DOSSIERS
"Un gran poder requiere de una gran
responsabilidad": Estudio de casos
MARVEL TRAS LA MÁSCARA
DEL HEROISMO
El autor
de esta nota basó el 80% de su formación intelectual en la temprana lectura de
cómics, admirando - e identificándose con - superhéroes como Bat Man o los X
Men, por lo que desestima de antemano cualquier prejuicio que lo imagine como
un bibliófilo amargado e incapaz de disfrutar de la industria del
entretenimiento, en la convicción de que una sana actitud pochoclera no debiera
anular el pensamiento crítico respecto a cualquier producto cultural
(especialmente los de consumo masivo) Hay referentes canónicos cuya imaginación
ha divertido y emocionado a varias generaciones. Disney es un buen ejemplo, y
Stan Lee otro tanto. Pero ya que “lo cortés no quita lo valiente”, digamos que
sus significativos aportes a la cultura de masas no obstan que el primero haya
facilitado la figura del perro Pluto como emblema del avión que culminando la
Segunda Guerra Mundial soltó las bombas atómicas que devastaron Hiroshima y
Nagasaki, o que el segundo haya pergeñado al Capitán América para librar una
cruzada desde los cómics contra todo enemigo del “Mundo Libre”.
EL INCREÍBLE HULK (O LA FURIA DESATADA DEL NORTE GLOBAL)

Hace tiempo ya que la crisis universal del relato viene volcando la atención de los productores hollywoodenses de éxitos fáciles hacia el universo del Noveno Arte. Quien esto señala no es ajeno al tema, ya que de pequeño aprendió a leer hojeando historietas, y de grande impulsó una carrera universitaria de Diseño de Historietas.
En su filme El Protegido (2000), el realizador y guionista de origen hindú M. Night Shyamalan lleva hasta las últimas consecuencias la idea de que, como ocurre con múltiples manifestaciones de la cultura de masas, las historietas son el reflejo de pulsiones propias de las sociedades que las generan. Como podrá apreciarse, ocurre lo propio en el cine. Y últimamente - así se ha puesto el mundo - más que nunca.
Consideremos por caso el filme Hulk (2003), de Ang Lee, realizador de origen taiwanés que tuviera a su cargo la celebrada súper producción de artes marciales El Tigre y el dragón (2000)
La historia se basa en el personaje de historietas creado en 1962 por el genial guionista Stan Lee (gran renovador de la figura del súper héroe y padre de la mayoría de las criaturas que Marvel viene trasladando al cine, tales como Spiderman, Daredevil o los X Men), y que la pantalla chica versionó entre 1978 y 1982 recurriendo a la ya célebre dupla actoral Bill Bixbi/Lou Ferrigno.
El filme recoge la historia original de un científico que, a causa de un accidente, absorbe una fuerte dosis de rayos gamma que lo convierten, en situaciones de tensión, en un hiperviolento monstruo de hasta cuatro metros de altura, aquí bastante más poderoso, torpe, veloz e inocente que en cualquier versión anterior.
Algunos detalles a destacar sobre este filme son la presencia del Diseñador de Producción Rick Heinrichs, que trabajó para Tim Burton en la encantadora Batman Vuelve (1992); los efectos especiales de Industrial Light and Magic, factoría fundada por George Lucas; el indisimulable homenaje al entrañable King Kong (1933) de Merian C. Cooper; el ocurrente diseño de pantalla a modo de página de cómic, apelando a múltiples encuadres autónomos; y el inexplicable desatino de no emular suficientemente el movimiento humano al dar vida a la gigantesca criatura verde, lo cual retrotrae su motricidad corporal a las ingenuas experiencias con muñecos animados cuadro a cuadro por el maestro Ray Harryhausen, que hicieran las delicias de quienes tuvimos la oportunidad de disfrutar las maratones televisivas de "Cine de Súper Acción".
