrada Diario de los muertos con un grupo de jóvenes que decide documentar la última plaga de zombis. Y otro tanto en la singular Cloverfield, irrupción de una criatura depredadora y colosal en la vida de un grupo de yuppies de Manhattan acostumbrados tan sólo a la estabilidad. En todos estos ejemplos la constante es: Apocalipsis y botella al mar dirigida “a quien corresponda”.

Pero la multiplicación de puntos de vista que media entre la única versión audiovisual del asesinato del presidente Kennedy y las decenas de grabaciones realizadas durante el 11-S, con marcar una tendencia democratizadora, no necesariamente garantiza la emergencia de nuevos relatos. En la era de los multimedios y la extrema concentración del capital, el poder goza de plena hegemonía discursiva

En nuestra latitud, al relato que sostiene que “de Alfonsín a Macri Argentina evoluciona hacia su definitiva institucionalización y desarrollo” sólo se le oponen unas pocas voces marginales (en su mayoría portales de Internet como Tramas, Contrahegemonía, o Resumen Latinoamericano)

Una paradoja digna de atención es que, bajo la monarquía de las imágenes, el auge del blog (bitácora digital) vuelve a entronizar las palabras. Abundan especialistas que sostienen que si Vietnam fue una “Guerra de la TV”, las del presente son “Guerras de los blogs”, ya que circulan en dicho universo muchas opiniones discordantes con el discurso hegemónico. También proliferan voces críticas: “No sé si la gente está preparada para tener a un millón de bloggers dando sus puntos de vista sobre todo lo que pasa. Lo que me parece peligroso es que muchas veces se trata de pura opinión, que pasa por información”; agrega el director de cine George A. Romero, empedernido detractor de la blogósfera. En Argentina, desde que cambiamos de milenio, parecen multiplicarse más discípulos de Raymundo Gleyzer que de Rodolfo Walsh.

 

Muerte y resurrección del documental

En efecto, el auge del audiovisual de carácter documental que se registra en nuestra latitud desde la crisis de 2001 ya ha insumido mucha tinta y papel a los especialistas. Y a los devotos del género viene ofreciéndonos alternativas tan variadas como el DocBas o el DerHumAlc, por nombrar un par de eventos especializados. Por su parte, la aparición de ciclos (como Ficciones de lo Real, que emitiera la TV Pública a cargo de Alejandro Fernández Mouján y Pablo Reyero) o canales específicos (como Encuentro, dependiente del Ministerio de Educación y fundado por Tristán Bauer) también viene a ratificar la revalorización de esta particular mirada cinematográfica tan comprometida con la projimidad.

Ahora bien, ante la vigilia de cámaras descripta y la creciente apertura de espacios informativos habilitados para que el ciudadano de a pie se erija en un activo centinela del presente… ¿qué lugar corresponde a los abnegados realizadores que adoptamos el quehacer de testimoniar la suerte de los otros como una profesión? Tal vez el de multiplicar espacios donde profundizar este debate, así como circuitos - físicos o virtuales - aptos para dotar de un público cada vez más numeroso a nuestras producciones. Resumiendo: Ante una globalización imperial culturalmente homogeneizadora, nuestra función pasa más que nunca por disputar el sentido de los relatos que circulan, apuntando a fortalecer la conciencia organizada de los pueblos y su moral de lucha por la transformación social.

Si la funcionalidad y el abaratamiento de costos acerca cada vez más la handy cam y la note book al hombre y la mujer comunes, el desafío de la hora será que quien los manipule se convierta en el Guamán Poma de Ayala digital. El Cronista de Indias de un siglo nuevo, en pos de una verdad tan antigua como la humanidad.-


Biblio - videografía de consulta

FALCONE, J. (2008), en Poetizar la realidad. Un camino hacia el cine documental, EDUCO, Universidad Nacional del Comahue, Neuquén, pp. 133 - 162.

Disponible en:             

http://books.dpfiles.ru/Poetizar+la+realidad+%3A+un+camino+hacia+el+cine+documental+Jorge+Falcone.+Jorge+Falcone.

 

MIRRA, MIGUEL (2012), Darío Santillán. La dignidad rebelde. 

Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=Xm4rG__XTc0&t=90s


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