lunes, 11 de septiembre de 2023

RESCATES

PARA CINÉFILXS 2.0

CLAUDE LELOUCH

“EL MEJOR DIRECTOR DE ACTORES QUE CONOCÍ” (*)













En 1957 Claude Lelouch cruzó la “Cortina de Hierro” como documentalista clandestino. Uno de los primeros camarógrafos europeos ingresaba entonces a Moscú con una cámara bajo un impermeable, visitando los legendarios Estudios MosFilms justo mientras el director soviético Mikhail Kalatozov rodaba Pasaron las Grullas, un film que le cambió la vida inclinándolo a dirigir cine.

En tales circunstancias estableció un contrato con la cámara que duraría más de medio siglo, convirtiéndola en su microscopio y telescopio del mundo, y transformándose en consecuencia en algo así como un voyeurista empoderado.

Hijo de padres cinéfilos, mamó desde el vientre materno el mejor cine clásico. 

Durante sus primeros años, su madre le convidaría aquel hábito transformando la sala oscura en su primera escuela. 

Años después, durante su servicio militar se desempeñaría como camarógrafo de la Armada Francesa, poniendo en escena incluso siete cortos de temática castrense. Así, a los 19 años, Lelouch llegaría a disponer de recursos dignos de Hollywood: Cámara de 35 mm., helicóptero, cientos de extras, y un casting de capitanes y coroneles que le brindaron las peores perfomances interpretativas de su carrera, lo cual le convenció acerca de que en adelante la dirección de actores debería convertirse en una tarea fundamental para encarar el quehacer que había escogido.

Con los 10.000 Dls. Que obtuvo de la televisión canadiense por aquel documental rodado en la URRSS, en 1960 fundó su propia productora, Les Films 13. 

Su primera ficción fue un estrepitoso fracaso financiero y de público, en el que cometió todos los errores que se pueden esperar de un principiante, al punto de que la célebre publicación Cahiers du Cinema editorializó por entonces. “Claude Lelouch. Recuerden bien este nombre. Jamás volverá a oír hablar de él”. 

Graduado en la escuela del fracaso, sería considerado el anti Godard, el anti Truffaut, el impostor de la Nouvelle Vague.

Su segundo y desesperado intento no haría más que ratificar aquella catástrofe creativa, al deber suspender su rodaje al poco tiempo de comenzado.

Una sucesión de videoclips basados en canciones populares de la época lo salvarían de la ruina total. 

Con sus ánimos retemplados, Lelouch contraataca con un nuevo film, y dado que no es profeta en su tierra, obtiene cinco estrellas en el Festival de Estocolmo, y la bendición del maestro Ingmar Bergman. 

Pero, aún así, no le resultará tan sencillo remontar su productora, porque vendrán nuevos fracasos. 

Así seguirá por un tiempo, arriesgándose a rodar ficciones de poca monta, y replegándose al videoclip ante el menor revés de taquilla. A mediados de los 60s, quien habría de convertirse en el director consagrado que fue, aún era un modesto camarógrafo de actualidades. 

Demolido ante semejante colección de frustraciones, se toma una pausa meditativa a la vera del mar, y azarosamente descubre una pareja deambulando acaramelado por la playa. Preso de una inesperada epifanía, a partir de aquella imagen escribe Un Hombre y una Mujer, el guion del filme que en 1966 le reportará la Palma de Oro y dos Óscares, galardones que lo convertirán para siempre en Claude Lelouch, pero ahora escrito en letras mayúsculas. 

Aunque consagrado por la Academia, Lelouch nunca se avendrá a filmar para el sistema hollywoodense. 

Al año siguiente filma Vivir por Vivir, ya no la historia del encuentro de una pareja sino la de su fragilidad y ruptura. Durante el rodaje se enamora de Annie Girardot, que está casada como él, de modo que la experiencia que se narra delante de cámara es la misma que ocurre detrás.

A continuación, durante el Mayo francés de 1968 filma La Vida, el Amor y la Muerte, una película contra la pena capital.

En 1969, en el oeste norteamericano, retomará el tema de la pareja, ahora para narrar la historia de un amor fugaz. Pese al desempeño de Belmondo y Girardot, el filme no funcionó. 

Al cabo de unas pocas experiencias menores, se lanzará a rodar la que acaso sea una de sus películas más recordadas, La Aventura es la Aventura, con un elenco estelarizado por Lino Ventura - el duro de la época -, el versátil Charles Denner, y el cantautor belga Jacques Brel. 

Y, tras una década de apuestas fallidas, en 1981 por fin llega su consagración: La gran saga musical Los Unos y los Otros, originalmente concebida como su obra póstuma y testamentaria, por la que obtiene la Palma de Oro del Público en Cannes. 

No contento con aquel éxito, en 1983 concretará un viejo sueño, el de homenajear al Gorrión de París en su film Edith et Marcel, basándose en el relato que le compartiera la propia Édith Piaf sobre su romance con el boxeador Marcel Cerdan. 

Pero nadie tiene el destino comprado, y en 1986, con 20 Años Más Tarde volvió a fracasar intentando el reencuentro de la pareja de Un Hombre y una Mujer.

Pero Lelouch siempre se repuso y fue por la revancha. Esta llegaría en 1995 con Los Miserables, que contó con un formidable Belmondo interpretando a Jean Valjean.

Desde entonces, el prolífico director - que sigue activo a sus 85 años - rodó en lo que va del Siglo XXI 16 películas más, con éxito desigual.

La última - hasta ahora - fue Los Mejores Años de una Vida (2019)

A lo largo de su profusa obra desfilaron los monstruos sagrados del cine francés: Michel Píccoli, Catherine Deneuve, Phillip Léotard, Fanny Ardant, Serge Reggiani, Michelle Morgan, y muchxs otrxs que ya mencionamos.

De momento nada hace suponer que no nos vaya a sorprender con un próximo estreno. -

 

(*): Palabras de Jean-Louis Trintignan, intérprete de Un Hombre y una Mujer.

 

Para aproximarse a este autor:

https://www.youtube.com/watch?v=ybmvZNb2K50

 

 

 

   

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