Hasta aquí lo específicamente cinematográfico. A nadie escapará que el mito del doble es un recurso narrativo decimonónico, originado en la literatura romántica. Es así como Hoffman se aterrorizaba ante su propio yo, al cual declaraba dividido en "El elixir del diablo". Ese escape de sí mismo alude a una crisis de identidad que más tarde aceptará la ambigüedad moral explícita con "El Dr. Jeckill y Mr. Hyde" de Robert Louis Stevenson, clara alusión al constante choque freudiano entre el súper yo y el ello. Esa bipolaridad, en Hulk, abandona claramente la esfera de lo individual para proponer una metáfora de carácter social, mucho más política que la de los ejemplos antes citados. A la inversa de lo que pretende el leit motiv con que el Dr. Bruce Banner se vuelve monstruoso - "no soy yo cuando me enojo" - la sociedad que da a luz este producto es más ella que nunca al salirse de cauce. Es entonces cuando nos muestra su verdadero y monstruoso rostro.
En producciones ficcionales como El Club de la Pelea (1999), de David Fincher, o documentales como el imperdible Bowling for Columbine (2002), de Michael Moore, dos norteamericanos honestos reconocen la inocultable impronta violenta de su propio país, puesta de manifiesto en incontables países periféricos.
El director de este último filme opina que la suya es "una película que afirma que los estadounidenses somos gente violenta que usa sus arsenales para matarse entre sí y usarlos contra muchos países del mundo". "El eje del film por el que me gané un Oscar - agrega - es cómo esos que están en el poder usan el miedo para manipular al público para que haga lo que le dicen".
Más allá del ámbito cinematográfico, concluye el Che: "Es la naturaleza del imperialismo lo que bestializa a los hombres".
A esta altura podrá pensarse que nuestra nota le busca el pelo al huevo. Pero, para más datos, la película en cuestión termina en una selva sudamericana, con la irrupción de un grupo de insurgentes que se enfrenta al mentado mutante, quien culmina mirándolos con furia y replicando: "No creo que les vaya a gustar verme enojado".
La sumisión del realizador taiwanés al “Gran País del Norte” - digna del más obediente corresponsal de CNN - convierte a la criatura del maestro Stan Lee en un adelantado del Plan Colombia.
Llegados hasta aquí, correspondería formularnos un par de sencillos interrogantes: ¿Merecen los pueblos del mundo sucumbir ante una potencia capaz de producir mensajes tan obvios? ¿Merece nuestro planeta quedar en manos de Homero Simpson...?.
DEADPOOL: EL HÉROE PARA UN PRESENTE DE RELATIVIDAD MORAL
En el Siglo XXI la
cultura es la madre de las batallas
Hace ya más de una década, diversos
autores civiles y militares han desarrollado y afinado un concepto denominado
Guerra de Cuarta Generación o 4GW (por “fourth
generation war”).
Las dos características principales de
esta guerra son 1) la búsqueda del colapso del enemigo en su retaguardia civil,
no en el frente, ya que de esta forma se consigue hacer irrelevante su
potencia militar, y 2) el uso de las libertades de las sociedades democráticas
como un arma para destruirlas.
Por el carácter que tomara la relación
entre Estados Unidos y su “patio trasero” en el momento del estreno del film
que nos ocupa, será importante situar la ofensiva de la administración Obama y su Secretaria de Estado Hillary Clinton en un contexto que se
parece demasiado a una Guerra de Cuarta Generación como para obviar ese detalle.
Las guerras de cuarta generación se
consideran como guerras del futuro, donde:
- Desaparece
el concepto habitual de campo de batalla y se hace extensivo a toda la
sociedad.
- Los
mensajes emitidos por los medios de comunicación serán un factor
determinante para influir en la opinión pública, tanto en el ámbito
doméstico como en el internacional, por lo que la propaganda llegará a
constituir el arma estratégica y operacional dominante en este tipo de
guerras.
- Las
acciones tácticas tienen como objetivo la cultura del enemigo.
- Se
predispone a las poblaciones en contra de sus gobiernos.
- Eventualmente,
ello permite a un pequeño número de combatientes atacar y causar gran daño
a elementos importantes de naturaleza civil, en la "retaguardia"
enemiga.
- En
un escenario de guerras de cuarta generación se aplican las tecnologías
más avanzadas de la información.
Por ejemplo, en los últimos días de Bush Jr. en la Casa Blanca y el inicio
de la administración de Barak Obama, asistimos a una muestra de esta guerra con
una intoxicación mediática en la que el jefe del Pentágono, Robert Gates, y los titulares de la
Seguridad Interna, la CIA, el FBI y la DEA, instalaron en los titulares de los
medios de comunicación y la opinión pública la noción de México como Estado
fallido, preparando así las condiciones que hicieran “necesaria” y “deseable” la
intervención estadounidense sobre ese país por razones de seguridad regional.
Por entonces en Argentina, los
encargados de defender la soberanía y la democracia se dispusieron jubilosos a
aceptar la cooperación militar y las acciones conjuntas de los ejércitos y
policías de ambos países contra los cárteles de la droga (y eventualmente
contra cualquier movimiento de reivindicación social que pudiera asociarse al
narco-terrorismo).
A la sombra de la parafernalia militar
del Pentágono arribarán los asesores, los agentes encubiertos y los
contratistas privados de seguridad, que aportarán una vasta experiencia
cosechada en las campañas militares llevadas a cabo en Medio Oriente.
En tal contexto se inscribió la gestión
de la Secretaria de Seguridad Nacional (DHS) estadounidense, Janet Napolitano. Napolitano entendía
que algunos países de la región (principalmente Bolivia y Venezuela) representaban
"una amenaza existencial" para Estados Unidos, que se hallaba
elaborando un "plan de contingencia" para responder "al peor de
los escenarios".
En conclusión, mientras Hillary Clinton
presentaba la cara amable y diplomática del buen vecino, Janet Napolitano
encarnó el componente agresivo e interventor de una sola estrategia militar: la
guerra de cuarta generación.
Como dato complementario de esta introducción, digamos que el país que consume el 55% de las drogas que se producen en todo el mundo y reconoce cifras oficiales de más de 25 millones de adictos, libra en Nuestra América una “guerra contra el narcotráfico” para justificar su intervención.
De los X Men a
Deadpool: La hora del mercenario cool
Para seguir resucitando como el Ave Fénix, el capitalismo global ofrece la alternancia entre su rostro más humano (neodesarrollismo demócrata) y el más severo (neoliberalismo republicano) Respetando el estatuto del coloniaje, el mundo periférico reproduce ese esquema creando falsas opciones de carácter binario. Así, en Argentina la política se ha reducido a escoger a ambos lados de una grieta sostenida por los medios, lo que equivale a decidir cuán ajustada deseamos llevar la soga de la horca.
En el campo general de la cultura de masas, y
más particularmente en el de la industria del entretenimiento, una expresión
derivada del engañoso antagonismo descripto es la que propone desde la factoría
Marvel la divergencia entre unos X Men marginados pero respetuosos de las
leyes, frente al flamante y exitoso antihéroe Deadpool (Pozo de la Muerte, en
referencia a que su destino quedará marcado por una apuesta fallida), que
encarna como pocos personajes de ficción la necesidad de inventar atajos para
hacer justicia por mano propia y a cualquier costo.
Si prestamos atención a la génesis de dicho personaje, advertiremos que su condición previa a la de súper héroe equivale a la de un Soldier of Fortune (https://www.sofmag.com/) Estos cazadores internacionales de recompensas hostigaron al primer gobierno sandinista recalentando las fronteras de Nicaragua, pelearon al servicio de la corona británica en la guerra colonial de nuestro Atlántico Sur, atentaron contra el proceso de paz en Colombia, ejecutaron militares bolivarianos en Venezuela, y líderes campesinos e indígenas en Honduras (http://www.merca20.com/mercenarios-ganandose-la-vida-como-soldados-de-fortuna/)
Sin ir más lejos, una fuente que prefiere mantenerse en reserva reveló que uno de los militares detenidos por el asesinato de Berta Cáceres - dirigente del COPINH hondureño - confesó haber participado en el crimen recibiendo cerca de 22 mil dólares por planificar la muerte de la líder indígena. El sospechoso, cuya identidad no fue revelada, confesó que cada uno de los sicarios recibió 2.200 dólares para acabar con la vida de la ambientalista. Uno de los acusados por el Ministerio Público por el homicidio de Cáceres es Sergio Rodríguez, ejecutivo de la empresa Agua Zarca, que promueve un proyecto hidroeléctrico en el occidente de Honduras, al que se oponía la lideresa social. El esfuerzo de Cáceres contra la construcción de una represa hidroeléctrica que amenazaba con desplazar a cientos de indígenas de Honduras y la organización de grupos contra la extracción de recursos naturales, la convirtió en una amenaza para los intereses de las transnacionales y sectores capitalistas. Berta Cáceres fue asesinada por sujetos desconocidos en el interior de su vivienda, ubicada en el sector La Esperanza, al sur-occidente del país.
Volviendo a la primera entrega de las aventuras del carismático personaje que nos ocupa, si se repara en la escena en que brinda consejos sotto voce a un taxista hindú - para que no escuchen sus amigos X Men, freaks como él pero respetuosos de un elemental código de convivencia social - se comprobará fehacientemente que le recomienda resolver sus conflictos “por izquierda” y apelando a la violencia… lo cual se nos muestra mediante una escena sumamente graciosa, que el público más joven celebra con entusiasmo. Porque no hay manipulación más eficaz que la que se produce mediante el entretenimiento, circunstancia en la que - por lo general - el destinatario del mensaje relaja sus defensas.
Consecuente con tales valores, hasta dar con su némesis, el periplo de este héroe que tanto ha calado en la platea juvenil se convertirá en una estremecedora colección de “daños colaterales”.
En otro pasaje del film, el protagonista avisa a la dueña de la pensión que habita (una mujer de color, no vidente y de avanzada edad) que bajo el piso del alojamiento le deja “130 kilos de cocaína suficientes para curar la ceguera”. Despojados de todo moralismo, debemos señalar que ante escenas por el estilo los fans estallan en carcajadas, celebrando cada exabrupto “políticamente incorrecto” del personaje.
A criterio de la analista mejicana Ana Esther Ceceña, “Cada vez queda más claro que el capitalismo de nuestros tiempos funciona en un doble carril. Por un lado, tenemos la sociedad formal, y por el otro crece una sociedad paralela. Mientras que la economía ‘legal’ entraba en crisis, la del lado oscuro se multiplicaba, acomodándose en algunos rubros de la ‘legal’ pero con modos más rentables”.
El nuevo
domicilio del enemigo
Ha corrido mucha agua bajo los puentes desde que los comunicólogos Ariel Dorffman y Armand Mattelart publicaran su ensayo “Para leer al Pato Donald”, libro clave de la literatura política de los años setenta. El mundo que nos toca ya no es tan binario ni tan obvio como el que concibió aquel magistral estudio sobre el contrabando ideológico en los productos Disney.
A falta de la otra… la Revolución Tecnológica ha multiplicado exponencialmente las plataformas que alimentan la industria del entretenimiento y convertido al planeta en una vecindad interconectada. Sin embargo, un detalle permanece fiel a sí mismo: Con honrosas excepciones, la producción de contenidos dirigida a los jóvenes sigue en manos de los adultos, y sus mentes más brillantes responden a grandes corporaciones multinacionales en procura de defender intereses menos inocentes que la mera diversión. Corren tiempos pues para vivir alerta, a fin de contrarrestar acechanzas menos burdas que un desembarco de marines. Si continuamos aguardando el abordaje frontal del enemigo, este seguramente nos sorprenderá por la espalda: Violentando nuestra soberanía alimentaria, o bien convirtiendo la habitación de nuestros hijos en un área de exclusión, donde a menudo las nuevas tecnologías gravitan más que los padres.
Tomando en cuenta estas salvedades, nadie se
prive de disfrutar de lxs carismáticxs personajes de la Casa Marvel.-